Ramón Huertas Soris
“Son tres las esferas que posibilitan, promueven y garantizan las manifestaciones psicopáticas de violencia interpersonal: la esfera de la víctima susceptible, la del victimario motivado y la de las condiciones propicias”.
La violencia interpersonal es siempre una manifestación de psicopatía, que puede ir desde las evidencias groseras hasta formas sutiles y enmascaradas; debiendo ser clasificadas, investigadas y prevenidas, atendiendo a las maneras en que se manifiestan las tres esferas gestoras del acto violento. La violencia femenina en México es tema de justificada inconformidad. La violencia denominada feminicidio es un acto violento mortal, donde la víctima es del género femenino. Entonces, proceden las siguientes preguntas claves: 1- ¿Cuáles son las características que hacen a la víctima, cómo se establecen éstas y cómo hacer profilaxis de los procesos que crean las condiciones para que una persona se convierta en víctima? 2- ¿Qué desequilibrio interno, qué rasgos tiene la conciencia de sí mismo, de los congéneres y del entorno todo, que van sesgando la personalidad del victimario potencial para motivarse por protagonizar el acto violento? 3- ¿Qué inercia de atracción, descuido o manipulación hacen coincidir, de una de las diversas formas óptimas posibles, a la víctima y al victimario; cubriendo así finalmente con la básica condición de concreción del acto violento intencionado y selectivo? Del protocolo anterior debe surgir la sistematicidad para un tratamiento exitoso profiláctico y terapéutico del acto violento; veamos:
Hemos puesto en primer lugar las consideraciones de susceptibilidad de la víctima, porque consideramos a ésta como el elemento clave, en general, del acto violento. Efectivamente la condición de víctima establecida a priori, como un rasgo de personalidad, puede ser la premisa todopotencial; convocadora de emociones, capaces de iniciar, completar o enervar al protagonista ejecutor del acto violento. Evidentemente estamos convocando revisiones de sentido de esa necesidad humana de orientación con libertad que llamamos educación correctamente enfocada y programada, donde su sistema contempla los subsistemas de la educación intrafamiliar, la educación interactiva social y la educación institucional. Efectivamente debemos coincidir en que al sistema educativo, con uso pleno de sus tres subsistemas validados, acreditados y sustentados oficialmente, corresponde prevenir la formación humana desviada que genera víctimas potenciales establecidas a priori. Intentemos precisar. ¿Qué paradigma, metodología, sistemática informativa y entrenamiento, ejercidos por los tres subsistemas educativos, debe prevenir y evitar esa deformación de la personalidad sana que denominamos víctima a priori? José Martí dijo: “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. El artículo I de la Ley Básica Alemana, dicta: “La dignidad humana siempre será intocable”. Todas las autoridades públicas tienen la obligación de establecer, respetar y proteger las garantías para que la dignidad sea una realidad sustentada. La dignidad es la principal condición imprescindible. La dignidad es el valor principal de cada persona, del cual surge el principio básico y especialmente todos los demás: sólo reinando la dignidad el hombre merece, con orgullo auténtico, pertenecer a la raza humana. Los derechos del hombre están íntimamente relacionados con la noción de dignidad humana. La dignidad es la principal garantía, reconocimiento, intención, enfoques y conducta personal de vida, que nos puede conducir a ser (particularmente) quien realmente somos. Un ser humano, que ejerciendo su dignidad se convierte en el protagonista de su vida, nunca tenderá a ser una víctima, (propiciadora ni propicia) de violencia; hágase eco de esta verdad la educación, en franca revisión de su sentido y metas humanistas concretas de formación integral.
Los elementos que promueven las motivaciones de un victimario (ejecutor de la violencia) constituyen siempre una muestra de deformación de las tres manifestaciones del respeto: por uno mismo, por los demás humanos y por el resto del universo, empezando por el entorno personal de carácter natural y/o artificial. Así es, todo victimario es en principio una víctima de una influencia deformadora de su visión del respeto en las tres formas de expresión citadas. Previniendo educativamente las condiciones que favorecen la formación de personalidades susceptibles de concretar víctimas a priori, se logra también prevenir la desviación polar de personalidades propensas a ser victimarios. Efectivamente, de nuevo la responsabilidad recae sobre la educación.
Sobre las condiciones propicias del acto violento se deben tomar algunas medidas generales y puntuales: 1- Que sea desarticulada toda posibilidad de ver como un triunfador, con influencia ejemplarizante inductora, a los que violentando el derecho de otros se adueñan de un poder de transformación en sus vidas, que los lleva a poseer alguna forma de perdón especial, para justificar de alguna forma torcida sus actos medularmente violentos. 2- Legislar la proscripción de todas las formas de educación que no cumplan con la misión humanista básica, de enfocarse totalmente a formar seres humanos particulares; que no se basen en visiones sanas de las tres formas de respeto mencionadas. 3- Generar las garantía judiciales de medidas de protección a la dignidad humana, que hagan lo más difícil posible la concreción de formas de ambiente propicios para gestar actos de violencia, de todo tipo, de toda persona sobre sus congéneres.
Tomando como base lo anterior planteamos que la violencia femenina, y su extremo el feminicidio, debe ser enfocada como un problema de formación educativa defectuosa y de deficientes condiciones judiciales, profilácticas y terapéuticas, de tratamiento de ambientes propicios, estén o no concretados como escenarios y entornos para actos violentos de todo tipo.
El 9 de marzo está convocado un paro femenino en México contra la violencia femenina. Es muy serio dar el sí a dicho paro, tanto como negar las razones ciertas (no las razones manipuladas) que promueven las motivaciones para tal huelga de voluntades, justamente inconformadas con la realidad hoy de altos niveles de violencia femenina en México. Pero son necesarias algunas preguntas orientadoras, de manera que las intenciones del paro y sus acciones y consecuencias, tengan el mayor rendimiento positivo posible: 1.- ¿El paro es para juntar, para gestar coincidencia, para promover soluciones posibles y programas de acciones solucionadoras, o el paro es susceptible de niveles de fomento incontrolado de inseguridades, de riesgos de acunar victimismos debilitantes de las personalidades femeninas del México presente? 2.- ¿Existen todas las garantías de que el paro no tienda a ser una forma de manifestación de la lucha por el poder, que impúdicamente se esgrime en el dolor humano para cualquiera forma de intención de agenciarse con dicho poder? 3.- ¿Se pretende promover una forma preliminar de congreso ciudadano amplio, con créditos gubernamentales, para reenfocar el sentido de la educación mexicana, de manera que sea más eficaz en promover las garantías para que reine el respeto a la dignidad humana; mismo que previene la formación de personalidades con rasgos de víctima a priori o con rasgos susceptibles de acoger motivaciones para convertirse en victimarios durante actos violentos? 4.- ¿Se proyecta promover dentro del Poder Judicial y el Poder Ejecutivo la necesidad de ofertar nuevas y suficientes garantías, para frenar la existencia de ambientes propicios a la violencia femenina y el buen castigo, oportuno, prospectivo, formativo y suficiente, de la violencia femenina; en todas sus formas, siendo tema de oficio y no sólo como respuesta a denuncias acusadoras que generan situaciones de impunidad por complicidad de la víctima con el victimario?