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Opinión

Cuenta regresiva para el fin de la guerra en Ucrania  

“Las posiciones de Ucrania son más simples, limitándose a exigir la retirada de las tropas rusas de todo el país y a rechazar la anexión de sus territorios conquistados manu militari por Rusia”, menciona Jorge Gómez Barata.
Cuenta regresiva para el fin de la guerra en Ucrania
Cuenta regresiva para el fin de la guerra en Ucrania

En lo que parece ser resultado de las tensiones generadas por la promesa del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de cesar inmediatamente la guerra en Ucrania, empeño dilatado por las posiciones de los tres actores principales: Rusia-Ucrania-OTAN, lo cual conllevó a que el mandatario fijara un plazo para alcanzar la meta que había propuesto.

Al debate se sumaron los comedidos alegatos del presidente ruso, Vladímir Putin, en la isla Valaam, el pasado 25 de julio, así como las palabras más subidas de tono del expresidente ruso Dmitri Medvédev, quien sobrepasó al líder de su país al afirmar que el plazo de Trump era: “Un paso hacia la guerra entre ambas superpotencias”, alusión que motivó el anuncio del propio Trump sobre la movilización de dos submarinos nucleares armados con unos 40 misiles y torpedos atómicos. La tensión que recordó el origen de la Crisis de los Misiles en Cuba, en 1962, parece haber motivado la visita a Moscú de Steve Wittkopf, enviado especial de Trump, tras la cual han ocurrido eventos magníficos.

En cuestión de horas, se anunció la cumbre presidencial que tendrá lugar el 15 de agosto en Alaska. El primer acuerdo es que han cesado los desacuerdos entre dos de los tres políticos más poderosos del presente, quienes han decidido avanzar en una negociación que pudiera llevar al fin de la guerra. Inmediatamente después de su encuentro con Wittkopf y del anuncio de su próxima cita con el mandatario norteamericano, Putin telefoneó a varios de sus más cercanos aliados, entre ellos el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro indio, Narendra Modi, para ponerlos al tanto de aspectos de lo conversado y tal vez para elaborar posiciones comunes para el encuentro. Todos los aludidos saludaron los esfuerzos para avanzar hacia una solución política del conflicto en Ucrania. Al margen de que se traten otros asuntos, la agenda de la reunión está  contenida en los memorándums intercambiados entre las delegaciones rusa y ucraniana en el segundo encuentro para negociaciones directas efectuado anteriormente en Estambul.

Las posiciones rusas pueden resumirse en: reconocimiento por Ucrania e internacionalmente de la incorporación a Rusia de los territorios conquistados militarmente de Crimea, Donbass, así como las regiones de Zaporiyia y Jerson; renuncia de Ucrania a ingresar en la OTAN y tanto a poseer como a emplazar armas nucleares en su territorio; prohibición de la presencia de tropas extranjeras desplegadas o con bases en Ucrania, así como otros objetivos menos precisos como la llamada desnazificación.

Las posiciones de Ucrania son más simples, limitándose a exigir la retirada de las tropas rusas de todo el país y a rechazar la anexión de sus territorios conquistados manu militari por Rusia. La distancia de las posiciones de los contendientes hace extremadamente difícil y compleja la labor de Estados Unidos que, en calidad de mediador, deberá trabajar para aproximar las posiciones de ambas partes, para lo cual deberá encontrar puntos de contactos, ejercer artes diplomáticas, así como combinar presiones e incentivos. Obviamente, para avanzar, ambas partes deben abandonar las posiciones maximalistas, ceder para recibir y, si bien es preciso tomar nota de la situación de las tropas en el terreno, también habrá que aludir al carácter unilateral y desigual de algunas demandas.

La igualdad soberana de los estados, que es una conquista de la humanidad, hace que en ninguna negociación un adversario pueda reclamar algo que el otro no puede concederle, y que es inaceptable para sí mismo. Por lo pronto, el hecho de que se haya pactado la cumbre presidencial constituye un formidable avance. Es posible que los presidentes resuelvan un marco estratégico, como son las cuestiones asociadas a las reclamaciones territoriales y al futuro de Ucrania como estado que deberá disfrutar de las mismas prerrogativas que todos los miembros de Naciones Unidas, y dejen a expertos y representantes el resto de las cuestiones.  

Seria faltar a la verdad y a la ética, soslayar el hecho de que hay algo anómalo en el hecho de negociar sobre Ucrania, sin Ucrania, no obstante, probablemente, se trate de un recurso válido para avances previos y resultados preliminares hacia soluciones dignas y definitivas que sólo se alcanzarán sumando al país que más sufre y seguramente más perderá. En cualquier caso, es de la mayor importancia que los mandatarios avancen rápidamente, evitar que la hostilidad y la mentalidad de confrontación vigente en los teatros de operaciones se trasladen a la mesa de negociaciones y se atrincheren. Es preciso evitar que Trump, por ahora el único mediador habilitado y solvente, se impaciente y se retroceda a las peligrosas posiciones anteriores.

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