Yucatán

Recordamos a nuestros muertos porque ellos viven

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A los muertos no los recordamos para que vivan, sino porque viven, dijo ayer por la mañana el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega en su homilía de la misa que presidió en el cementerio de Xoclán con motivo de la conmemoración de los Fieles Difuntos.

Ante un gran número de personas que llevaban ramos de flores, ya que por la lluvia llegaron tarde y no habían pasado a depositarlas en las tumbas de sus seres queridos que fueron a visitar, y teniendo como concelebrante al vicario de San Juan Pablo II, Antonio Tamayo Loeza, el Arzobispo saludó a todas las familias asistentes, entre ellas al alcalde meridano y su esposa, y agregó:

-Se hizo muy famosa una película, “Coco”, y me la recomendaban, decían que era muy bonita, que habla de la cultura de México, de los difuntos, que fue hecha por la marca Walt Disney. Está muy bien hecha como todas las películas de Disney, muy colorida, pone en alto a México, pero la verdad es una película totalmente contraria a la fe cristiana. Totalmente contraria, porque la idea que se maneja desde el principio hasta el final, en la voz del Bronco, que canta, es ésta: Que los muertos viven mientras alguien los recuerda. Pero eso no es nuestra fe. Nosotros sabemos que los muertos viven independientemente de nuestra memoria, muy aparte de ella. Esto que dice la película es un pensamiento pagano que se tenía desde el Imperio Romano, aún antes de Cristo, y ese era el motivo de las esculturas dedicadas a los emperadores, porque ellos creían: Después de la muerte no hay nada, absolutamente, todo se acaba. Es lo que ellos creían. Y por eso hacían las estatuas a los emperadores con esta leyenda: Ad perpetuam rei memoriam. Para la memoria en recuerdo perpetuo de esta persona. Porque pensaban, mientras me recuerden, entonces estaré vivo. Pero nosotros decimos esto: A los muertos no los recordamos para que vivan, sino los recordamos porque viven. Esa es nuestra fe. Difuntos que viven, sea en el cielo, sea en el purgatorio. Benditos de mi Padre.

Nadie puede contar el número de los santos

Dijo también:

-Ayer (el jueves) celebramos la fiesta de Todos los Santos. Hay gente que todavía se queja porque dicen que después del Concilio vino una reforma del calendario litúrgico y se pusieron por delante a otros santos y a otros no se les considera ya. Y ahora mucha gente mayor, sobre todo, dicen: es un santo descontinuado. De los que en mi tiempo sí venerábamos. No es así: los santos viven en la presencia de Dios. No caben en el calendario, porque apenas hay 365 días, y el libro del Apocalipsis nos dice que San Juan vio una multitud. Primero 144 mil, 12 mil de cada tribu del pueblo de Israel. Y luego que vio una multitud inmensa que nadie podría contar, de toda raza, pueblo y nación. Nadie puede contar el número de los justos. Así es que ayer celebramos a todos esos santos que nadie conoce, y a esos santos no les importa estar en el calendario, no les importa: Es más, les decía ayer a las hermanas Hijas de la Luz, que los santos no necesitan de nuestro culto.

Y alguien dirá:

-¿Cómo que no necesitan de nuestro culto? Tanto que gastamos en los voladores y en la fiesta, y que los bajamos, y que los llevamos en procesión.

Bueno, pues la verdad es que los santos no necesitan todo ese culto que les damos. ¿Por qué? ¿Por qué no necesitan de eso? Porque lo tienen todo. Están con Dios y Dios es lo único que necesitamos, y en la eternidad lo podremos comprobar y disfrutar: Eso que decía Santa Teresa: Sólo Dios basta.

La fiesta es para nosotros

Así es que a un santo aquí le bailen o le canten o lo lleven o lo traigan, eso es lo de menos. Él como quiera está plenamente feliz en el cielo junto al Señor. ¿Entonces para qué les hacemos fiesta a ellos? No, la fiesta no es para ellos, es para nosotros. Es para nosotros porque nos divertimos, la pasamos bien. Pero además porque los recordamos y decimos: Allá donde están ellos, allá quiero llegar. Puedo llegar. Los recordamos para motivarnos y decir: Para allá voy, sí se puede. Él era como yo, de carne y hueso. Yo también puedo. Para eso celebramos a los santos, para motivarnos. Y por los difuntos pedimos todos los días del año. En todas las misas. No es necesario que la gente pague intenciones por las almas del purgatorio, porque en todas las misas se pide por las almas del purgatorio.

Hoy de una manera extraordinaria, como cada año, celebramos a los fieles difuntos. Y no sabemos quiénes de ellos, familiares o amigos, ya no están en la lista del purgatorio, sino que ya están en la lista del cielo.

La oración no se desperdicia

Además los santos no necesitan de nuestra oración, sino que ellos pueden interceder por nosotros. Y nos preguntaremos: ¿Y si no necesitan de mi oración entonces mi oración se desperdicia porque ya están ellos en el cielo? No, la oración nunca se desperdicia. La oración siempre nos hace bien a nosotros mismos y el buen ecónomo, Dios Nuestro Señor, reparte la oración entre todos. Es la Iglesia, que aquí está representada en este grupo numeroso, la Iglesia de la tierra que pide por sus hermanos del purgatorio. Y junto con los hermanos del purgatorio, todos esperamos llegar con los hermanos que ya están en el cielo. Y ellos interceden por los del purgatorio, y por nosotros.

Y nosotros intercedemos por los del purgatorio y unos por otros. Ahí decimos: Te encargo oración, ayúdenme. Las redes sociales qué bien se aprovechan ahora para apoyarnos en la oración. Esa es nuestra fe, fe de un pueblo vivo que camina hacia la casa del Padre. Algunos terminaron su peregrinación, y están en purificación. Hoy lo celebramos. Otros ya llegaron hasta el cielo, hasta Dios nuestro Padre, y bueno, lo celebramos el día de ayer, y todos los días nos encomendamos a ellos. Pero ya sabemos qué se necesita para alcanzar la vida eterna.

1,500 millones, ¿y los demás?

Dirán ustedes, pero si apenas en el mundo hay 1,500 millones de cristianos. Y los otros no son cristianos, son paganos, son budistas, son sintoístas, son del Islam, o no tienen religión. ¿Y ellos qué? Ellos también son hijos de Dios. ¿Cómo entonces va a ser el juicio, si nunca fueron a misa, se van a condenar si no saben rezar un rosario? ¿Se van a condenar? Ellos no sabían del rosario, ni del significado de la misa, no sabían, si hubieran sabido, no se hubieran perdido una sola misa a la que pudieran asistir. ¿Cómo se les va a juzgar?

Como dijo Cristo: Vengan, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me hospedaron. Ahí están nuestros pobres hermanos hondureños. Estuve desnudo y me vistieron, estuve en la cárcel y me fueron a ver, enfermo y me visitaron. Estas obras de caridad serán el motivo de nuestro juicio. De toda la humanidad, no nada más de los católicos. Así es que la inmensa mayoría de la gente en el mundo, hace obras buenas sin saber que es a Cristo a quien están atendiendo. Qué sorpresa se llevan al morir y encontrarse que el Señor los recibe con los brazos abiertos y les dice:

-Vengan, benditos de mi Padre.

Gracia especial

Continuó así el Arzobispo:

-Nuestros hermanos difuntos viven en la presencia del Señor. ¿Se estarán purificando? Pidamos por ellos. Es más, hoy en este día tenemos una gracia muy especial, cada uno de nosotros puede sacar un alma del purgatorio mediante la confesión, la comunión, la oración por el Papa, un Padre Nuestro y un Ave María, la recitación del Credo, el propósito de una enmienda total de nuestros pecados. Alguien dirá, es que yo no me he confesado: Bueno, a lo largo de una semana puede confesarse y comulgar, no tiene que ser necesariamente hoy. Pero tenemos ese poder como Iglesia, poder salvador que Cristo ha puesto en nosotros, miembros de su cuerpo que es la Iglesia santa de Dios. Por eso tenemos ese poder, y esa seguridad. Siempre pedimos, pero hoy podemos pedir con la autoridad de la fe, con la seguridad que el Señor nos da por medio de su Iglesia, para que cada uno de nosotros podamos liberar al alma de un ser querido, de un familiar, de algún amigo, etcétera. Es el Salvador el que nos da ese poder.

Sólo Cristo salva, sí, y nosotros con Él, y nosotros por su poder, pero esa es nuestra intención en este día, no solamente recordar con nostalgia a aquellos que vivieron en este mundo, sino saber que viven, saber que como espíritus delante de Dios, necesitan de nuestra oración o, si ya superaron el purgatorio, estarán intercediendo por nosotros. Que así sea, y que todos nuestros fieles difuntos lleguen a la presencia eterna en el cielo, a la Casa de nuestro Padre -concluyó.

(Roberto López Méndez)