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Yucatán

Otro concierto lleno de emotividad vuelve a iluminar el domingo del Peón Contreras

Ariel Avilés Marín

La selección de obras que integran el programa de un concierto es determinante para el resultado que se ha de esperar de él. El programa del octavo concierto de la XXXII temporada de la OSY, nuevamente, estuvo cargado de una dosis extra de emotividad y profundos sentimientos que pusieron de pie al fiel público de nuestra orquesta cual, este domingo, vio mermada su asistencia; no sabemos por qué, pues el programa era muy atractivo.

La obertura de Brahms es vibrante y sensible. Salvador Navarro es un cornista de muy altos niveles y con un dominio excelente de su instrumento, lo cual, aplicado al concierto de Richard Strauss, dio un resultado sobresaliente. Y, finalmente, los sentimientos vibrantes campean y se desbordan en Tchaikovski y su sinfonía. Programa redondo en el plano de la emotividad y el sentimiento, de esos que tanto gustan a nuestro público yucateco.

Salvador Navarro es un cornista virtuoso, tiene una embocadura privilegiada, además, sabe manejar la mano en la boca de la bocina de su instrumento para modular el sonido y sacar efectos ricos y maravillosos, así que, con esta combinación de técnicas virtuosas, el resultado es espléndido; lo mismo nos regala con metálicos, brillantes y sonoros agudos, que ejecuta suaves notas, largas, acariciantes y delicadas, un consumado concertista del instrumento. Si a este ejecutante virtuoso lo combinamos con un romántico tardío, como lo es Richard Strauss, el resultado es de una calidad superior, de esa que no podemos palpar a cada rato. Hace dos años, en diciembre de 2017, le escuchamos el Concierto No. 1 del mismo autor, y su actuación fue magnífica, ahora, refrendó su calidad y categoría de virtuoso con su instrumento.

Abrió el programa la Obertura Festival Académico de Johannes Brahms, obra romántica y emotiva, de esas que tocan las fibras más sensibles del alma. El compositor no puede deshacerse de la sombra de Beethoven en su obra, el espíritu del gran sordo se deja sentir en los compases de Brahms. La inician las cuerdas y entra el corno, el clarinete hace rica escala y responden las cuerdas, suena la trompeta y las cuerdas responden de nuevo, sube la fuerza y la alegría al sonar trombones y tuba; la voz de la trompeta es la señal para abordar solemne y brillante pasaje que los timbales acompañan retumbando y luego se pasa a brillante nuevo tema en el que flauta y pícolo hacen dúo y entra el tutti brillante, los chelos suenan y el corno canta, las cuerdas abordan sutil tema, canta el oboe y las cuerdas con alegría abordan un pasaje con mucho sentimiento, dialogan flauta y oboe y tercia el corno, los chelos acompañan en pizzicato, la música da un giro dramático y se desarrolla este tema, suenan los cornos con sordina y las cuerdas responden con gravedad y va subiendo la fuerza, los platillos y el triángulo marcan una explosión y entra el tutti con fuerza y alegría y la música va subiendo y subiendo hasta llevarnos a un brillante y sonoro final. La primera y sonora ovación se levanta y dura varios minutos entre gritos de “bravo”.

Sigue de inmediato el Concierto para Corno No. 2, de Richard Strauss. Este concierto es un verdadero poema musical por su delicadeza y suavidad, el desarrollo del concierto va presentando una gama de profundos sentimientos: agitados, que se manifiestan en brillantes notas agudas y metálicas; y profundos y delicados, que se transmiten en largas notas, suaves, aterciopeladas, de esas que nos dan noticia de la delicada embocadura del ejecutante. Salvador Navarro transitó por la complicada y compleja partitura de Strauss, dejando constancia de por qué es el corno principal de la Orquesta Nacional de España. En diciembre de 2017 dijimos de él, en relación a la interpretación del Concierto No. 1 del mismo autor: “Aborda delicadas cadencias dulces y largas, que nos denotan el dominio de la técnica con la que maneja el instrumento y la partitura”. En esta nueva presentación, refrendó su calidad y su categoría de gran concertista del corno.

La obra está compuesta por tres movimientos: Allegro, Andante con moto y Rondó: Allegro molto. El primer movimiento, lo inicia el concertista fuerte y brillante, de inmediato pasa a dulces notas, responden las cuerdas y el solista ejecuta verdaderos florilegios con el corno, delicados y dulces, vienen en seguida notas largas, suaves y dulcísimas y la orquesta toda se funde en un dulce pasaje; el solista aborda en contraste, notas elevadas y brillantes, en seguida escalas suaves, llenas de delicadeza, exquisitas. La flauta canta y se une el oboe, y el solista levanta la voz llena y dulce, el clarinete canta y el concertista responde con más suavidad y dulzura, dialogan; el solista juega materialmente en ágil pasaje con el acompañamiento de las cuerdas; la trompeta canta y el solista responde con dulce pasaje, el clarinete canta de nuevo y él también canta deliciosamente dando fuertes notas, a continuación, que las cuerdas responden. El concertista aborda ricas cadencias con gran agilidad y también delicadeza, dialoga con las cuerdas y entra el tutti alegre, entonces aborda nuevas cadencias cálidas y delicadas con acentos del clarinete, los conos cantan con las maderas y los chelos abordan dulce y suave pasaje, el oboe canta con gran delicadeza bellísimo pasaje muy sentido, casi como un solista, que los chelos acompañan con gran delicadeza. Entra el solista y dialoga con el oboe con profundo sentimiento, armónico, sublime; dialoga ahora con el clarinete, con suavidad y dulzura, y entran sucesivamente flauta y oboe, los chelos acompañan soberbios. El solista da una nota larga y sonora que indica entrada a las cuerdas y luego inicia un pasaje emotivo y dulce, conmovedor; entran flauta, oboe y cornos y con el solista nos llevan a un plácido final del movimiento.

El segundo y tercer movimientos se ejecutaron unidos. Inicia el solista rico y soberbio, su voz se eleva brillante y canta con gran soltura alegre tema que evoca verdes campiñas y cabalgatas ágiles, da una nota brillante y entra el tutti, da otra nota sonora y canta alegre, melódico y fuerte y entra de nuevo el tutti, la flauta canta con alegría y se deja oír una ráfaga del pícolo que da paso al canto del solista; ejecuta pasajes difíciles y bellos, con soltura y gracia y las cuerdas lo acompañan. Sostiene diálogo con las cuerdas y entra el tutti; el solista ejecuta largas notas y con el tutti nos lleva al brillante final de la obra. Una fuerte ovación se deja caer, pero consideramos que no fue lo suficientemente sonora y larga, como la brillante actuación del concertista merecía. Nos vamos al intermedio sin ancore.

Continúa el programa con la ejecución de la Sinfonía No. 2 Op. 17, de Piotr Ilich Tchaikovsky, conocida como “Pequeña Rusia”. Esta obra es una de las sinfonías menos tocadas del autor, pero no por ello de menor calidad. Piotr es un autor al que la emotividad le rebosa por los poros y se deja sentir en su música, he ahí como muestra su Concierto para Violín, el Concierto para Piano No.1 o las partes más vibrantes de El Lago de los Cisnes. Esta segunda sinfonía no es la excepción, está llena de sentimientos profundos a lo largo de sus cuatro movimientos.

La Sinfonía No. 2 está integrada por el primer movimiento que es, Andante sostenuto – Allegro vivo; el segundo, Andantino marziale, quasi moderato; el tercero, Scherzo: Allegro molto vivace; y el cuarto, Finale: Moderato assai; Allegro vivo. El primer movimiento es alegre, emotivo, una gran parte de él recae en las voces de: corno, en primer lugar, así como fagot, la flauta y el oboe; el clarinete también tiene importantes intervenciones y es precisamente el fagot el que nos lleva al suave final del movimiento. El segundo movimiento es más pausado, sus partes de solistas son cubiertas por corno, clarinete y fagot, principalmente; hay también importantes intervenciones de flauta y oboe y hermosos pasajes de las cuerdas en pizzicato; los chelos hacen un grave pasaje y suena solo el timbal, entran las cuerdas y el movimiento se extingue suavemente. El tercer movimiento, es un desborde de alegría con fuerte participación de los metales, se destaca la participación de la trompeta y hay dúos entre oboe y fagot, el pícolo pone algunas ráfagas y son los metales los que nos llevan al final del movimiento. El cuarto movimiento es brillante, emotivo, de gran fuerza expresiva, hay en el un fragmento del Himno Ruso, que también aparece en la Obertura 1812; transcurre en una brillante solemnidad y termina con gran fuerza, con el tutti en pleno y el sonoro redoble de los timbales. Tremenda ovación de pie que se prolonga y hace salir varias veces al director quien va poniendo de pie a los solistas, quienes también reciben calurosa y fuerte ovación.

Nuevamente, salimos del Peón Contreras con el alma agitada por la música.

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