Roldán Peniche Barrera
Bueno, esto lo ignorábamos pues nunca conocimos a ninguno procedente de la Patria de Verdi y de Rossini, pero así nos lo hace saber el ilustre escritor D. Ermilo Abreu Gómez, quien explica:
“El afilador casi siempre era un italiano. Su carrito tenía una rueda, con la cual le daba vuelta al torno y al esmeril. Iba por las calles tocando su caramillo. ¡Qué melancólica, qué triste era su música! Era como un lamento, como la voz humilde del cansancio”.
Comentario.- Todavía nos suena triste y conmovedora la tonadilla de los afiladores que son de todos lados menos italianos. Esto es, en nuestros tiempos. Nosotros sabíamos que los italianos que llegaron a Yucatán dieron en reparar calzado y otro (aquel Biaggio Donaddio) se trajo un organillo en el que tocaba las piezas de moda de las óperas italianas y que luego fue sorbetero. Actualmente han arribado algunos comerciantes en ropa y algunos restauranteurs y aquí ya hasta la pizza ha vuelto locos a los yucatecos. La pizza se conoció hará unos veinte años, poco más o menos pues antes nadie las conocía.