Los estigmas sobre las personas de la diversidad sexual están muy arraigados y, prueba de ello, es que se sigue creyendo que la homosexualidad es una enfermedad, lo que ha generado prácticas correctivas que conducen a tratos inhumanos y degradantes que incluso pueden llegar a la tortura, expuso Iván Tagle Durand, director de la agrupación Yaaj México.
Al participar ayer en la mesa panel “Las brechas de la desigualdad, misma línea distintas oportunidades”, como parte del evento Más Diversidad. Semana de los Derechos Humanos, expuso que hay una gran brecha de desigualdad que se debe a los prejuicios que todavía prevalecen en la sociedad.
Son prejuicios que tienen que ver con el color de piel, con la cuestión socioeconómica o sobre la preferencia sexual, lo que genera graves prejuicios a la gente que forma parte de estos sectores, pues se sanciona a la gente que está fuera de la “normalidad”.
En este tenor, dijo que los estigmas contra la comunidad LGBTTTI están muy arraigados y, el más claro ejemplo de ello, es que se sigue creyendo que la homosexualidad es una enfermedad.
Mencionó que, en 1990, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su catálogo de enfermedades mentales, pero a pesar de ello prevalece esta idea y siguen existiendo prácticas “correctivas” que buscan suprimir la sexualidad y las preferencias de género.
Prácticas Ecosid
“Con la creencia de que la homosexualidad es una enfermedad se dan prácticas violatorias a los derechos, con tratos crueles, inhumanos y degradantes que pueden llegar incluso a la tortura”, expuso.
Dijo que este tipo de prácticas a las que se han denominado “Esfuerzos para corregir la orientación sexual y de identidad de género” (Ecosid) son practicadas por “profesionales” como psicólogos o psiquiatras, incluso por ministros de culto, en centros de recuperación, en anexos de alcohólicos y drogadictos, entre otros.
Tagle Durand comentó que en la agrupación que dirige se han documentado casos graves, como mujeres lesbianas que han sido sometidas a violaciones colectivas con la intención de “curarlas”, incluso de manera consensuada con la familia.
“Y lo que vemos es que las principales víctimas de estas prácticas son niños, niñas y adolescentes, y que han derivado en abuso”, comentó.
Iniciativa de ley
Por lo anterior, dijo que se está trabajando junto con legisladoras del Senado de la República en una iniciativa de ley que busca prohibir este tipo de prácticas.
Expuso que, además, se necesita una política pública que acompañe y sensibilice a la población y que sobre todo dé información científica y laica. La clave es la información para combatir esta brecha de desigualdad y podamos contar con una sociedad que respete todo tipo de diversidad.
Sobre este tipo de prácticas denominadas Ecosid, dijo que las están llevando a cabo no sólo los “profesionales” de la salud mental, sino que incluso en el seno de la familia se están dando, donde los papás y las mamás golpean, aíslan y propician tratos inhumanos, crueles y degradantes, generando mucho estrés e incluso daños mayores que pueden llegar al suicidio.
Dijo que se han documentado casos como de oftalmólogos, incluso, que están recetando este tipo de tratamientos correctivos, además de centros de recuperación, ministros de culto, anexos de alcohólicos y drogadictos, donde privan de la libertad a las personas.
“Hay que tener en cuenta que cualquier esfuerzo que busque suprimir a la persona atenta contra sus derechos al pleno desarrollo, pero además hay que tener en cuenta que se trata de un fraude y sólo es un negocio, porque no se puede curar algo que no es una enfermedad”, resaltó.
Fenómeno mundial
Además, comentó que se trata de un fenómeno mundial que tiene que ver con la homofobia, pero también en el mundo ya se está legislando sobre el tema y para acabar con este tipo de prácticas.
Expuso que en varios Estados de la Unión Americana ya han prohibido este tipo de prácticas, lo mismo que en el país de Malta en Europa, en Ecuador, y en Inglaterra están poniendo sobre la mesa el tema, por lo que en México también se aborda.
Agregó que este tipo de prácticas se llevan a cabo desde hace muchos años, con la diferencia que ahora las redes sociales y el auge mediático hacen más visibles este tipo de situaciones.
“Lo que hemos visto es que no hay datos oficiales ni denuncias, pero sabemos que las víctimas son las y los jóvenes. Sabemos que no hay una cultura de la denuncia y lo que tenemos son víctimas sin reparación del daño”, comentó.
Finalmente dijo que es importante legislar sobre el particular para evitar suicidios y otros males.
(David Rico)