
El pasado 20 de agosto inició la fase intensa o crítica de la temporada de ciclones tropicales 2025, que terminará aproximadamente el próximo 15 de octubre; aunque este año, debido a que quizás en el mes de octubre regrese el fenómeno meteorológico de La Niña, es muy probable que la fase intensa se prolongue hasta fines de octubre, como ocurrió en el 2020, cuando incluso a principios de noviembre afectaban a la Península de Yucatán ciclones tropicales. La Niña favorece ampliamente su formación, ya que provoca que disminuya el viento cortante que impide que se formen, o bien los debilita y disipa.
En esta etapa intensa, el viento cortante disminuye en gran parte de la zona donde las aguas oceánicas ya tienen las temperaturas adecuadas (a veces por encima de los 30° C) para permitir la formación de ciclones tropicales. Esta temperatura ha sido común en los océanos, por el calentamiento global, además de que la atmósfera está más inestable; todo ello ayuda que haya bastante actividad en la cuenca del Atlántico, Golfo de México y Mar Caribe.
No es nuevo que, a lo largo de la historia, en esta etapa crítica se han formado grandes huracanes y también los peores que se conozcan, que han dejado huella, por haber causado destrucción y muerte en la Península de Yucatán: a principios de septiembre de 1955, el huracán “Hilda” azotó la costa centro de Quintana Roo, específicamente la bahía de las Ascensión, destruyendo por completo el puerto de Vigía Chico, dejando muerte y destrucción. Este puerto fue abandonado después de este fenómeno meteorológico, que luego causó la peor inundación de aquella época en Mérida, causando daños y víctimas mortales. A fines de ese mes, el huracán “Janet” de categoría 5 en la escala Saffir-Simpson impactó el sur de Quintana Roo causando muerte y destrucción en el puerto de Xcalak y posteriormente en Chetumal; para esta ciudad ha sido su peor evento de huracán jamás sufrido, pues dejó una estela de destrucción, aproximadamente 200 personas muertas y otro tanto desaparecidas. Ha sido el huracán más mortífero en la historia de la Península de Yucatán.
Luego, a mediados de septiembre de 1967, el huracán “Beulah” también causó muerte y destrucción en el Caribe mexicano, en especial en Cozumel e Isla de Mujeres. En 1988, en la primera quincena de septiembre azotó a la parte norte de la Península de Yucatán el llamado huracán del siglo “Gilbert”, con categoría 5, que arrasó el balneario de lujo de Latinoamérica del momento, Cancún, junto con Cozumel e Isla de Mujeres su ruta abarcó hasta Yucatán, un verdadero parteaguas, por la destrucción y muerte también jamás vista. También en septiembre, pero del 2002, “Isidore”, el último gran huracán que ha azotado a Yucatán, causó una destrucción mayor que la ocasionada por “Gilbert”, debido a su paso lento de 36 horas por la zona. A fines de agosto del 2007 llegó el último gran huracán que ha sufrido la Península: “Dean”, de categoría 5, que devastó el poblado de Mahahual, en Quintana Roo. Después llegaron algunos ciclones tropicales que han causado daño, pero ninguno tan intenso que haya dejado muerte y destrucción.
Ya ha pasado muchísimo tiempo, 18 años para la Península y 23 para Yucatán, y en ese lapso el comportamiento de los ciclones tropicales ha cambiado mucho porque ahora su paso ya no dura de 10 a 12 horas, sino más de 20 horas; además, con el cambio climático provocado por el calentamiento global, en corto tiempo (menos de 20 horas) pueden pasar de tormentas tropicales a huracanes de categoría 5, y eso sí preocupa grandemente hoy en día. Todavía el año pasado, el huracán “Milton”, de crecimiento explosivo y movimiento muy lento, amenazó con provocar una catástrofe mayúscula en el Oeste y Norte de la Península; afortunadamente, no ocurrió, todo quedó en un gran susto. Recuerden que la única forma de enfrentar a estos fenómenos meteorológicos es con la preparación, porque aunque ha pasado mucho, tiempo tarde o temprano llegará uno intenso a la zona.