Ricardo Manuel Wan Moguel1
En 1906 una revista española de gran alcance y circulación publicó un artículo titulado La compañía de los Ferrocarriles de Yucatán, en el que hacía un recuento de la historia de los caminos de hierro en las tierras del Mayab. Además de remitirse a la primera concesión que se entregó en materia ferroviaria en el Estado, proporciona datos de los que les siguieron hasta consolidarse Ferrocarriles Unidos de Yucatán (FUY), en 1902. En general, la empresa es descrita con calificativos positivos: poderosa, dotada de gran pujanza, moderna, con personal inteligente y con directivos -Carlos Peón, Nicolás Escalante y Eusebio Escalante- que saben llevar sus riendas.
Cinco años después, según la información que he consultado en el Archivo General del Estado (AGEY), la compañía atravesaba por una crisis económica, como consecuencia de la situación financiera global. Además de los documentos relativos a las finanzas de la empresa, lo anterior se refleja en algunos expedientes laborales de los trabajadores, ya que muchos rieleros son despedidos o su salario desciende. Ello, deriva a que acudan a los directivos y la respuesta que obtienen es que FUY está pasando por una crisis de capital, por lo que “hay que hacer economía en la empresa”.
En esta tesitura, en 1908, en un intercambio de cartas entre Yves Limantour y Fernando Pimentel y Fagoaga, se dice que FUY adeudaba al Banco Nacional de México $700,000 y al Banco Peninsular Mexicano $2’700,000. No obstante, esa cantidad es mínima si consideramos que en 1910 los directivos de la empresa pidieron un empréstito de £825,000 a inversionistas extranjeros encabezados por los británicos Bruno Von Schröder y Walpole Greenwell y el estadounidense Ernst Thalmann Baronet.
Aunque no he profundizado en el tema, al parecer la situación se tornó más complicada en las primeras décadas del siglo XX. Para 1930, un diario de circulación nacional dedicó un espacio considerable a la situación financiera de FUY. El título de dicha información era sugerente y alarmante: “Yucatán perderá la propiedad de sus Ferrocarriles”. El subtítulo de la noticia resume el contenido del artículo: “No ha sido cubierta la deuda que la empresa contrajo con banqueros ingleses. Impera la política de mal manejo del negocio que lo ha llevado al peligro de una bancarrota total”.
Como se puede suponer ante el escenario descrito, la situación financiera de la empresa no estaba pasando por su mejor momento hasta antes de crearse Ferrocarriles Unidos del Sureste (1934). Y a pesar de que desconozco lo transcurrido durante las siguientes décadas, resulta interesante tratar de entender y comprender qué relación pueden tener los hechos presentados con anterioridad con la situación paupérrima de los ferrocarriles yucatecos en la actualidad.
1 Historiador, ricardowanmoguel@colmich.edu.mx