Jorge Frías CastilloGacetilla pescadora
Esto que van a saber los lectores, no es un invento, sino lo dijeron libros de anécdotas de los presidentes de la República.
La conseja popular habla mucho de los hombres que han estado en el poder y les sacan unas historietas que divierten de verdad, pues hay gente de mucha chispa que acumula en la memoria cuanto escucha para largarlo en el primer momento.
Otros las escriben en libros o revistas para que se entretengan los amantes de la lectura.
Cuando hay algo que no agrada de un político, el pueblo lo enjuicia con un dicho o un relato irónico condenándolo así, a una especie de cadena perpetua festiva.
Se cuenta que el famoso torero Rodolfo Gaona y el usurpador general Victoriano Huerta (asesino de Madero y Pino Suárez), estaban en una fiesta y le tocó brindar al militar, quien dijo: “Brindo -se dirigió a Gaona- porque sigamos siendo tú y yo, los ídolos del pueblo: tu toreando y yo matando…”.
Otro cuento que salió de la vox populi fue aquel cuando preguntaron al general Eulalio Gutiérrez, uno de los presidentes de más corta duración, “qué se sentía ser Presidente de la República”, y su respuesta de manera inmediata fue: “Ay, mano, lo que se siente es dejar de serlo”.
Hubo otro presidente, el general Manuel Gómez Pedraza, que entre otras anécdotas que se le atribuyen está aquella en la que firmó un decreto degradándose él mismo, “por no creerse merecedor al grado de general de brigada que ostentaba”.
Y al de los grandes enjuiciamientos de la historia, el general López de Santa Anna, se le endilga la anécdota de que él mismo develizó una estatua que le erigieron.