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Yucatán

Mi Madre … Mi Faro de Luz

Ana María Ancona Teigell “Muchas maravillas hay en el universo;

pero la obra maestra de la creación es

el corazón de una madre”.

Bersot

Aunque ya casi se cumplen 27 años de tu partida, en mi vida siempre hay una luz que no deja de alumbrar y guiar el rumbo de mi barco en esta hermosa, pero triste travesía por tu ausencia madre querida.

Eres como ese faro de luz que se alza en lo alto de las rocas del mar o en una montaña para que lleguen a buen puerto las embarcaciones que cerca de la costa están.

Pero tú, mi faro de luz, eres diferente a los demás, porque alumbras mi alma y mi corazón y los llenas de amor; me indicas el camino que día a día he de tomar. Los rayos luminosos, suaves, dulces, que esparces a mí alrededor, hacen que la oscuridad y el temor se vayan y me abres la ventana al triunfo y la realización de mis sueños, proyectos y esperanzas.

Cada mañana cuando despunta el Sol, lo primero que miro es tu fotografía con tus ondulados cabellos negros, esa tierna sonrisa que me alegra la vida y me viste de colores para salir a la calle a disfrutar la belleza de la Tierra que aprendí a amar a través de la profundidad de tu mirada que tantas veces se perdió en la eternidad. La tomo entre mis manos, la beso una y otra vez y siento como tu luz divina penetra en cada fibra de mi ser y escucho tu voz que me dice que nunca nos vamos a dejar de querer y que algún día nos volveremos a abrazar.

Mi faro de luz, la que me sacó de las tinieblas al nacer y cuando pude ver, ahí estabas tú, mi primer rayito de claridad, que me enseñó a caminar y rezar el “Angelito de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche, ni de día, si me desamparas perderás el alma mía, protégenos a todos”, plegaria que hasta hoy no dejo de decir antes de irme a dormir.

Mi faro de luz que en su viudez nunca se apagó a pesar del dolor de haber dejado partir a su gran amor. Que se mantuvo firme aunque los vientos huracanados y las tormentas trataban de opacar con las torrenciales lluvias su luminosidad. Nada te pudo derrumbar, solitaria te erguías sobre cualquier adversidad y sacaste adelante a tus siete hijos sin tener más compañía que tus rayos de fuerza, coraje y valentía. Nos distes estudios, educación, valores, principios y moral, que brillan por siempre en tu cielo cuajado de estrellas y que no te cansas de admirar.

Mi faro de luz creció y resurgió como el Ave Fénix, cuando papá murió, su esplendor se intensificó, alumbrando nuestro camino hasta que salimos de casa para formar nuestro propio hogar. A todos nos entregaste en el altar, extrañando y añorando la presencia del escritor y poeta que con su pluma te enamoró. Amor de tus amores que como reina siempre te trató.

Mi faro de luz infinita, que brilla donde quiera que voy, guerrera invencible que ya está con Dios. Hoy te canto las mañanitas en tu honor y dejo sobre tu cripta un ramo de rosas rojas, como símbolo de mi amor.

Tus hijos te veneramos en este diez de mayo y todos los días del año. A ti madre querida, fuente de nuestra inspiración. Mujer única y extraordinaria que su vida nos ofrendó quedándose en la tierra amada del filósofo encantador. Renunciando a volver a España, con tu familia adorada, anhelo que se quedó por siempre en tu corazón. Por eso la bandera que tanto amaste tu féretro cubrió con siete rosas rojas que tu hermano Ricardo sobre él depositó, honrando tu grandeza, tu sacrificio y amor.

Mi madre amada… Mi faro de luz, ¡Gracias, por todo!, ¡Gracias, por tanto! Sigue brillando madre… Sigue brillando y que nunca se apague tu luz.

¡Felicidades a todas las madres de Yucatán!

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