Roldán Peniche Barrera
Habla de él don Ermilo Abreu Gómez en su librito. Nosotros no lo conocimos aunque sí a las “húngaras” o gitanas, a quienes aludimos en pasadas entregas. ¿Pero cómo era este “húngaro” según nuestro autor? Oigamos:
“De pronto aparecía por las calles, plazas y barrios, un húngaro con un oso y un mono. Mientras el húngaro tocaba la pandereta, el oso se ponía a bailar de dos patas. Después de cada baile el mono saltaba de los hombros de su amo y, quitándose la gorra, pedía una moneda a los curiosos. Algunos le daban algo, pero los más le volvían la espalda.
“La presencia del húngaro duraba poco tiempo. Un día no se le veía más y de él sólo quedaba el recuerdo de una canción triste y extraña”.
Comentario.- De estos “húngaros” poco nos dice la historia y ni la crónica se ocupa de ellos, pero es seguro que don Ermilo, cuando era niño, observó al “húngaro” con su mono y su oso. Más atrás, al mediar el siglo XIX, llegó un italiano, de quien ya hablamos, acompañado de un organillo y de un mono, quien tocaba bonitas piezas y después del “concierto” mandaba al simio a recoger algunas monedas entre el público.