María Teresa Jardí
Efectivamente perdieron por entero los escrúpulos los antecesores de AMLO. Y es claro que el capitalismo en México, en particular desde la llegada de los neoliberales o incluso desde antes, desde Díaz Ordaz y Echeverría, ha impulsado diversos genocidios.
En el pasado escribí en muchas ocasiones, conocedora de algunos casos concretos, y otros han hecho investigaciones concluyentes al respecto, que lo que se permite, en el mundo en general y de manera particular aquí, a las empresas globalizadas productoras de medicamentos y creadoras de paso de enfermedades, como negocio: es un genocidio. Aplicado en el caso mexicano en contubernio con funcionarios de alto nivel y políticos mexicanos que en cargos de directores se repartían el negocio en que fueron convertidos, por los neoliberales de antaño, los hospitales públicos cada vez más empobrecidos para el pueblo. Y estoy convencida de que es un acierto el que se dé marcha atrás en lo de los medicamentos convertidos en negocio y en lo de acabar con los intermediarios que, como la peste, en México son productores en cascada de la corrupción que acaba con el país. Y estoy de acuerdo, como ciudadana que voté por AMLO, en la necesidad de regresar al manejo correcto de los medicamentos y del ejercicio médico por vocación que hay en el país y que tienen la inmensa mayoría de médicos. El genocidio es un crimen imperdonable y no tienen perdón ni Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto.
Pero la corrupción no se limpia mintiendo. Y el aval al director del Hospital Infantil de México es inmenso por parte de todos los que conocen su trabajo. Es un gran médico pediatra y es un hombre íntegro y de probada honradez.
Y cancelar los medicamentos de niños con cáncer sin tener el relevo de esos medicamentos es un error que como tal debe ser asumido por el actual gobierno más votado de la historia. No hacerlo así sólo va a sumar más crímenes a los muchos cometidos por los antecesores de AMLO.
Los padres de los niños con cáncer son víctimas, no enemigos ni de MORENA ni de AMLO. Y no se ataca la corrupción acabando con la carrera de quienes no tienen responsabilidad ninguna en los errores, repito, cometidos por los que hoy mandan en México. Antes ya habían sido corridos con falsas acusaciones los administradores del Hospital Infantil. Correr hoy a su director es otro crimen atroz.
La mentira expropia la esperanza, vaciando de contenido la palabra. Y es pésima idea reiterar las mentiras por quienes sí tienen responsabilidad en los hechos y más aún cuando la realidad que se impone de manera cruenta, como evidencia de que lo que soñamos los millones que salimos a votar el 1 de julio para convertir a AMLO en el Presidente más votado de la historia, no va camino de ser con AMLO y no será con MORENA de seguir el gobierno federal en manos de todopoderosos funcionarios emisarios de un pasado lamentable.
El problema es el capitalismo. Y el cambio real de sistema pasa por el exterminio del sistema capitalista. El capitalismo es el negocio que permite traficar con la vida y con la muerte y así es como llegó México a la barbarie impulsada desde el escalón más alto. Y ahí están dando fe de lo anterior los tan atinados caricaturistas. Cronistas en casi todo lugar y excelentes dibujantes de la realidad, los mexicanos profetas que con cuatro trazos sobre lo que no funciona son los denunciantes de lo que tendría que ser cambiado de manera rauda. Si Salinas nos expropió a los mexicanos la palabra solidaridad para vaciarla de contenido, lo que se nos está arrebatando por la 4T es la esperanza.