
Las celebraciones en honor a los Fieles Difuntos representan un gasto considerable para las familias, alcanzan hasta 800 pesos sólo en la comida de la ofrenda, un monto que resulta oneroso para la economía doméstica.
Los habitantes han optado en la unión de parientes para colocar un altar compartido y dividir el costo, lo que además fomenta la convivencia y preserva la tradición.

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Fany Poot, residente de la cabecera municipal, comentó que la preparación comienza días antes con el adorno del altar y en estas fechas suele reunirse con sus seres queridos para elaborar el chirmole, un platillo tradicionalmente ofrendado. Enfatizó que cada familia adapta la ofrenda al gusto del difunto (lo que solía comer en vida), haciendo que esta varíe en cada hogar.
La preparación de las ofrendas para las almas que, según la creencia maya, regresan anualmente al hogar, exige una inversión en ingredientes que, en un contexto de crisis económica, se vuelve especialmente onerosa, no obstante, la devoción y el arraigo cultural motivan a los pobladores a buscar estrategias para mantener viva la costumbre.
Gloria Pech, otra residente, detalló que los gastos que implican colocar una ofrenda son onerosos para una sola persona ya que se debe preparar comida y alimentos para el desayuno.
Señaló que se llega a gastar 400 o 500 pesos y eso se va ahorrando desde ahora para esas fechas. La planificación financiera anticipada subraya la magnitud del compromiso económico que esta celebración impone a los hogares.

La crisis económica ha forzado a algunas personas a recalendarizar su ofrenda principal, optando por trasladar el gasto más fuerte al ochovario o biix, es decir, a los ocho días posteriores a los días de los Fieles Difuntos.
Es en esta segunda jornada, se despide a las ánimas, donde la tradición local dicta la preparación de los platillos más elaborados y costosos, como los imprescindibles mucbipollos (o pibes), chachacuahes, y vaporcitos, entre otros manjares típicos y profundos de la gastronomía local de la temporada.
Pech reveló que invierte hasta 2 mil pesos para la compra de ingredientes y la mejor opción para mitigar el impacto es la cooperación: “Es mejor compartirlo con la familia y no hacerlo solo en casa, para que resulte más económico”, dijo.
Según la tradición local, la oportunidad para honrar a los difuntos se extiende a lo largo de todo noviembre, si por alguna razón de fuerza mayor –y la económica es la más común– no se pudo realizar la ofrenda el 31 de octubre, 1, 2 de noviembre o durante el biix, la creencia establece que se puede y se debe cumplir con las ofrendas antes de finalizar el mes, este gesto de cumplimiento permite despedirlos el último día en su viaje de regreso al más allá y esperarlos de nuevo el próximo año.

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La alta estima por la memoria de los ancestros choca con los límites del presupuesto familiar, haciendo de la unión y cooperación una nueva forma para mantener vivo el espíritu y sabor de una costumbre en la Península de Yucatán, la división de un costo de hasta 2 mil pesos entre dos o tres familias no sólo aligera la carga, sino que refuerza el tejido social y lazos de parentesco, garantizando que ninguna alma se quede sin su ofrenda.