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Opinión

Cuomo, ¿cómo dijiste eso?

Max Lesnik

El periodista de la cadena de televisión norteamericana CNN, Chris Cuomo, es hoy por hoy la gran estrella de la pantalla chica en Estados Unidos, más aún en estos momentos en que a pesar de estar enfermo del maldito Coronavirus sale al aire todas las noches desde el sótano de su residencia en New York, transmitiendo en vivo y en directo a su millones de televidentes las afiebradas vivencias que padece en cuerpo y mente en su solitario confinamiento a que está sometido desde que se detectó su contagio con el mortal virus que azota a la humanidad.

Soy un ferviente admirador de este Cuomo periodista como también lo soy de su hermano Andrew Cuomo, Gobernador del Estado de New York, quien en estos momentos tan difíciles para el pueblo norteamericano batalla en primera fila como tenaz gladiador contra la mortal pandemia que ha centrado su epicentro precisamente en el Estado neoyorquino a su mando, el de más concentración humana de toda la nación. Para el Gobernador Cuomo, todo mi respeto y admiración, que actúa como debiera hacerlo y no lo hace el presidente Donald Trump.

Del periodista Chris Cuomo debiera decir lo mismo, pero no puedo desde que le escuché decir en su comparecencia de las nueve de la noche de ayer martes, en su programa de CNN, que era un admirador ferviente del congresista cubanoamericano Mario Díaz Balart, quien en verdad no tiene otro mérito que el de estar como el propio Cuomo, contagiado del mismo mal. ¿Es que eso hace más humano a Díaz Balart ?, que no lo es hasta el día de hoy por su conducta con respecto a Cuba, por su apoyo permanente al odioso Embargo-Bloqueo a que está sometido ese pueblo cubano desde hace más de sesenta años. Es el odio del pasado batistiano que se resiste a morir.

¿Es ese el mérito de Díaz Balart que merece la admiración del periodista Chris Cuomo? ¿Cuomo, cómo dijiste eso? ¿No sería más digno de admirar el abnegado sacrificio de los miles de médicos y enfermeros y enfermeras cubanos que han salido de la pequeña isla bloqueada y asediada por Estados Unidos al auxilio de otros pueblos del mundo azotados por la mortal pandemia del Coronavirus?

Sin embargo, algo debo de agradecer al colega periodista Chris Cuomo, porque gracias a él, El Duende resucita a la vida y sale de nuevo al ruedo después de un largo sueño en su tumba fría. Que donde no hay miedo no hay fantasmas. Y termino rogando por todos los que han muerto o padecen de este virus mortal. Ruego por Cuomo y también por Díaz Balart, ¿por qué no? Que lo cortés no quita lo valiente.

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