
¿Dónde está hoy el pensamiento político avanzado y quiénes son sus exponentes vivos? Obviamente no está en Europa donde se ha optado por la guerra repitiendo uno de los más antiguos errores en que, una y otra vez, incurren los líderes políticos. Tampoco está en Norteamérica, ni en Rusia o Iberoamérica, en Oriente Medio ni en Asia. Entonces: ¿No está en ninguna parte? No existe un pensamiento político avanzado.
La impugnación por amplios sectores del liberalismo, la más exitosa de las doctrinas políticas, el rechazo al socialismo abandonado por los países ex socialistas europeos y por Rusia, y el auge del fundamentalismo y de tendencias a establecer regímenes autoritarios y confesionales, así como la llamada desideologización, ponen en duda la existencia de un pensamiento político avanzado.
No obstante, la humanidad no está acéfala porque, afortunadamente, a escala global continúan predominando ideas filosóficas y políticas sabias, eficaces y rectoras que fueron creadas hace cientos de años, sin las cuales sería inconcebible la cohesión necesaria para el funcionamiento de las sociedades.
También existen intelectuales y académicos, antropólogos, historiadores, economistas, politólogos y otros ensayistas que elaboran y exponen ideas fundamentales sobre la sociedad y los problemas actuales, pero que no constituyen doctrinas innovadoras, ni rebasan el horizonte establecido por las ideologías del pasado, no se comprometen con propuestas de futuro ni poseen el perfil determinista propio de las ciencias.
La práctica teórica como llaman a la actividad científica fundamental productora de nuevos conocimientos, es la base de la ciencia, incluida las ciencias sociales que deberían sustanciar las grandes innovaciones sociales, las últimas de las cuales tuvieron lugar en el siglo XVIII con las revoluciones en las 13 Colonias de Norteamérica y Francia, que instalaron las ideas de la democracia y el estado de derecho.
La instalación del liberalismo como ideología política dominante, modificó el curso de la historia de la humanidad porque abrió los horizontes a las libertades individuales y desataron la creatividad. Con la entronización de la democracia, la más importante de todas las categorías políticas, se liberó el espíritu humano y se abrieron cauces a la tolerancia y a la participación de las mayorías, cosas que, junto al estado de derecho y los derechos humanos, representa la mayor revolución cultural conocida.
Desde entonces estas ideas han constituido el núcleo del pensamiento político dominante. Aunque respondió a las necesidades de la época moderna y contemporánea, al no propiciar integralmente la justicia social, el liberalismo no colmó todas las aspiraciones y fue retado.
En el siglo XIX, como parte del auge económico asociado a la revolución tecnológica, el mercado mundial y la economía de mercado, junto con el capitalismo, se forjó la clase obrera europea, asociación que dio lugar al capitalismo moderno, término con el cual, Karl Marx bautizó aquel nuevo modo de producir.
El incipiente desarrollo de los estados europeos, propició que el auge industrial y mercantil tuviera lugar en un ambiente de total desregulación económica y laboral, lo cual fue aprovechado por los dueños del capital, para maximizar sus ganancias estableciéndose un estado de cosas, conocido como “capitalismo salvaje”.
Entonces, la intelectualidad europea avanzada, entre ellos Karl Marx, asumió la representación de los trabajadores. Apareció así el socialismo moderno alguna de cuyas tesis se sustentaron científicamente. Después de un duro bregar, la revolución socialista se agotó y se depuso a sí misma. A mediados del siglo XIX, en Europa, el pensamiento político se dividió en tres vertientes y, sin omitir al liberalismo, aparecieron el marxismo, la socialdemocracia y el pensamiento socialcristiano que dieron lugar a las grandes corrientes políticas que predominaron en los siglos XIX y XX y tienden a debilitarse.
El colapso de la Unión Soviética, aún inconcluso, prueba de lo cual es la guerra que envuelve a quienes fueron dos de sus pilares fundamentales, es el más grande revés del movimiento progresista a escala mundial, tanto que dejó sin opciones a las mayorías oprimidas. Sin ninguna propuesta válida, la crítica al liberalismo y a la democracia, al socialismo de matriz marxista, a la socialdemocracia y a la democracia cristiana, con el agua sucia bota la criatura, renunciando a preceptos que no pueden sustituir.
La democracia y el socialismo son lo mejor que, en términos de pensamiento político y social, ha producido la humanidad. Es cierto que: “Un mundo mejor es posible”, pero no se construirá a cañonazos. ¿De dónde saldrá el martillo, verdugo de estas cadenas? Preguntó un excelso poeta cuya apelación sigue sin respuesta. Allá nos vemos.