Yucatán

Patrimonio paisajístico que sucumbe entre arquitectura inmobiliaria, construcción utilitaria y un observatorio licenciatario

Jorge A. Franco Cáceres

Introducción

Solo la crítica integral desde la teoría consciente de la historia social, la economía política y el desarrollo urbano, generará debates humanísticos sobre el estado del patrimonio paisajístico bajo el avasallante proceso de metropolitanización de Mérida. Poco o nada realmente significativo pueden decir al respecto las simplezas recopiladas en las consultas municipales desde las plataformas electrónicas.

Desde esa perspectiva teórica, la gobernanza democrática de la capital yucateca tendría que constatarse asertiva en términos científicos y profesionales de patrimonio paisajístico y desarrollo sostenible, y no simulatoria en aspectos técnicos y administrativos de especulación urbana y favoritismo privado, como hace rato procura el Ayuntamiento desde el observatorio que sirve para dar plena licencia a la arquitectura inmobiliaria y la construcción utilitaria.

A diferencia del esquema demagógico para favorecer a la arquitectura y la construcción como negocios privados de interés transnacional durante los períodos de Renán Barrera, Mauricio Vila y su relevo María Fritz, la gobernanza democrática permitiría que los emeritenses avanzarán desde la teoría integral hasta la certificación práctica de todos los espacios y territorios de su ciudad, en tanto que estos son paisajes culturales con ámbitos, obras y servicios por derecho colectivos.

Debates abiertos indispensables en vez de consultas controladas inútiles

La arquitectura inmobiliaria y la construcción utilitaria en la capital yucateca carecen de significación histórica y cultural. No remiten a contenidos humanistas que sean merecedores de reconocimientos ciudadanos debido a que no conjugan los aspectos patrimoniales desde operaciones de proyección, así como tampoco destacan las obras arquitectónicas y los servicios urbanos como resultados de programas capaces de relacionar significados compartidos. Si bien muchos “premios” van y otros vienen para tecnócratas yucatecos de arquitectura y construcción, nunca se ve ninguno de ellos que sea genial para proyectar viviendas, obras y servicios realmente significativos.

Sobre dichos tecnócratas aplaudidos en el cabildo emeritense, podemos decir que sus planteamientos espaciales, formales, funcionales y paisajísticos, nunca se justifican en términos patrimoniales y menos se explican desde las memorias aplaudidas por el mercadeo publicitario y la gobernanza demagógica. Esto quiere decir algo que es una lamentable realidad profesional en nuestra ciudad: los edificios inmobiliarios y las construcciones utilitarias nunca se proponen ser parte de una geografía operativa consecuente con un paisaje cultural. Por esta razón, no evidencian nunca ideas de edificios-paisaje o conjuntos-paisaje consecuentes con la estructura histórica levantada sobre la planicie calcárea que siempre ha protagonizado forma y espacio urbanos.

Las volumetrías discordantes entre arquitectura inmobiliaria y construcción utilitaria -unas siempre dominantes y arrogantes y las otras eternamente ordinarias y simplonas-, comunican de modo evidente que son propuestas artificiosas y ventajistas en áreas marcadas por las carencias materiales, los desánimos sociales y los vacíos culturales. No hay en ellas nada cabalmente honesto y menos dispuesto con ningún cometido democrático, es decir, no denotan nada que sea realmente útil para desarrollar las posibilidades de encontrar, por parte de la población emeritense, las bases de la identidad yucateca arraigada con la ciudad, es decir, integradoras en lo social regional que les permitan proyectarse en el tiempo.

A pesar de todo lo señalado, el observatorio licenciatario del Ayuntamiento de Mérida no da muestras de tener nada relevante en términos de contenidos integradores del patrimonio paisajístico para el desarrollo sostenible frente a la arquitectura inmobiliaria y la construcción utilitaria.

¿Cuáles son los aspectos científicos y sociales del patrimonio paisajístico de Mérida que ignora el observatorio licenciatario y procede certificar desde la gobernanza democrática?

Muy cómodo para los arquitectos inmobiliarios y los constructores utilitarios de la capital yucateca es recurrir a las memorias de los proyectos que no pasan de ser retorcidas descripciones de los programas sobre sus planteamientos. Siempre nos preguntamos por qué las autoridades municipales nunca les exigen que sus documentos hablen de modo sustantivo sobre geografía operativa, edificios-paisaje, conjuntos-paisaje, etc. Todo lo que comunican en sus presentaciones se reduce a formas, volúmenes, colores, etc., que acaso son conjuntos utilitarios y artificiales que sus autores presumen como originales, naturales, virtuales, inteligentes, ecológicos, sobrios, neutrales e incluso integradores.

Los arquitectos y los constructores del Ayuntamiento de Mérida, en la medida en que intervienen en una ciudad que es de todos los yucatecos, tienen que aprender a concentrarse en lo razonable de las críticas humanísticas que suscitan sus proyectos inmobiliarios y/o utilitarios, más que en los supuestos motivos personales de los críticos sobre sus preferencias tecnocráticas. Si alguna oportunidad tiene el observatorio municipal de romper con su estigma licenciatario desde la gobernanza demagógica, esta consiste en señalarles que hay muchas funciones patrimoniales nuevas y requerirles también que la arquitectura y la construcción deben proceder desde los grandes avances paisajísticos.

Conclusiones

No cabe duda que son necesarios los debates científico y social fuera de los actuales encuadres tecnocráticos de las consultas electrónicas, especialmente sobre la arquitectura inmobiliaria, la construcción utilitaria y el observatorio licenciatario, cuyas acciones perjudiciales del patrimonio paisajístico acaso nos llegan como prodigios municipales desde las revistas publicitarias. Se trata de debates avanzados que tendrían que interesar a humanistas ya que no pueden ser asuntos exclusivos de arquitectos y constructores y que por eso deben ser públicos.