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Yucatán

Leyenda del patrono de Yobaín, el misterioso caminante

José Iván Borges Castillo*

A Eudes G. Canché Pech y a los

amigos de Yobaín

¡Era San Lorenzo, lo distinguí por las ropas que portaba, además llevaba en la mano derecha una lamparita!

Cuenta la conseja del antiguo pueblo de Yobaín que San Lorenzo eligió esa comunidad para ser su patrono y su fiel protector. Leyendas y dichos que legitiman sus presencia en la comunidad.

Cuando hubo de rayar la aurora de la primera evangelización en aquellos difíciles días del siglo XVI, fueron los misioneros franciscanos los que llegaron hasta el antiguo pueblo de Yobaín, entonces perteneciente al gran cacicazgo de Ceh Pech, para bautizar a los nativos, enseñar el catecismo y fundar todo un pueblo de visita, así como fijar sobre el antiguo templo de religiosidad maya la primitiva capilla católica de la comunidad, sirviendo su elevado basamento y todo su materia de piedra y escombro, fue entonces cuando se nombró a San Lorenzo como el titular y patrono del pueblo. La historia misma lo dice, según habría de escribir un siglo después el cronista religioso Fray Diego López de Cogolludo cuando menciona “San Lorenzo del pueblo de Yobaín”.

Y bajo los auspicios divinos, los religiosos invocaban la protección divina al cielo, la respuesta de aceptación también llegó del cielo o mejor dicho debajo de la tierra.

Una feliz mañana del mes y año que no se recuerda con precisión, unos pescadores venían de las playas cercanas y en cuevas cercanas, donde solían resguardar pescado para su conservación dado al factor de frescura que en ellos prevalece, al bajar a una de esas concavidades formadas al parecer por la naturaleza, grande fue la sorpresa que se llevaron aquellos humildes hombres, al encontrar una imagen de un santo, que supusieron se trataban de alguna representación de capital importancia. Aprisa corrieron para avisar a la autoridad eclesiástica y al cabildo de indios del lugar, que verificó que se trataba nada menos que de una imagen especialmente tallada de San Lorenzo mártir, al que ya entonces se había invocado como patrono del lugar, parece que San Lorenzo mismo mandó por milagro su imagen a ese pueblo que lo invocaba y que ya comenzaba a mostrarle especial devoción y filiar amor.

¡La noticia, naturalmente, corrió por todo el pueblo! Y no se veía otra cosa que romerías de indios, con sus hijitos ir hasta esa antigua cueva a mirar la imagen del Santo Patrono. Entonces se acordó llevarlo a la iglesia principal, cortaron entonces unos troncos y se armaron las andas y una base, con las muchas flores silvestres que las indias habían llevado para demostrar su alegría y veneración cubrieron los pies de la imagen sagrada, y comenzó la primera gran procesión de traslado.

Caminaron fervorosos aquella legua de distancia, y cuando hubo de entrar al pueblo el camino principal se abarrotó de personas, de niños, de jóvenes, de ancianos que salían a admirar aquel feliz hallazgo. La imagen entró a la iglesia de Yobaín y fue colocada en el lugar predilecto como patrono de la población.

Y desde lo alto del antiguo campanario, el repique incesante de la campana sonaba a gloria y regocijo popular.

Este hecho principal quedó registrado en la fiel memoria de todo el pueblo de Yobaín, y así, de padres a hijos y de abuelos a nietos, se cuenta cómo encontraron la milagrosa imagen del patrono, en aquella misteriosa cueva camino al puerto de Chabihau.

Los años pasaron, luego las décadas y quizá también dos o tres siglos desde que la imagen de San Lorenzo fue encontrada, la cueva sin embargo permaneció abierta y en su interior comenzó a manar agua cristalina, que según cuenta los antiguos de Yobaín, cuando se toma o ingiere pidiendo la intersección de San Lorenzo se han logrado conseguir la salud y el bienestar físico o emocional.

La mañana de un primero de agosto, por ahí de 1955 a 1960, cuando comenzó a correr noticias de una aparición milagrosa, entre el atrio de la iglesia y el viejo camino a Chabihau.

Era entonces la aurora de un 31 de julio, cuando ya la comunidad se levantaba de sus descansos nocturnos para salir a trabajar en las grandes haciendas y fincas cercanas a la población, cuando varios campesinos y jornaleros vieron salir de la iglesia a un niño de singular estampa ataviado como monaguillo pero con su dalmática, un anafre en la mano derecha y un libro con una lamparita en la mano izquierda con la que alumbraba su camino, que tras bajar el atrio tomo dirección al camino que va al puerto de Chabihau. Todos los que lo vieron decían que era el mismo patrono San Lorenzo, que a días de comenzar su novenario anual y fiesta principal de agosto, bajaba de su altar para ir a visitar aquella cueva misteriosa donde había sido encontrado.

Dicen que este evento ocurrió varios años, había entonces muchos testigos que vieron al patrono caminar desde su iglesia, recorriendo las callecitas de su pueblo hasta tomar camino y llegar a su cueva. La población feliz, a la vez que temerosa y devota, fue ante su párroco a contarles lo que ocurría y lo que las personas de la comunidad alegaban.

Y fue entonces como el párroco Tomás McCartney, misionero de Mary Knoll, organizado en el año de 1962, el primer traslado de la imagen de San Lorenzo a esa cueva, donde al pie de su entrada se levantó un rústico oratorio para resguardar la imagen, quedando en el lugar por todo un día y una noche. Así quedó constituida una de las más sólidas tradiciones de Yobaín, con la que marca el inicio de su fiesta tradicional con el traslado en la mañana del 31 de julio de la imagen de su patrono a esa misteriosa cueva donde, dicen la leyenda y la tradición, que fue encontrado, y por donde quiso llegar a su pueblo de Yobaín.

El nombre de Yobaín se une al nombre de San Lorenzo, en toda la historia municipal, en su viva tradición como fervorosa devoción, en la leyenda mística que responde a su necesidad de sentirse bendecido y protegido por lo divino. San Lorenzo quiere y protege a Yobaín y Yobaín quiere y protege a su santo patrono, ese misterioso caminante que la mañana de un 31 de julio bajó de su altar para recorrer y bendecir con su paso a toda su predilecta comunidad.

*Escritor comunitario

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