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Opinión

No Todo son Embates del Conservadurismo

Guillermo Fabela QuiñonesApuntes

 

El gobierno de presidente López Obrador está entrando en una ruta crítica cuya salida definirá el rumbo del proyecto de nación que busca implantar durante su mandato. La derecha, nacional e internacional, están orquestando una estrategia para aprovechar, de modo conveniente y oportuno, los errores, desviaciones y deslices que comete con el objetivo de frenar la marcha de la llamada Cuarta Transformación.

Quieren llegar al próximo año con un mandatario a la defensiva, debilitado lo más posible para que, en los comicios del 2021, Morena pierda su liderazgo en el Congreso, lo que daría paso al reforzamiento de la unidad del conservadurismo y mayor margen de maniobra para dar el zarpazo final. Sería muy lamentable que esto sucediera, porque el país entraría en una fase de descomposición social, política y económica, propicia para que los intereses más reaccionarios y ajenos a la nación, se entronizaran como así sucedió en Brasil, Ecuador y Bolivia.

En la conferencia mañanera del lunes, al referirse a las encuestas que coinciden en un descenso en el nivel de su popularidad, el mandatario afirmó: “El día que el pueblo no me quiera, ese día voy a llorar y me voy a Palenque, así de claro”. Esta referencia, que recuerda una de las últimas canciones del insigne y popular compositor José Alfredo Jiménez, es la de un político herido en su amor propio, resentido porque siente que su enorme labor progresista no ha encontrado la comprensión esperada de las clases mayoritarias.

Hay mucho de cierto en esta aseveración, pero no es porque el pueblo no quiera reconocer sus grandes esfuerzos por sacar al país del estercolero en que lo dejaron los tecnócratas corruptos, sino porque en su propio equipo de colaboradores no ha encontrado el apoyo necesario para hacer comprender al pueblo la magnitud del reto que se echó a cuestas. Por otra parte, de poco ha servido que Morena sea mayoría en ambas cámaras del Congreso; estamos viendo que esa ventaja es muy relativa, por la infiltración del conservadurismo en el partido gobernante.

El ejemplo más obvio es el del empresario Alfonso Romo, quien recientemente fue acusado por tener conflicto de intereses en su responsabilidad de primerísimo nivel como jefe de la Oficina de la Presidencia y prominente miembro del sector privado. Fue acusado de provocar daños ambientales en el Sureste de México y básicamente en Yucatán, a través de su empresa Emerall, la cual dirigió hasta el año 2018 para incorporarse al equipo de campaña del entonces candidato López Obrador.

El pueblo no entiende, menos si no se le explica claramente, los movimientos tácticos y estratégicos de un gobernante tan sagaz y astuto como el tabasqueño. ¿Cómo hacer que comprenda la necesidad de contar con alguien como Romo, que conozca los trasfondos del empresariado nacional y tenga sólida interlocución con ellos? El pueblo se deja llevar por los hechos concretos, y éstos indican que el regiomontano tiene como principal meta en la vida acumular riqueza, aunque al mismo tiempo tenga sentido de responsabilidad social.

El mandatario se comprometió, ante la acusación que se hizo a Romo, a investigar, pues “no hay impunidad” en su régimen. Esta es una magnífica oportunidad de demostrarlo, con resultados creíbles que no dejen dudas. Sólo así el pueblo seguirá apoyándolo; más aún en la medida que demuestre un elemental sentido de autocrítica, porque no todos los escollos que encuentra en su camino son “embates de los conservadores”.

guillermo.favela@hotmail.com

Twitter: @VivaVilla_23

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