Síguenos

Última hora

Hallan sin vida a persona transgénero en Puerto Aventuras; investigan posible homicidio

Yucatán

La Tía y el Sobrinín en el desfile

Rafael Mis Cobá

El T’alkú de la Tía Juana

La escultural Eva del Mayab arribó a esta ciudad desde muy temprano con la intención de desfilar al lado de su amado góber, pero tremenda sorpresa se llevó al enterarse de que Mau había dicho “ma” a la marcha, aunque hasta antes de las ocho de la mañana todavía no se sabía a ciencia cierta si definitivamente iba a dejar vestidos y alborotados a los miembros del Congreso del Trabajo, quienes días antes lo habían invitado para que participara en la conmemoración del Primero de Mayo.

Sin embargo, la curvilínea mestiza, envidia de Melania Trump, no se dio por vencida y buscó de inmediato a su cabezón sobrino para que la acompañara al desfile, ya que de todas maneras la aguerrida mujer quería aprovechar el Día Internacional del Trabajo para marchar y manifestar sus inquietudes laborales y sociales.

Ante la tardanza de su travieso pariente, la tía Juanita tuvo que esperar casi media hora, sentada solita en una banca de la Plaza Grande, expuesta al acoso de los primeros marchistas que pasaban por el lugar, quienes lanzaban todo tipo de piropos a tan bello ejemplar femenino que tenían ante sus ojos.

Por fin entre la gente se abrió paso el cabeza de “lec” quitándose aún los “ch’emes” de sus saltones ojos como evidencia de que apenas se estaba levantando de su hamaca.

—¡Tía Juanita!, ¿me trajiste mi regalo por el Día del Niño?

—Qué regalo ni qué nada “mejenkisín”, tú ya no eres un “dziriz” para festejarte.

—Tiíta, acuérdate que todos tenemos un niño por dentro.

—Tenemos es mucha gente, sobrino, si yo tuviera un niño por dentro, estaría encinta y tu tío Chupi aún no se decide.

—“Uay”, tía, el que no se había decidido hasta anoche si desfilaba o no es Mau.

—Sobrino, sería la primera vez en muchos años que un góber no participa en la marcha del Primero de Mayo, pues hasta el Pato desfiló cuando ocupó la silla del Palacio de Gobierno.

—Sus razones tendrá, tía, a lo mejor tiene reumatismo y no puede caminar.

—Pues le hubiera hablado a Vicente Fox para solucionar su dolencia.

—¿Acaso Fox es terapeuta?

—No, “mejenkisín”, Fox está metido en el negocio de la marihuana y dicen que el cannabis es efectivo para la reúma.

—¿Fox es marihuano?

—Pues siempre ha pugnado por la legalización de esa droga y recientemente reiteró que se meterá a ese negocio, aunque no sabemos si la consume.

—“Uay”, tía, si aun sin consumirla dice mariguanadas, imagínate metido en el asunto.

—Ese es el riesgo sobrino.

—Para riesgo tía, el que corrieron ayer los niños que conformaron el Cabildo en el Ayuntamiento de Mérida.

—Sobrino, no critiques, son buenas prácticas de participación ciudadana y qué bueno que se les inculque desde pequeños.

—Lo malo, tía, es que pueden aprender los vicios y simulaciones de los políticos.

—Pero lo bueno sobrino, es que sólo escucharon cinco minutos del discurso de Renán.

—Tía, regresando al desfile, ¿por qué tu insistencia de marchar?

—Quiero que todos sepan mi inconformidad porque en México sigue la impunidad.

—¡Jesús!, no digas eso tiíta. ¿Dime por qué?

—¿No te enteraste de la decisión de un juez que exoneró a Elba Esther y ordenó devolverle sus lujosos vehículos y predios que le habían confiscado, así como también descongelarle sus cuentas bancarias?

—Tía, eso se fraguó en los últimos días del gobierno de Peña Nieto.

—También quiero manifestar mi inconformidad contra el Congreso local por no haber acatado la disposición federal de hacer efectivo en Yucatán el matrimonio igualitario.

—“Uay”, tía, ¿tú estás de acuerdo entonces en que se matrimonien Chana con Juana y si no hasta con su hermana?

—Sobrino, todos tienen derechos y hay que respetarlos.

—Pero, tía, el cura de Chikindzonot dirá que eso es un pecado.

—Pecado es negarles sus derechos y estigmatizarlos sólo por ser diferentes.

—Tranquila, tía.

—¡Sobrino!, quiero denunciar también a los gasolineros voraces que no bajan los precios de los combustibles y prefieren clavarse los estímulos fiscales que les otorga el gobierno federal.

Al ver que la tía Juanita comenzaba a sulfurarse y perder la compostura, y para evitar que se le retentara su “uaj”, el sobrinín buscó presuroso a Pedro Oxté y Mario Tránsito, humildes dirigentes sindicales, para pedirles que le dieran un espacio en primera fila a la luchona mujer y pudiera, con plena libertad, manifestar sus inquietudes.

Siguiente noticia

Inauguran exposición 'Las mujeres en el diseño”