Síguenos

Última hora

Se prevé un bloqueo carretero en el municipio de Bacalar por falta de suministro eléctrico

Yucatán

Un área de la geografía yucateca que abarca todas las historias

Víctor Salas

Los caminos que van de Campeche a Mérida o viceversa, ya sea por los Chenes o por Tenabo o de la ruta Puuc a la de los Conventos, forman un área inmensa en la que se puede reconstruir de manera vibrante la historia de Yucatán en sus distintas etapas: los orígenes, la maya, la ruta de la ocupación hispánica, la de los franciscanos y el desarrollo del arte mestizo, la de las haciendas y, últimamente, la espeleológica.

Mayapán, Oxkintok, Uxmal, Kabah, Labná, Sayil, Xlapac, Kiuik, Chunhuhub y Chacmultún, forman una interesante zona del desarrollo maya calificable de artística y doméstica en oposición a la zona de Chichén, que pareciera ser de sabios, científicos y sacerdotes. En cada una de estas ciudades arqueológicas se percibe un sentido familiar, lúdico y doméstico. En Oxkintok, por ejemplo, entre todos sus sacbeoob uno puede ver a los niños correr de una edificación a la otra. O ver utilizar a la adultez esos mismos caminos de comunicación urbana para hacer una visita a los cuates o para cerrar un trato laboral. En Chichén, eso, no se antoja. Ahí, la arquitectura se adelgaza mirando al cielo, a lo astros, a la divinidad solar.

El Mozo y el Sobrino Montejo, después de dejar San Francisco de Campeche para avanzar hacia la ocupación de Toh, hacen un recorrido que curiosamente es el mismo que hasta hoy siguen los ADO o cualquier vehículo que vaya a Campeche o a Mérida. Tenabo, Dzibalché, Calkiní, Becal, Halachó, Maxcanú, Poc Boc y Dzibical. Esos lugares podrían objetivar a un estudiante la dimensión del avance español sobre el territorio ancestral de los mayas. En el medio hay un lugar hermoso que es un hotel y restaurante ecológico, La Tasca. Habría que fomentar el sentido de la explotación turística entre los pobladores de cada uno de estos asentamientos. Motivar a los pobladores, a los pequeños negocios alimentarios, pero regionales, porque en esos lugares uno puede encontrar con más facilidad y frecuencia una hamburguesa, un hot dog, una pizza, que un caldo de pavo o un panucho. Por ejemplo, en Pomuch, que la gente iba a comprar la famosa panetela homónima, ya no se trabaja a no ser que sea por encargo. Esto quiere decir que el famoso pan de Pomuch ya no existe en las panaderías del lugar.

La ruta de los conventos franciscanos se encuentra ahí mismo y cada poblado que alberga a cada uno de ellos, adolece de lo anterior, excepción hecha con Maní y su famoso restaurante. Pero, una cafetería, un chocolate caliente, un chocomilk y un pan para acompañar esas bebidas, no se encuentra en ninguna parte.

La ruta de las haciendas con sus cenotes y sus grutas y cavernas cercanas cierran ese círculo que debería explotarse para un turismo que pernocte en alguno de esos lugares.

Muna, que es un lugar de paso, brinda servicio de hotelería, restaurantes, gasolinera, mercado de comida regional, taquerías, venta callejera de frutas y verduras y una cantidad de detalles que hacen que un visitante no se sienta aislado de su realidad al permanecer en él. Los demás lugares de la zona carecen de esos servicios indispensables el día de hoy.

La Secretaría de Turismo debería avocarse a la tarea de hacer un proyecto de turismo integral de esa zona, dirigido a los yucatecos, regionales, nacionales y extranjeros.

Siguiente noticia

Gradual incremento en el potencial de lluvias para este fin de semana