Ricardo Andrade Jardí
Parece que no entienden o, peor aún, que sí entienden, pero que les importa poco, muy poco o nada. La educación neoliberal por competencias ha hecho su parte y ha dado origen a una generación de profesionistas individualistas que no son capaces de entender que los seres humanos somos parte de un todo y no el todo es parte de los seres humanos.
La idea de que Yucatán “sea un polo de generación de energía es señal de éxito de una “buena” política económica competitiva, es una confirmación más de que la incapacidad, ya no digamos de soñar futuro, sino simplemente de entender que la destrucción de cientos de miles de hectáreas de Selva para sembrar fotoceldas o aerogeneradores, no es para nada un beneficio ni para Yucatán ni para México ni para el ecosistema planetario y lo que es más, además, es una mentira enorme que no tiene otro fin que engañar a los gobernados y ocultar el real beneficio de la depredadora maquinaria del consumismo capitalista. Lo que no nos presume el gobierno en turno son las consecuencias ambientales que ya tiene y cómo se agravarán en los próximos años para toda forma de vida en nuestro peninsular ecosistema, poniendo como ejemplo la responsabilidad que tendrá la des-forestación en el aumento de temperaturas, que ya han aumentado en los últimos años en proporción al crecimiento del “desarrollo inmobiliario” –que más bien hay que llamar rapiña inmobiliaria– no diciendo nada tampoco sobre la sequía, cada vez más frecuente y prolongada, por la pérdida de árboles vitales para la generación de lluvia como consecuencias obvias de destruir naturaleza en nombre del desarrollo.
La humanidad está condenada a la destrucción mientras se nos sigan imponiendo gobernantes que no son capaces de ver más allá de sus carteras. Gobernantes que no tienen la capacidad de leer un mínimo estudio ambiental y que siguen comprando la mentira de que permitir las mega-granjas en el cinturón de cenotes o los trenes subterráneos en la ciudad de Mérida serán en beneficio del desarrollo del Estado, cuando nunca la destrucción irracional de naturaleza es en beneficio de los pueblos. El capitalismo verde es igualmente capitalismo y la mentira de la transición genética es apenas un intento de respiro para prolongar el modelo de consumo irracional y la producción infinita en un ecosistema finito. Un intento de maquillar la crisis civilizatoria que la pesadilla capitalista-patriarcal nos ha impuesto con todo lo que esto supone para mal… Pero también como oportunidad para cambiarlo todo y apostar por otro mundo posible: ambientalmente responsable y justo para todas y todos.