Jorge Frías Castillo
PROGRESO, Yucatán, 19 de abril.- Una de las ciencias más antiguas es la Astronomía, que en su definición más implícita es el estudio de los cuerpos celestes, con todo su comportamiento y todos los fenómenos que producen en tiempo y espacio.
Puede decirse que acompaña al hombre y se desarrolla con el pensamiento y su deseo de medir sustancialmente el orden del cosmos en su inspiración por orientarse y conocer todos los misterios del universo y codificar sus estrategias de supervivencia.
No solamente en sus utopías de orientación y de viajes siderales, sino en la organización de labores, períodos agrícolas y calendáricos de la fertilidad y régimen del tiempo; en su mayoría con intención de dominar la naturaleza y las estaciones y poder augurar el futuro.
La civilización maya, como cultura desde sus principios evolutivos en un preclásico temprano antes de Cristo, conforme a los hallazgos arqueológicos más antiguos muestran una sorprendente relación con la astronomía con monolitos muy precisos, oráculos en piedra y posiciones piramidales que para esos tiempos y sumido en una selva espesa es un poco y muy misterioso para los mismos arqueólogos y arqueoastrónomos.
Otras culturas como los antiguos griegos tienen fuertes similitudes con los mayas y culturas de Mesoamérica y Asia, los sumerios, quienes dejaron constancia escrita de los primeros conocimientos en esta ciencia. (La espectacularidad de STONEHENGE unos 2800 a.C.), formado por unos 30 pilares que sostienen arquitrabes de piedra formando un círculo de casi 30 metros de diámetro, construcción megalítica con referencias astrales hacia el sol en su salida y referencias con la luna.
(Continuará)…