Jorge Gómez Barata
Es curioso que un monarca, de visita en una república, reflexione acerca de la democracia. Así ocurrió en La Habana durante la visita de Felipe VI, rey de España.
El hecho es posible porque se trata del rey que ejerce sus funciones en el siglo XXI y encabeza al estado español donde, después de una devastadora guerra civil y de una dictadura de 40 años, la monarquía y la democracia se recuperaron juntas y así han protagonizado una transición incruenta y exitosa.
El rey habló en La Habana en los términos que lo hizo porque sus palabras no contradijeron las aspiraciones nacionales ni ofendieron al presidente que quiere lo mismo que el rey y, confrontando enormes dificultades, trabaja para lograrlo. No se ofende a Cuba porque se le hable de democracia, sobre todo si ello se asocia a la idea de la prosperidad, el disfrute de derechos y libertades y se asume como una obra endógena.
En la esencia de su ser, La Habana, además de moderna, elegante, divertida y acogedora, fue siempre una ciudad liberal, en un tiempo la más liberal de su entorno. Antes y después de la Revolución. Cuba ha sido un escenario para la innovación política que, si bien trabaja para decidir el curso y el ritmo de las reformas destinadas a perfeccionar su institucionalidad y diseñar un socialismo de nuevo tipo, le ofreció al rey la oportunidad para exponer ideas acerca de temas que no suelen figurar en las agendas monárquicas.
Cuba fue la última colonia de España, la primera neocolonia de los Estados Unidos, el único lugar donde una revolución realizada mediante la lucha armada se consolidó y condujo al primer país socialista del hemisferio y el único aliado de la Unión Soviética. Ninguna nación ha forjado su identidad y su cultura política al socaire de experiencias políticas tan diversas.
En la configuración del actual sistema político cubano figuran cinco antecedentes: (1) La administración colonial española (2) La República en armas (3) La ocupación militar de Estados Unidos (4) La República liberal (6) La Revolución y (5) La experiencia soviética. Ese devenir ha sido cubierto ideológica y filosóficamente por el liberalismo, núcleo del pensamiento independentista cubano y por el marxismo y el leninismo, adoptados como filosofía oficial por la Revolución.
En Cuba se constituyó la primera y única república liberal diseñada por Estados Unidos que, al ocupar la isla aprovechó para dibujar una miniatura a su imagen y semejanza, que por un trágico error estratégico no le permitió caminar, hablar y avanzar al imponerle la absurda Enmienda Platt que la castró.
En Cuba donde nunca gobernaron oligarquías ligadas a la tierra y sometidas al clero, fue el primer país latinoamericano en superar la dicotomía entre liberales y conservadores y donde primero se constituyeron los partidos políticos de masas donde con luces y sombras, el pueblo, en calidad de elector, participó en los procesos electorales.
Si bien entre los primeros presidentes cubanos predominaron los generales del Ejército Libertador, nunca lo hizo el estamento militar.
Aunque desde los años treinta Fulgencio Batista fue apoyado por los militares, el generalato cubano estuvo sometido al poder presidencial.
En Cuba nunca hubo golpes ni juntas castrenses. El país se caracterizó por el desarrollo de los movimientos políticos, el sindicalismo avanzado y amplias libertades de prensa.
El rey de España que “reina, aunque no gobierna”, no es una figura decorativa, sino parte de la institucionalidad ibérica realizada por la Constitución de ese país, según la cual el monarca es Jefe del Estado y símbolo de su unidad, además de Comandante Supremo de las fuerzas armadas.
En esa condición, el padre del actual monarca contribuyó a la transición postfranquista, se enfrentó al intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 protagonizado por el teniente coronel Antonio Tejero y mantuvo la Corona sometida a la Constitución y comprometida con la democracia.
En quinientos años ningún monarca de España había estado en Cuba en visita de estado. No lo hicieron durante la república ni durante ninguna de las dictaduras que gobernaron al país. Vinieron en épocas de la Revolución. Se entrevistaron con el general de ejército Raúl Castro y el presidente Díaz-Canel. Fueron tratados como invitados de honor, atendidos con afecto y cortesía, escuchados y aplaudidos. El rey y la reina estuvieron a la altura. El presidente también. Fue un buen momento.