Síguenos

Última hora

Atacan taller de hojalatería con bomba casera en Chetumal

Opinión

Tecnicismo de viajero

Ivi May Dzib

La alacronía es situar al otro en un tiempo que no es el suyo, es crear una distancia temporal a partir de una construcción que interioriza a otro grupo. Ejemplo de esto puede ser la forma como se compara un sistema de organización comercial. Al comparar un sistema, como el intercambio de productos, se hace ver que éste es “primitivo” en comparación con el “avance” que se ha generado en la industria, cuando bien podría ser un progreso en comparación con las formas mercantiles contemporáneas.

Por otra parte, la coevalidad es tomada como una práctica etnográfica, en la que se pretende estar en el mismo tiempo que el otro para poder comunicarse con ellos.

Todorov define el etnocentrismo de la siguiente forma: “…consiste en el hecho de elevar, indebidamente, a la categoría de universales, los valores de la sociedad a la que se pertenece. El etnocentrismo es, por así decirlo, la caricatura natural del universalista”.

Ya definidos los términos anacronía, convalidad y etnocentrismo, podemos encontrar a lo largo de los ejemplos que se dan en las lecturas de libros de viajes, cómo en la mayoría de las ocasiones, el observador ve al otro de forma etnocéntrica, subraya la mayoría de las veces lo “retrasada” que se encuentra la cultura a la que observa, comparándola con el orden europeo (si revisamos los libros de viajes escritos por europeos que van a América, Asia o Africa).

Hay que tomar en cuenta que los antropólogos u observadores de los siglos XVIII, XIX y hasta del XX, al ir a la India o a cualquier parte de Oriente, critican en sus textos las formas de vida de dichos países. Cuando hablan de los hábitos de limpieza de los indios, los definen como sumamente retrasados y asquerosos, en comparación a la limpieza y el orden que tiene el europeo.

Las figuras anacrónicas son manejadas por los europeos para justificar y legitimar su estancia y la conquista de otro pueblo. Argumentan que el retraso social, económico y moral, en el que está sumido el otro, es motivo suficiente para llevarle el progreso, ya que no cuenta con él.

Aquí es donde aparece la figura etnocéntrica, ya que los otros se encuentran retrasados porque no son como “yo”, es decir, como el europeo; esta postura se encuentra enfatizada en libros de viajes donde el viajero (como Alli Bey) siempre hace comparaciones como: “…un aíre de reserva y simpleza y el seno nada parecido a la de la bella Europa”, o “La ciudad rodeada de altas murallas con calles angostas y sucias, me pareció una habitación mal sana, se respira un aire sin circulación y viciada por el mal olor”.

Entonces, el viajero asume que lo mejor para ese pueblo es parecerse a Europa y convertirlo en un Estado Nación que obedezca el modelo que implementó el conquistador. El etnocentrismo construye figuras alacrónicas del otro, para así poder dejarlo en el discurso como un “retrasado” que no podría salir a flote sin su “misericordiosa ayuda”. Y ahora, en el siglo XXI, sigue siendo igual aunque el modelo imperialista sea el de Estados Unidos. Toda esta teoría muestra cómo se ejercen las formas de dominio entre las culturas, con tecnicismos y todo, pero ¿qué pasa en nuestro país cuando algunos pensadores quieren que nos parezcamos a otros?

Siguiente noticia

AMLO y su relación exitosa con Trump