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Yucatán

Noticias del Yucatán colonial (Prosigue)

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

A su paso por Sevilla, el Adelantado engendró a un niño: el futuro Montejo El Mozo

Lo dice Landa. Que antes de emprender su gran aventura en las Indias, el Adelantado Montejo pasó una temporada en Sevilla donde engendró a un hijo, el futuro Montejo el Mozo. Por 1523, fue por él y lo trajo a México, como paje de Hernán Cortés. Anduvo con éste por un tiempo en las Hibueras (Honduras) y luego regresó a México, entonces consagrado a la conquista de Yucatán, la que, como sabemos, no fue tan rápida como la del imperio azteca, sino que dilató unos 20 años.

En 1539, poco antes de conquistar en definitiva a la península, casó con doña María Andrea del Castillo, nacida en Alcalá de Henares, hija de Beltrán de Cetina y de Francisca del Castillo, originarios de La Rioja pero vecinos de Sevilla.

Emparentado políticamente con un gran poeta

No está de más recordar que el padre de la mujer del Mozo, Beltrán de Cetina, era hermano del notable poeta sevillano Gutierre de Cetina, autor de esa joya madrigalesca “Ojos claros, serenos”, quien al parecer, nunca estuvo en Yucatán, pero sí en México donde murió asesinado en ¿1577? Políticamente, Gutierre de Cetina fue tío del Mozo.

La esposa del Mozo fue una de las primeras mujeres españolas avecindadas en Mérida

Eran los tiempos en que solamente los hombres participaban en las conquistas de América y sus esposas se abstenían, por miedo, de acompañarlos en la aventura. Doña María Andrea fue una de las primeras españolas en avecindarse en Mérida en plena campaña.

Poesía joven de Yucatán

Juan Manuel Góngora López

V

Grandioso fue crecer en tu gran reino,

jamás olvidaré esos momentos,

congelados dejamos los vientos

y agotamos el dulce suspiro.

Tu estadía disfruté con alegría,

suavemente estallé un segundo,

sin marchar, el tiempo se contuvo,

y decidió probar la algarabía.

No puedo decir que no equivoqué,

nuestro destino logré destruir.

¡Tantas cosas elementales erré!

Por un tiempo logramos juntos ir,

tu paciencia lentamente colmé.

Una eterna huida es el vivir.

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