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Opinión

La milpa yucateca

“Y para mí, aquí está la esencia del zapatismo carrillista: sembrar maíz, regresar al orígen, a la milpa yucateca”, menciona Sergio Lugo.
La milpa yucateca
La milpa yucateca

Armando Bartra escribió el libro Suku’un Felipe. Felipe Carrillo Puerto, y la revolución maya de Yucatán (México, FCE). Trata sobre la vida y obra de quien fuera gobernador de Yucatán de 1922 a 1924. Está escrito de forma literaria, a veces como sí fuera una novela. El lenguaje es sencillo y apasionante, que te describe cada momento que vivió Felipe Carrillo Puerto, desde su infancia hasta que lo fusilaron.

Tuve la fortuna de comentar su libro, junto con él, la semana pasada, en cuatro lugares de Quintana Roo: Cancún, Playa del Carmen, Bacalar y Chetumal. Durante los tres días que conviví con él, más lo que contó en su libro, quiero resaltar lo siguiente. Felipe Carrillo Puerto desde joven se interesó por los indígenas, tanto que aprendió a hablar maya, eso provocó que lograra comprender cómo pensaban y vivían ellos, incluso, en una de las ocasiones en las que fue encarcelado, el motivo fue por defenderlos.

De joven trabajó en la tienda de su padre, eso le ayudó a estar en contacto con la gente. En su formación intelectual, Felipe fue autodidacta, leía textos que le llegaban de Cuba y de España, así como algunas ocasiones del periódico Regeneración. Al mismo tiempo, escribió en revistas y periódicos de Yucatán.

Años más tarde, Felipe usaría la radio y los periódicos como medios de difusión de su ideología política. Cuando trabajaba de arriero lo invitaron a conocer Chichén Itzá, lo caló tanto que como gobernador abrió un camino para llegar a esa zona arqueológica, para que todo el mundo la conociera. Para mí, el punto medular es cuando conversó con Emiliano Zapata (su cumpleaños fue el 8 de agosto), en San Pablo Oztotepec, Milpa Alta, Ciudad de México, en 1914.

Es cuando Felipe Carrillo Puerto decidió llevar la revolución zapatista a su tierra, Yucatán. En 1915, el Presidente Venustiano Carranza envío a Yucatán al general Salvador Alvarado (de Sinaloa), para gobernar la Península.

Él combatió a lo que llamó la Casta Divina, que eran los dueños de las haciendas del henequén, que tenían de esclavos a los mayas. A veces les daban latigazos en la espalda para después arrojarles jugo de naranja con sal.

Los hacendados tenían el derecho de "pernada", es decir, ultrajar a las mujeres cuando se fueran a casar. A nivel nacional, Carranza era enemigo de los zapatistas; sin embargo, Alvarado invitó a Carrillo Puerto a colaborar en su Gobierno, algo inaudito. Ambos coincidían en que, tanto el alcoholismo como el fanatismo religioso, mantenían sumisos a los indígenas, campesinos y obreros.

Bartra narra cómo Felipe empezó a organizar lo que sería el Partido Socialista del Sureste, el cual no sólo era electoral, sino de masas, un partido - movimiento. Realizaban asambleas culturales. Cuando el escritor menciona a Mérida, Motul e Izamal, siento que estoy viviendo esas álgidas reuniones. El autor explica la diferencia de ambos, Alvarado tenía una visión que creía en el capitalismo con "rostro humano", pero Carrillo Puerto era más radical, socialista.

Al poco tiempo, Carranza mandó a Alvarado a otro estado y empezó la persecución de Carrillo. En 1919, el coronel Guajardo asesinó a Zapata por órdenes de Carranza. En 1920, Carrillo Puerto apoyaría a los generales sonorenses Álvaro Obregón, Elías Calles y Adolfo de la Huerta, que se levantaron contra Carranza, y éste es asesinado.

En 1922, Carrillo Puerto pudo haber sido impuesto militarmente en Yucatán con apoyo del Presidente Obregón, pero Felipe prefiere legitimarse y compite electoralmente para gobernador, ganó estrepitosamente. Su primer discurso lo dijo en maya, tradujo la Constitución en esa lengua. Creó escuelas diurnas y de oficios para los pobres, con el método de enseñar con situaciones reales.

Fundó la que ahora es la Universidad Autónoma de Yucatán, con el apoyo forzado de José Vasconcelos (de visión euro-centrista), de ahí viene la anécdota de los "huevos motuleños". Fue precursor de los museos yucatecos.

Aprovechó la práctica del beisbol como factor de cohesión social.

A su amada Alma Reed, la periodista estadounidense, le mandó componer una de las canciones más bellas y conocidas en Yucatán: Peregrina. Pero Armando Bartra también resaltó en su libro a Elvia Carrillo Puerto, la hermana feminista y una de las precursoras del voto femenino, no sólo en Yucatán, sino en todo México. Ella, junto con Rosa Torre y otras mujeres delegadas, hacían asambleas en Izamal, que no tenían voto, pero sí voz, que a veces el machismo trataba de callarlas. Las Ligas de Resistencia y feministas fueron primordiales.

Sobre ella escribió: "En 1912 fundó en su pueblo natal (Motul), la primera organización femenina de campesinas y participó activamente en el Partido Socialista del Sureste, donde ella y Rosa Torre, las dos maestras, impulsaron con muchas enaguas las cuestiones de género en los congresos varoniles de Motul e Izamal... En 1922 Elvia fue la primera diputada en la Cámara local, mientras que Rosa era regidora en el Ayuntamiento de Mérida". En 1923 el general Adolfo de la Huerta hizo un golpe militar contra el Presidente Obregón, porque el mandatario le dio el "dedazo" a su Secretario de Gobernación Plutarco Elías Calles, para sucederlo. (Ahí andaba Alvarado con los golpistas). Varios militares se insubordinaron, y en Yucatán, los vieja Casta Divina, aprovechó eso para cooptar a los militares mercenarios, entre ellos Ricárdez Broca, quien mandó perseguir y fusilar a Carrillo Puerto y sus seguidores.

El gobernador yucateco le había solicitado con insistencia al Secretario Elías Calles le enviara armas y municiones para enfrentar a los golpistas, pero las armas no llegaron a tiempo.

Carrillo Puerto tenía al pueblo yucateco organizado en el Partido y en las Ligas de Resistencia, pero no tenían armas para defenderse.

Bartra narra magistralmente esa angustia de Felipe y su gente al huir de los militares, pero lamentablemente no tuvieron opciones, o la selva o el mar.

Finalmente, la aprehensión fue en el límite de Yucatán con Quintana Roo. Les hicieron un juicio injusto, y Felipe con algunos de sus seguidores fueron fusilados el 3 de enero de 1924, en el cementerio de Mérida.

Para Armando Bartra el proyecto social de Felipe Carrillo Puerto fue tan radical, porque no sólo se trató de quitarle las haciendas del henequén a la oligarquía, sino de poner a los campesinos y mayas, a trabajar su tierra.

El escritor anotó: "Carrillo Puerto razonó como lo había hecho Emiliano Zapata cuando tuvo el control de Morelos: para evitar la hambruna hay que recuperar la tierra usurpada por las haciendas y producir nuestros propios alimentos. "Hagamos milpa", había demandado el suriano. "Volvamos al maíz", demandará el motuleño".

Y para mí, aquí está la esencia del zapatismo carrillista: sembrar maíz, regresar al orígen, a la milpa yucateca.

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