Jesús Joel Peña Espinoza, investigador del INAH, historiador por la UAP, con una Maestría de la Historia de la Iglesia en la Universidad Pontificia y un Doctorado en Ciencias Sociales en el Colegio de Michoacán, dijo ayer durante su conferencia magistral dentro de la celebración de “Los 500 años del Obispado Carolense”, que “el tamaño, la grandeza de fray Julián Garcés, el primero que fue nombrado obispo para Yucatán (pero que no se quedó aquí), se mide por lo que obtuvo para la historia del catolicismo en América: la declaración pontificia de que los indios eran sujetos de la gracia de Dios”.
–En 1541, estando en Tlaxcala, él le escribe al Papa una carta hablando en realidad de los indios, pero sobre todo encomiando, reconociendo su capacidad religiosa, su percepción del cristianismo y, además, cómo los españoles daban muy poco ejemplo para la conversión y decían, bajo el argumento de que no eran seres humanos, que eran unos brutos y que tenían que ser sometidos a esclavitud.
Entonces Garcés dice: No, los indios son esto y esto, y esto y esto, todo positivo. Y el Papa cuando lee la carta, para que no quepa duda, emite una bula en la que dice que los indios son objeto del bautismo. Nunca Roma declaró que los indios eran seres humanos, pero basaba eso en el cristianismo, porque resulta que en teología nadie puede ser sujeto del bautismo si no es ser humano.
El rey Carlos V se preocupaba porque no fuera brutal la conquista. Por supuesto que estaba de acuerdo en que se conquistara, quería sus tierras, manda a las instituciones y manda a sus soldados, y financia las campañas de exploración, pero siempre tenía la preocupación de que, una vez conquistados, los pueblos fueran evangelizados y tratados con justicia.
El parto histórico de la Iglesia en México
–Entonces, la vida de los indígenas impactó a los misioneros…
–Sí. Me parece que, en el caso de la llegada del cristianismo, es importante pensar que la realidad indiana hizo, caló en las conciencias de los primeros agentes eclesiásticos, tanto los frailes que venían, o de quienes venían como obispos, como el caso de Julián Garcés, y que toda la visión que habían podido tener de una Iglesia en Europa, imagínense a Garcés que estudió en París, que poquitos años de venir vivió el mundo morisco en Granada, enfrentarse a una realidad que no conocía, creo que eso es lo que movió conciencias y generó precisamente una visión de hacer del cristianismo en tierras nuevas, y en los indios, una nueva lectura del cristianismo y, por lo tanto, es el parto histórico de lo que es la Iglesia en México.
–¿Por dónde llega fray Julián?
–Él llega por Veracruz y le tocaba venir a la diócesis de Yucatán. Cuando en 1519, que es lo que estamos conmemorando en esos días, en la primera bula que emite el Papa, se habla del Obispado de Yucatán. En un Yucatán digamos imaginario, no porque no existiera un punto, había un punto que se llamaba Yucatán, pero dijeron: Toda la tierra que hay ahí donde dicen que hay Yucatán, todo lo que hay ahí, va a ser el obispado. No sabían realmente los españoles, y eso sucedió en muchas ocasiones, dónde estaban parados.
Hermanados Yucatán y Puebla
Cuando años después el Papa repone el proceso, pues ya Cortés había conquistado Tenochtitlan, por eso la segunda bula habla de Tlaxcala, de Tenochtitlan, de Maltrata, de Veracruz, de Medellín, de Tulúa, de Chiapas, ya son territorios que se conocen, que han sido conquistados, que han sido descritos por los geógrafos y, por lo tanto, ya el territorio diocesano tiene una mayor definición y, entonces, la sede se fija en Tlaxcala. En ese sentido, creo que Yucatán y Puebla comparten precisamente esa hermandad en términos de ser las sucesoras de este parto histórico de la Iglesia mexicana.
–Va a ofrecer la conferencia magistral sobre este tema. ¿Qué otra cosa importante va a decir?
–En concreto presentaré una semblanza sobre el obispo Julián Garcés y el sello misionero que imprimió a su gobierno pastoral en la diócesis de Tlaxcala. Fue el primer Obispo Carolense y aquel proyecto fracasó por las condiciones sociopolíticas en las cuales se vio envuelto el territorio novohispano, y al final sucedió lo que con todo el resto de las demás Iglesias, pero lo importante creo yo es que la diócesis existe, es el Arzobispado de Puebla, pero lo que quiero resaltar es este impulso misionero que pocas veces se le reconoce a Julián Garcés. Incluso en ocasiones se le acusa de no haber residido en la sede, de no haber querido a los indios, pero su labor de defenderlos trascendió.
Santa María de los Remedios
–¿Por qué se dice carolense?
–Viene del rey Carlos V.
–¿Y cómo dice usted que se llamaba la primera Iglesia de Yucatán?
–Santa María de los Remedios, así se funda la primera Iglesia en Yucatán, y el obispo se llamaba carolense. Santa María se funda acá, pero se traslada a Tlaxcala en 1526, porque aquí no estaba conquistado todavía. En 1561 ya llega el primer obispo que sí se queda, Francisco de Toral, a la diócesis de Yucatán. Y comienzan los obispos a residir en Yucatán.
(Roberto López Méndez)