Yucatán

'Tipejo/a”: Despectivo por persona sin ningún valor

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

Reza el DRAE:

TIPEJO, JA s. Desp. Persona ridícula o despreciable.

Es voz castiza sólo recogida por la Academia.

Los otros diccionarios no la registran, ni siquiera el de Santamaría que tampoco lo conceptúa de mexicanismo.

En Yucatán se usa como despectivo de tipo, de persona de malas fachas, antipática, grosera, que no tiene ningún valor en la sociedad y es chismosa y no da ni los buenos días.

Llegan a la tienda Continental de la 70 un grupo de sabios que sudan a mares por culpa del calor meridano:

-¡Orlando! ¡Orlando! -grita al entrar el Calabazo.

-Sí, dime, papi… pero no me grites.

-Es que me’stoy muriendo de sed y quiero un granizado…

-¿De qué sabor?

-Del que te dé la gana pero muévete…

-¿Y tú, Gasolina?

-Yo de bistek. Sabes que tengo hambre.

-Anda a freir bolas por allá… ¿Y tú, tío Pascual?

-De coco y con su caballote e’tequila…

-Oye, Orlando -pregunta el Mtro. Vera- ¿Y si chan viene el Barrigas qué le vas a servir?

-Nada, maistro, a ese tipejo no sólo no le sirvo sino que lo corro a patadas!

Los refritos (4)

Jorge Mijangos

¿Sabe usted lo que es un constipado de verano?

En el invierno, cuando usted está constipado, se arropa usted bien, se sienta al lado de la televisión y se pone a tomar calditos calientes. No existe voluptuosidad comparable a la de un buen constipado de invierno. La familia se interesa por usted y le pregunta si siente opresión en el pecho o si le duele el costado. Viene el médico, quien le mide a usted la temperatura, y desde ese instante queda reconocida su beligerancia de enfermo. El director de la oficina le dice a usted que permanezca en casa, que hay mucha gripe “por ahí” y que no conviene hacer imprudencias. Todo el mundo, en fin, le compadece a usted, y hasta usted mismo acaba por enternecerse ante el quebranto de su propia salud.

¡Qué diferencia con los constipados de verano!...

La cabeza le zumba a usted como una olla en ebullición. Parece que está cociéndosele a usted el cerebro y, en efecto, usted nota cómo van ablandándosele los sesos y cómo van disolviéndosele las ideas. Se suena usted, y es horrible. Uno tras otro, dijérase que va usted llenando todos sus pañuelos de masa encefálica. La cabeza se le queda a usted completamente vacía, y aunque en materias de opinión esto constituya una ventaja, ya que es la mejor garantía posible de imparcialidad, como sensación física resulta altamente desagradable. Luego hay el lloriqueo, el estúpido lloriqueo de los constipados de verano. Llora usted por los ojos, por las narices, por la boca. Llora usted de un modo repugnante, y, de pronto, ¡zaz!, se dispara usted en uno, en cinco, en diez ridículos estornudos, que revelan una falta absoluta del control…

Con un constipado de verano sufre usted infinitamente más que con un constipado de invierno; pero es inútil. El constipado de verano no conmueve a los amigos ni a los familiares.

(Concluye mañana)