Hugo Carbajal Aguilar
Muchos son los temas que ocupan nuestra atención, vamos a enumerarlos para organizar su análisis, su comentario crítico o su propuesta en el caso de que se ofrezca. Hablábamos de la necesidad de tomar en cuenta al Desarrollo en este nuevo gobierno, no al Progreso o al Crecimiento, dogmas teológicos del capitalismo por los cuales se mide el avance o retroceso de un país.
Hablábamos también de la necesidad de comprender las culturas de nuestros pueblos originarios indígenas pues de ahí se desprende toda la resistencia a los atropellos del poder económico capitalista-neoliberal que destruye pueblos enteros de forma integral, es decir, en su economía, en sus hábitos, alimentos, lenguaje, naturaleza, formas de ver el mundo –vamos– en su cultura. Y en este mismo sentido adquirir una visión del Buen Vivir –Sumak kawsay– que en países como Ecuador y Bolivia se ha instalado como una noción que articula políticas públicas tendientes a comprender el Desarrollo como la erradicación de la desigualdad social y el mejoramiento constante de la calidad de vida de los ciudadanos todos, garantizando la sustentabilidad social, cultural y ecológica. Democracia auténtica sería el equivalente de esta misma idea.
La visión convencional concibe al Desarrollo como un proceso lineal, de etapas históricas sucesivas que reducen el concepto a una noción exclusiva de crecimiento económico. Es una conceptualización malentendida que implica fuertes desventajas pues no considera ni plantea formas de erradicar la inequidad social y su idea de crecimiento no aterriza ni se expresa en un tangible y concreto mejoramiento en la calidad de vida de los ciudadanos. El desarrollo entendido como crecimiento al infinito, como un fin en sí mismo, sin tomar en cuenta los impactos sociales, culturales y ambientales no asegura la sustentabilidad del proyecto social amplio. El Desarrollo es social, económico, cultural y ambiental, es decir, se debe comprender en un sentido o conceptualización integral, estructural.
Es, para decirlo en palabras de Joseph Stiglitz, la combinación dinámica entre crecimiento económico y (re)distribución social así como de aprendizaje democrático.
Comprendido así podríamos señalar que el objetivo esencial consiste en propiciar ese Desarrollo digno y autónomo de las sociedades y los pueblos que conforman nuestro país y, de manera importante, de los pueblos indígenas. Generar la discusión decíamos, el debate serio con suficientes argumentos válidos, con objetividad que exige el reconocimiento crítico interno y externo de la diversidad para fomentar y fortalecer el respeto. Los pueblos indígenas no pueden no advertir graves consecuencias de todo orden en sus comunidades con los megaproyectos que se están planificando.
Advirtamos también nosotros: no queremos, no esperamos ni deseamos que se estire el hilo hasta su rompimiento. La prudencia sigue siendo una virtud pero la pregunta permanece: Esos megaproyectos ¿son un fortalecimiento del capitalismo mercantil empresarial?
No olvidemos tampoco que estamos con un gobierno distinto que ha arrumbado al PRIAN y al mismo PRD gracias al voto mayoritario y que pretende instalar un régimen antineoliberal aunque el trayecto está resultando sumamente escabroso y con serias contradicciones. Es necesario comunicar, difundir estos objetivos para hacerle entender al pueblo que es muy peligroso regresar al pasado pues la Derecha nacional e internacional continúa dinámica y activa difundiendo intrigas y propiciando crímenes.
Brasil, Bolivia, Ecuador y Uruguay son ejemplos actuales de cómo acabar con un proyecto distinto que de ningún modo ha sido definido como socialista o radical. Simplemente han aplicado una política económica que ha atendido problemas sociales de carácter urgente recuperando el papel del Estado. Brasil y Bolivia sacaron de la pobreza extrema a millones de pobres sólo tomando decisiones económicas en favor de sus pueblos en áreas como la salud y la educación, la vivienda, la alimentación. Chile es otro trágico ejemplo de la actuación de esta Derecha continental reaccionaria y criminal.
Esta Derecha recalcitrante ha sido capaz de utilizar cuantos medios se requieran para actuar sin escrúpulos y acabar con esos proyectos sociales. Encarcela a sus dirigentes, toma el poder, reprime al pueblo y alardea de sus creencias religiosas para justificar sus abusos, sus crímenes, sus represiones, sus mentiras. Lula en la cárcel, Evo Morales perseguido, Rafael Correa con la misma suerte. Los Bolsonaro, las Jeanine Añez, los Lenin Moreno se aferran en actitud esquizoide al poder. Y hacen oración… Deberíamos hacer patente esa su hipocresía, exhibiéndolos como los fariseos actuales, los sepulcros blanqueados, la raza de víboras.
En cambio, aquello que consideramos la Izquierda actúa siempre comedidamente y pretende comportarse con más que amabilidad y cortesía con estos enemigos del pueblo. El ejemplo de la revolución cubana, que juzgó popularmente a los asesinos de Batista, no ha tenido muchos seguidores.
De ahí la necesidad de la convocatoria a participar en la forja de un modelo de sociedad distinto, del diseño de otro proyecto socioeconómico que marque y defina su oposición al capitalismo neoliberal destacando las graves consecuencias que ha acarreado ese modelo mercantil desde hace ya 40 años, denunciando a aquellos que lo hicieron posible obedeciendo a las instituciones que domesticadamente los condujo a servirles.
No deberíamos añadir una fecha más a nuestro ya largo calendario de derrotas.