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Yucatán

Los obituarios de las mujeres en la prensa del siglo XIX

Roger Aguilar Cachón

La prensa del siglo XXI en nuestra ciudad y Estado, ha sido siempre portadora de noticias que adquieren impacto en la sociedad, destacando siempre aquellas notas en donde se hace mención de la labor que las mujeres realizaban dentro de una determinada esfera social. Haciendo de esta tarea algo muy especial.

Es por eso que cuando una mujer fallecía y sus familiares contaban con los medios económicos para poder pagar un Obituario dentro de las páginas de algún periódico, éstas eran tratadas de manera especial y con una pluma ágil y siempre con la intención de destacar sus virtudes.

El tratamiento que la prensa daba a las mujeres que habían pasado a rendir su tributo a la Madre Tierra, se encontraba directamente relacionado con la edad, posición social, condición de madre, así como su relación y cercanía con aquellas personas que en ese momento ocupaban lugar importante dentro de la sociedad yucateca.

Los obituarios siempre, o en la mayoría de los casos, eran o fueron escrito por hombres y en ellos se trataba de mantener el status quo, esto es, una buena vida dedicada al hogar, al cuidado de los padres, al de los hijos y de su familia, iba ser premiada al llegar al descanso eterno y como máximo galardón, su permanencia en el Cielo.

La Revista de Mérida (1875-1900), período que coincide con la llamada época Porfiriana, fue uno de los medios escritos muy aceptados por la sociedad yucateca y en donde se publicaban aquellas muertes de personas con una buena presencia social y en donde se daban a conocer las causas de su fallecimiento, otro elemento que sirve como dato histórico en éstos, es que en algunos se publicaba la causa de su muerte y nos da una breve mirada de aquellas enfermedades que asolaban a nuestra ciudad y Estado en aquellos años. Los obituarios se dedicaban a las niñas, señoritas, esposas, señoras y madres.

Con respecto a los obituarios dedicados a las niñas, en ellos se hacía referencia a la pureza, se les comparaba con angelitos que posaban cerca de la cara de Dios. La muerte de las niñas era consolada con la idea de que llegarían directamente al Cielo y que se convertirían en ángeles protectores de sus hermanos y padres. Uno de los obituarios más bellos dedicados a una niña, fue publicado por el medio anteriormente mencionado el sábado 18 de septiembre de 1880, en la página 3:

“María Aurora Escalante/ Hija de nuestro amigo D. Jacinto Escalante Méndez, apenas contaba tres años, cuando la muerte implacable la separó del lado de sus padres, dejándolos sumidos en el más profundo dolor./ Morir, cuando aún se empieza a vivir!/ Pero no, María no ha muerto, vive en el corazón de sus padres y hermanos, y lo que es más, vive en la eternidad/ Enferma desde que vio la luz, la muerte ha venido a arrancándosnola/ El día 8 del actual, rompió sus cadenas que la tenían sujeta a la Tierra. Sobre su tumba no debe de haber más que guirnaldas de azahares. / Con ellas venimos hoy a regarla, para que envuelta en su perfume, suban al Cielo en donde hoy reside, los suspiros y las lágrimas de nuestro corazón. Tekax, Yucatán.”

Sin lugar a dudas, el autor debió de ser una persona cercana a la familia de la niña, ya que en esta necrología se puede leer el dolor y la impotencia ante la muerte, así como la esperanza que los padres tienen de que su pequeña hija se una al coro de los ángeles.

El tratamiento que la prensa les daba a las señoritas que fallecían era completamente distinto, en ellas se resaltaban las virtudes de una buena damita, de lo que perdía la sociedad y sobre todo de la vida que se truncaba cuando esto ocurría. En algunos obituarios dedicados a las señoritas se hacía notar la causa de su deceso o se hacía mención de su enfermedad. Tal y como se puede leer en el publicado en La Revista de Mérida el 9 de abril de 1891 página tres:

“Flor Muerta/ Una noticia dolorosa tenemos que consignar, a nuestros lectores, la sentida y temprana muerte de la bella y muy estimable Srita. Mercedes Patrón Martínez, ocurrida en esta ciudad, en la tarde del lunes último. La terrible enfermedad del Croup tronchó en flor aquella tierna existencia/ ¡Qué triste es morir cuando las ilusiones y esperanzas llenan el alma con sus más dulces halagos y caricias! ¡Qué doloroso es bajar a la yerta tumba, si aún se pisan los umbrales de la vida y el porvenir preséntase a nuestra vista como una promesa de interminables encantos!”

Los obituarios dedicados a las señoras, esposas y madres de familia, eran concebidos desde otras perspectivas, en ellos se hacía alusión a las dotes que habían tenido en vida y sobre todo, a las virtudes y a la manera en que habían sabido vivir dentro de su familia, transmitiendo los valores morales que la Iglesia Católica les había inculcado. Desde luego que el satus del esposo era determinante en el momento de hacer la redacción del mismo.

Un obituario que llama la atención por el tratamiento que se le da a la persona fallecida, sobrevalorando las virtudes y el ejemplo de buena cristiana, es el publicado en la Revista antes mencionada el jueves 19 de agosto de 1875, en su página 3:

“La señora Doña María José(Josefa) de Rendón/ Ha fallecido en esta capital el día 17 del presente, causando honda pena en la sociedad meridana. Las virtudes de que estaba adornada, la conquistaron con justa razón de aprecio general que se ha dado a conocer por la sensación que ha producido su muerte. Modelo de madre y esposa cristiana, doña María Josefa Cárdenas, supo conquistarse en su vida un aprecio mezclado de respeto y veneración, homenaje que le tributamos, los que tuvimos el gusto de tratarla y escuchar muchas veces de sus labios, palabras de consuelo y amistad. / Descanse en paz la virtuosa señora que ha dejado una memoria intacta y dignos hijos que sabrán honrarla”.

Para finalizar la presente nota, un obituario en donde la sensibilidad del autor del mismo se hace sentir en cada letra que escribe, en donde se resaltan de manera poética las bondades y virtudes que tuvo en vida, éste se publicó el 2 de mayo de 1893, en el mismo rotativo en la página 3:

“Sensible pérdida/ El jueves veinte y nueve del próximo pasado, falleció en esta ciudad, tras aguda dolencia, la honorable Sra. Doña Tomasa Pacheco y Guillermo. Las personas que la trataron íntimamente tuvieron la ocasión de apreciar sus nobles y relevantes prendas de su alma, su cristiana caridad y su aplaudible desprendimiento./ Corazón, toda bondad y abierto siempre a los más hidalgos sentimientos que dignificara al ser humano, pasó por este valle de penalidades la distinguida matrona, haciendo el bien, ora con sus luminosos consejos, ora por sus recursos pecuniarios.¿ Qué lágrimas hubo que no enjugase, qué miseria que no socorriese o qué dolor que no consolase? Su casa fue asilo de orfandad abandonada, de la pobreza sin amparo, de la vejez enclenque e impedida./ Descanse en paz.

De esta manera, mis caros y caras lectoras, las mujeres del siglo XIX eran tratadas en sus obituarios, utilizando los medios y con los recursos necesarios y sobre todo la poesía que a flor de piel se transmitía en cada uno de ellos. Para muestra sólo un botón. Las notas necrológicas era una manera de homenajearlas. Sin importar si eran niñas, señoritas o señoras, los obituarios se redactaban para hacer ver a la sociedad yucateca el valor de ellas, así como su importancia en la transmisión de los valores cristianos y el deber ser que ellas tenían dentro de aquella sociedad.

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