Yucatán

Voces del Pueblo

No quieren al circo

Clientes de los diferentes locales comerciales del centro comercial City Center “tronaron” contra la administración de la plaza y contra el Ayuntamiento de Mérida por la instalación de un circo en el área de estacionamiento.

Comensales de la taquería Los Trompos, clientes de Autozone, así como todos aquellos que se dirigen al supermercado y a los restaurantes del lugar, ahora tienen que dejar sus autos lejos de los establecimientos.

Exigen la intervención de la Comuna para que no sigan ocurriendo esa serie de situaciones, que afectan a los clientes de City Center.

(José Manrique)

Me cayó del cielo

Seguramente conocen el dicho que dice: “Me cayó del cielo”. Lo decimos cuando nos pasa algo bueno, justo en el momento menos esperado. Pero pasa también cuando un pájaro nos saluda con su necesidad y uno protesta con un “¡mentecato!”, aunque deberíamos dar las gracias porque dicen que es de buena suerte. Para todo que nos cae del cielo hay que dar las gracias a Dios.

Así lo hice yo el otro día, inmensamente agradecido por lo que me cayó del cielo. A ver.

Iba por el Periférico y, lo admito, pisándole duro al clavo. De repente oí, bam, bam, bam y ¡bang! Explotó la llanta delantera a medio camino. Afortunadamente no había mucho tráfico, y como un malherido, pude llegar a la orilla de la carretera.

Rascando mi coco, y pensando cómo iniciar el cambio de llanta, aquí, bajo los rayos del tremendo solazo, de pronto se para un carro, baja el chofer y me pregunta:

—¿Tiene un problema?

—Sí, ve nomás.

—No se preocupe, yo se la cambio, me dijo.

Enseguida se quitó su chaleco antibalas con radio integrado, mientras que de su carro se escuchaban los mensajes de sus compañeros. Sin mucho hablar se entregó a su tarea y en menos de 10 minutos ya estaba puesta mi llanta de refacción.

—Mil gracias, sargento.

—No hay de qué, es nuestro deber dar auxilio al pueblo, me contestó el oficial Alberto Medrano Cohuo de la Secretaría de Seguridad Pública.

Tarea, obligación o voluntad de ayudar, no lo sé. Pero ¡Qué bueno que tenemos policías que no nos dan miedo y no nos exigen, sino que nos ayudan! Que así sea por un buen rato, para vivir en un Yucatán seguro.

—¡Gracias!, y con un apretón de manos pude seguir mi camino. Eso sí, ya con menos velocidad, porque no hay que confiarse en que la buena suerte siga cayendo del cielo...

Christian Rasmussen