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Yucatán

Padre Beto celebró el LXVIII aniversario de ordenación sacerdotal

De buen ánimo, el Pbro. Heriberto Vargas Góngora ofició anoche una misa de acción de gracias por su LXVIII aniversario de ordenación sacerdotal.

Recordó que se ordenó sacerdote junto con los Pbros. Ramón Basteris Veytia, Adriano Wong Romero y Carlos Rosado Contreras, el 8 de abril de 1951.

Hoy quiero agradecerles su presencia; fue el 8 abril de 1951 en la S. I. Catedral cuando fuimos ordenados por el Arzobispo Martín Tristschler y Córdova 4 jóvenes: su servidor, el padre Adriano Wong, Ramón Basteris y el padre Rosado Contreras; ellos, mis compañeros, ya se encuentran en el cielo y yo aquí sigo dando lata.

No olviden nunca que yo estoy aquí siempre para servirles, a medianoche, a cualquier hora, dijo.

Acompañado de sus hermanos también sacerdotes Manuel y Ángel Alfonso, el Pbro. Heriberto Vargas añadió que como sacerdote está siempre dispuesto para servir a los feligreses.

—Es una especie de consigna que me enseñaron los padres jesuitas: no importa la hora, siempre dispuesto a servir, al niño, al anciano, a los jóvenes, a cuanta persona acuda, hombre o mujer, indicó.

Recordó que en su camino por el sacerdocio le ha tocado recibir insultos y ofensas: “nos mentan la madre, pero ahí estamos, aguantamos y lo sufrimos, tratamos de imitar un poquito a nuestro Señor Jesucristo. Miren, Jesús siendo inocente le dieron latigazos, le pusieron corona de espinas, murió crucificado, indicó.

El padre Heriberto exhortó a los presentes vencer la soberbia: “Lo digo porque como buenos mexicanos respondemos a cualquier situación; hay que aguantar las ofensas, te robaron, te multaron, te mentaron la madre, aguántate, imita un poquito a nuestro señor Jesús”.

Recordó que fue su tío el Pbro. Juan Pablo Góngora Alvarado, fundador de las Misioneras Hijas de la Madre Santísima de la Luz, quien lo inscribió al Colegio Montejo y de ahí al seminario.

El ejemplo de Pbro. Góngora Alvarado fue detonante en mi vocación que está más firme que nunca, agregó el párroco de la iglesia de San Martín de Porres, que se ubica en la calle 44 por 77 y 79.

Por su parte, el Pbro. Manuel Vargas resaltó el amor al sacerdocio en su hermano Heriberto. Recordó al extinto padre Jaime Guzmán, quien a pesar de padecer una dolencia que le impedía hablar con fluidez, siempre estaba dispuesto a servir, por lo que se ganó la confianza y el amor de todos.

—Ese hombre tenía amor grande al confesionario, a la misa y los enfermos; yo fui párroco aquí en San Cristóbal, comíamos juntos; si había algún enfermo, ya sea a pie en camión, bici o coche, ahí se iba Jaime, externó.

Agregó que no hay como la palabra de un sacerdote, sobre todo a la hora de la extrema unción; “muchas personas mueren sin sacerdote en las haciendas o pueblitos, allá aprecian al sacerdote, el sacerdote es hombre de Dios, entregado para llevarles la palabra, él predica, confiesa, está pendiente de todos, sobre todo del alma de ustedes.

Finalmente expresó su tristeza al ver que pocos jóvenes entran al seminario: “hay muy pocas vocaciones, hay pocos sacerdotes para atebder a miles de persona de Yucatán, por lo que urgió a los presentes a orar para que haya buenos sacerdotes dispuestos a servir y escuchar, atender a los enfermos.

—Necesitamos a los sacerdotes, nos absuelven pecados, qué bueno que confían en sacerdotes en orientar a quienes están ahogados en su forma errónea de pensar; pidan que hayan buenos sacerdotes, hay que pedir mucho por sacerdotes que sean santos, abnegados, que estén dispuestos a sentir no a regañar y hacer corajes, los sacerdotes atienden a cientos de personas.

Entre los concelebrantes figuraron el Pbro. Rigoberto Cruz y el Canciller de la Arquidiócesis, Pbro. Candelario Jiménez.

(José Manrique)

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