Eliseo Martín Burgos
El general Victoriano Huerta, asesino y traidor a la Patria, fue un borracho consuetudinario; sus colaboradores más cercanos decían que parecía que su cerebro se aclaraba más mientras más alcohol consumía. Jamás negó su afición por el coñac y gobernó ahogado de borracho. En 1914, los gringos desembarcaron en Veracruz y Huerta quiso usar el conflicto para negociar una tregua, pero Carranza lo rechazó. Después del asesinato de Madero y Pino Suárez, tuvo que renunciar, con esta cínica frase: “Dejo la Presidencia de la República llevándome la mayor de las riquezas humanas, pues declaro que he depositado en el banco que se llama Conciencia Universal, la honra de un puritano”.
Antología del Chascarrillo
Segunda Epoca