Yucatán

'Matux”, el heladero

José Alejandro Aguilar Novelo*

Cuando en Panabá se menciona la palabra “Matux”, viene a la mente y se antoja probar un rico helado. En contraste, si aludes el nombre de Matilde Ontiveros Valdez, nada suena familiar en cualquier rumbo de este poblado situado al oriente yucatanense. Pero ambos tienen relación entre sí, ya que se trata de la misma persona. Don Matilde, a quien se le conoce con el seudónimo de “Matux”, nació el 13 de marzo de 1942, hijo de los señores Eusebio Ontiveros Castro y Alicia Valdez Yah.

Don “Matux” narra que no culminó el segundo grado de primaria, pues su papá lo llevó a trabajar al monte. Aún recuerda a sus maestros Pablo [sin mencionar el apellido] y Celia Aguilar. De igual modo relata que cuando cursó sus estudios de primaria, la escuela Vicente Guerrero estaba en una parte del Palacio Municipal, donde alguna vez estuvo la Casa Ejidal (hoy oficina del Catastro) y que posteriormente, este plantel se trasladó a donde actualmente se ubica la Casa de la Cultura. Empero, su grado escolar no fue impedimento para que los cargos que desempeñara fueran exitosos y así se convirtiera en un personaje panabeño.

Narra que su nombre Matilde era motivo de burla, entonces quiso cambiarlo por Matías, pero todo quedó en el intento. Asimismo, ignora quién le puso el apodo de “Matux”, aunque seguro está, que es la apócope en maya de su nombre original. Sin embargo, personas cercanas a él, también lo conocen con los apelativos de “Cachón” y “Sorry”.

Con motivo de trabajo, desde muy joven y con tan sólo 15 años de edad se fue del pueblo, cambiando su residencia por un tiempo a la ciudad de Mérida, Yucatán, para vivir con su tío Abelardo Valdez; regresó con $500.00, mismos que entregó a su mamá y con la venta de unos cerdos al Sr. Angel Mena, se completó para que sus padres fomentaran un puesto en el parque central de Panabá, que llevó por nombre “Espiga de oro”, el cual se ubicaba frente al “[ex] Cinema Panabá”. En dicho lugar se podía degustar choco milk chicoleado, sandía machacada, papaya, granizados y empanadas. Además de este puesto, estaban el de los señores Julián Díaz, “Matzín” Can, el de Polo, y el del señor Fidelio Aranda, alias “Chivo”.

Tiempo después y a sus 22 años, se fue a la ciudad de Chetumal, Quintana Roo para laborar en bares. Posteriormente se trasladó a Ciudad del Carmen, Campeche, donde trabajó de igual forma en una cantina. Luego a Veracruz, donde vendía agua y por último, se ocupó durante un tiempo en una fábrica de tubos. De regreso a Panabá, solicitó trabajo a los Soberanis de Espita que eran heladeros, radicados en Tizimín, y le dijeron, “no, no, a ti no te enseño”, y agregó, “creo porque vieron que de veras me gusta y no me quisieron dar el empleo”, refirió el entrevistado. Del mismo modo se desempeñó como albañil y más tarde en la sabana con Melchor MENA, donde devengaba diariamente la cantidad de $25.00.

Decidido a ocuparse en el ramo, encargó su sorbetera en Mérida y se fue a trabajar al monte, mientras tanto, solicitó ayuda a algunas personas de la localidad para que le enseñaran a preparar helados, pero ante la negativa, “Matux” no se dio por vencido.

En 1972, con 30 años de edad, tuvo la siguiente iniciativa, “a donde sea que vaya, compraba helados para degustar y así descubrí qué ingredientes debía adquirir para empezar a elaborarlos”. Comenzó a experimentar y sin éxito desperdició mucho material durante dos meses de práctica, pero increíblemente, un día alcanzó lo inimaginable, ¡encontró el sabor anhelado y logró que sus helados tuvieran el toque especial!, el cual poco a poco fue mejorando hasta adquirir ese sabor único y el punto de congelación exacto que lo distingue. “Nadie me enseñó a preparar helados, sólo me explicaron algunas cositas”, explicó en tono serio “Matux”.

Inició vendiendo helados en una carretilla con ruedas de acero, que le dio el señor Toribio Mena. Rememorando, contó: “en aquella época cada helado tenía un costo de 20 ó 30 centavos y empecé vendiendo con sabores naturales de papaya, calabaza, coco, crema y elote”. Asimismo, ofrecía horchata con coco y canela, que el señor Valdemar Pérez bautizó con el nombre de “popurrí”. También había champolas, que es helado con sorbete, cuyo principal ingrediente era la lechE de vaca, en el helado de vainilla.

Corría el año de 1974, cuando compró su primer triciclo, que era de medio uso, en ese mismo tiempo también adquirió su barril de madera para que elaborara sus helados y con el que igualmente salía a vender, pronto obtuvo los depósitos para sus mantecados. Posterior a esto, adquirió otros triciclos, los cuales desechó ya que no tardan en su vida útil por la sal, más tarde compró uno de llantas gruesas, uno tipo moto taxi, hasta llegar al que tiene actualmente.

“Matux” enseñó a elaborar los helados artesanales a sus sobrinos Manuel de Atocha, Esteban e Isidro, pero el primero es quien continúa esta tradición de 48 años. Por costumbre, durante años instaló su triciclo habilitado como puesto ambulante de helados, al norte del parque infantil. Dice que ha tenido competencia muy cerca de su sitio, pero no tardan, pues las personas poseen un paladar exigente y buscan los helados caseros, elaborados con el toque especial de “Matux”. Sin duda, por su ímpetu y perseverancia, “Matux” es un personaje emblemático de Panabá cuando de sorbetes se trata, quien con su éxito trasciende al final del Siglo XX y principios del XXI.

*Escritor comunitario y cronista de Panabá