Síguenos

Última hora

Fuerte choque entre auto y camión en la vía Hopelchén–Campeche; investigan posible fallecido

Yucatán

Los adolescentes de hoy

Roger Aguilar Cachón

La práctica docente, ya más de 37 años, ha permitido al de la pluma constatar la realidad en la que viven nuestros jóvenes adolescentes, ya inmersos en las nuevas tecnologías están ajenos a nuestra cultura, y así pasarán sus conocimientos y su vida a sus cohortes y a su descendencia.

Resulta claro que los adolescentes de hoy podrán carecer de algún implemento para sus clases diarias, ya sean académicas o bien de talleres o clubes como se les llama hoy, pero de lo que no podrán estar al margen es del uso de sus celulares, una gran gama de marcas y de programas a los cuales pueden ellos acceder, demostrando de esta manera vivir en la actualidad y ser del grupo selecto de adolescentes que poseen uno de ellos.

Es conveniente aclarar que el lugar donde labora el de la letra es una escuela permisible hasta más no poder, la laxitud en su reglamento no es más que letra muerta en la práctica. Se puede asegurar que es única en donde los alumnos tienen la posibilidad de entrar y usar sus celulares para hablar y tomar videos de los maestros y subirlos a la red ante el beneplácito de los directivos que no hacen nada para evitarlo, los cabellos son variopintos, ya que se pueden ver alumnos con cabello de diferentes colores y el corte pasa por el mismo tenor. El uniforme, ni qué decir, así como los zapatos que pueden ser de colores tan diversos como lo es la gama del arco iris. El adolescente vive en un ambiente en donde las reglas son anomia. Es decir no hay.

Nuestros jóvenes adolescentes no sólo no conocen las reglas per se, sino que en la plática diaria desconocen hasta lo mínimo de su cultura. Antes de que las autoridades educativas quitaran de su currícula la asignatura local o regional, los adolescentes tenían la posibilidad de conocer un poco de nuestra cultura que va más allá de simples exposiciones de comida tradicional y una que otra aventura en alguna de nuestras zonas arqueológicas.

Nuestros adolescentes no conocen, entre otras cosas, algunas de nuestras tradiciones locales, poco saben de lo que ocurre más allá de su colonia o fraccionamiento y se hacen apáticos a todo aquello que sea cultura maya. Aunque hay que aclarar que hay algunas actividades en donde se promueve nuestra cultura, y ahora que es posible aprender algo de ella gracias a los llamados clubes, algunos maestros sólo usan este tiempo ya sea para hacer piñatas o ver películas. Cuando lo ideal es que en todos los clubes se tratara de implementar alguno con una visión cultural y de manera específica de nuestra cultura maya.

Nuestros adolescentes de hoy conocen el kiwi, la manzana, la pera, las uvas y cuanta fruta ya sea importada o nueva, pero desconocen no sólo su nombre sino su apariencia, podemos decir de la anona, del zaramullo, de la huaya –en este caso sólo saben que se come en xec–, el tauch, la yuca, el ciricote, el tejocote. Ni hablar del pepino kat, de las bondades del uso de la hoja de ciricote, del ramón, el pixoy ni de broma lo conocen.

Se salvan nuestros alumnos, ya que de una u otra manera conocen nuestra gastronomía porque en sus casas este tipo de comida se combina con los tacos, las pizzas, el spaghetti, las hamburguesas y los salbutes, panuchos, codzitos, pimes y demás son algo que conocen pero que desdeñan si hay que elegir entre las otras opciones.

Nuestros adolescentes –y seguro algunos docentes– no conocen a Guty Cárdenas, Ricardo Palmerín, Pastor Cervera, Enrique “Coki” Navarro, a Sergio Esquivel, María Medina, etc. Si hablamos de la música de trova, seguramente que ellos preferirán al rock pesado, el reguetón y las baladas de hoy día.

El de la tinta y su cohorte recuerdan que en la radio –bueno, era otra época– se transmitían programas dedicados a la trova, y a la música tradicional, recuerdo los programas La Hora del Teléfono Libre, hoy día probablemente haya alguna estación que transmita estos programas, pero nuestros adolescentes prefieren usar su celular para escuchar música o bien otro aparato y hacen a un lado la radio, que dicho sea de paso ya casi no hay en los hogares yucatecos.

Hay que hacer algo para que nuestros adolescentes recuerden a nuestros cómicos regionales y no crean que sólo el Stand Up es el medio para contar chistes. Es importante implementar acciones para que conozcan a la familia Herrera, desde el Chino, pasando por Cheto y Sakuja, hasta llegar a la nueva generación comenzando con don Héctor Herrara “Cholo”, y su gran estirpe y no se confundan con aquellos cómicos regionales que vestidos de mestizas hacen chistes y dicen groserías.

Nuestros adolescentes carecen hoy día de lo necesario para preservar nuestra cultura, es labor de los docentes y de mis caros y caras lectoras que hagan que sus hijos adolescentes tengan un mejor acercamiento con nuestra cultura para que ésta trascienda a las nuevas generaciones.

Siguiente noticia

Concluyen Diplomado en Competencias Docentes