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Opinión

Polos de Desarrollo: ¿reindustrialización con Estado o simple relocalización?

“Marcelo Ebrard Ebrard fue enfático: no se trata de parques industriales tradicionales ni de una reedición del modelo de zonas francas, sino de una política de Estado que combina inversión privada con planeación pública”.

Polos de Desarrollo: ¿reindustrialización con Estado o simple relocalización?
Polos de Desarrollo: ¿reindustrialización con Estado o simple relocalización?

En dos guerras mundiales, Estados Unidos contendió con Alemania y, en am bos casos la derrotó, curiosamente con Rusia como aliada. Finalizada la Segunda Guerra Mundial la ocupó y la acompañó en la reconstrucción económica, la rehabilitación política y el rearme.

La política económica suele medirse por sus intenciones, pero se juzga por sus efectos. Este lunes, en la conferencia mañanera, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, presentó los avances de los Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar, una estrategia que -en sus palabras- busca “ordenar el crecimiento, llevar la inversión a donde históricamente no llega ba y generar bienestar real, no sólo cifras macroeconómicas”.

Ebrard fue enfático: no se trata de parques industriales tradicionales ni de una reedición del modelo de zonas francas, sino de una política de Estado que combina inversión privada con planeación pública. “El mercado por sí sólo no corrige las desigualdades regionales; por eso el Estado interviene para orientar, facilitar y acompañar el desarrollo”, explicó durante su intervención.

Una apuesta por la reindustrialización regional

Los datos presentados muestran una clara intención de diversificación productiva. Automotriz, farmacéutica, agroindustria, logística, energía, siderurgia y economía digital aparecen como sectores ancla, con inversiones que superan los 2 mil millones de dólares en el polo farmacéutico de Hidalgo o los 2 mil 500 millones de pesos en la Puerta Logística del Bajío, en Celaya.

Durante la conferencia maña nera, Ebrard subrayó que estos proyectos no son anuncios fu turos, sino inversiones en mar cha: “Hay polos donde el cien por ciento de la superfi cie ya está comprometida y obras que con cluyen en el primer trimestre de 2026”, dijo, al detallar los casos de Puebla y Michoacán.

Para la economista Claudia Vi llegas, este enfoque “marca un giro frente al modelo de maqui la extensiva: aquí hay contenido nacional, investigación, cadenas productivas y fi nanciamiento pú blico articulado”. La participación de Nafi n, Banobras y gobiernos estatales, destacada también por el propio Ebrard, rompe con la lógica de subsidios pasivos que caracterizó a sexenios anteriores.

El nearshoring, pero con reglas Uno de los mensajes políticos más claros del Secretario fue que México no quiere ser sólo un receptor pasivo del nearshoring. “No vamos a permitir que la relocalización reproduzca desigualdades ni se concentre en los mismos corre dores de siempre”, afirmó.

Polos como Morelia-Zinapécua ro, AIFA-Zapotlán, San José Chiapa-Nopalucan o Huamantla no están en los centros industriales saturados del norte, sino en regiones históricamente relegadas del desarrollo nacional. Según Ebrard, el objetivo es claro: “llevar empleo, infraestructura y valor agregado a donde antes sólo llegaban promesas”. El analista industrial Jorge Mattar coincide: “No es sólo atraer empresas, es decidir dónde y para qué. La relocalización sin política industrial sólo reproduce desigual dad; con planificación territorial, puede convertirse en desarrollo”.

Riesgos y preguntas incómodas

Ebrard reconoció que el desafío no termina con la inversión inicial. “El reto es que estos polos funcionen como ecosistemas productivos, con capacitación, innovación y encadenamientos locales”, señaló, al insistir en el fortalecimiento de capacidades regionales.

No obstante, persisten riesgos: coordinación con estados y municipios, transparencia en la asignación de terrenos y la necesidad de que los empleos generados sean realmente bien remunerados.

Desde la oposición ya se cuestiona si estos polos no terminarán siendo elefantes blancos o incentivos fiscales encubiertos. El Gobierno apuesta a que los resultados desmonten esa narrativa