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Yucatán

México está en sus mercados (I)

José Luis Rodríguez de Armas

Leandro Soto y el mercado meridano “Lucas de Gálvez”

Hace unos años organicé en el Museo de la Ciudad de Mérida un conjunto de exposiciones de arte de carácter temático donde se intentaba representar las múltiples zonas con las que puede conformarse la cartografía de una ciudad, siempre a través de las artes visuales. Las exposiciones convocaron a artistas que ya habían tratado los temas y a otros que los hicieron por encargo. Una de esas muestras se tituló “Pásale marchante” y estuvo dedicada a los cien años del mercado “Lucas de Gálvez”. Allí, mediante fotografías, esculturas, pinturas, grabados, videos, plano sonoro e instalaciones, se construyeron miradas que estimulaban la construcción de otras tantas por parte de los públicos que llegaran a acceder a la exposición. Incluso, en muchos casos se trató de un ejercicio colectivo desde el momento en que algunos de mis alumnos de la carrera de Artes Visuales (UADY) hicieron obras en torno al modo en que los vendedores organizaban su oferta en un mínimo espacio. Algunas obras trataron sobre los nombres de los establecimientos y los recursos utilizados para apelar, reclamar, a que el público consuma el producto ofertado, desde su grafía (el ingenio visual), lo satírico, lo metafórico… Eran espacios dentro del gran espacio expositivo, por ejemplo, una artista recreó un altar a la Virgen de Guadalupe, como ese sitio de devoción que se reserva en los mercados para la Patrona de México. Así, el tema y las formas de representarlo podrían parecer casi agotados, sin embargo, en los últimos meses dos artistas nos sorprenden con dos miradas diferentes, pero armónicas, del centenario mercado “Lucas de Gálvez”. Uno de ellos es un cubano que ha retornado a la ciudad (llegó acá en 1988 para trabajar y exponer con un galerista y desde entonces lo ha hecho con recurrencia) y otro venido desde la capital del país y que vive en Mérida, desde hace unos años: el cubano se llama Leandro Soto y el mexicano Willem (Pim) Schalkwijk.

Al unísono expusieron sus propuestas en la “Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez” (Ciudad de La Habana, junio-agosto de 2019), en el Centro Cultural “Julio Antonio Mella” (Cienfuegos, septiembre-noviembre de 2019) y ahora lo hacen, desde diciembre pasado y hasta el 29 de este mes, en la Fundación de Artistas de esta ciudad de Mérida: siempre aunados por el título “Sacbé: Camino de Intercambio.”

Por parte de Leandro Soto (Cienfuegos, Cuba, 1956) su lectura se asienta en ver al mercado actual como un sitio de cruce de caminos, de comunicación y de intercambios. Es un intento artístico (intento porque nada se realiza al máximo; intento porque no hay una sola vía para acercarnos a algo) de aunar lo que sucedía en el Sacbé (el Camino Blanco, ese espacio de desplazamiento propio de la cultura maya precolombina) con el mercado moderno. Fue Leandro quien me remitió al par de versos de Pablo Neruda que mencionaba la importancia del mercado para la cultura de este país: “Fui de mercado en mercado por años enteros, porque México está en sus mercados”. La propuesta que ahora presenta y centrada en el anterior concepto, Leandro la titula “Melomapas”.

Toda la obra de Leandro ha constituido, desde su aparición en el panorama plástico cubano de los años 1980, un ejercicio de búsquedas etnográfico artísticas. Recordemos la exposición “Retablo Familiar” que supuso ejecutar un ejercicio de síntesis y así hacer una microhistoria de la Revolución Cubana a partir de fotos de su familia relacionadas con la Revolución o la historia de Cuba: todas recreadas a diferentes escalas y propiciando sugerentes lecturas emotivas y contextuales. Asimismo, desde su llegada a México en 1988 –¡hace treinta y dos años!–, este artista cubano realizó un trabajo pedagógico y la producción personal y colectiva de obras artísticas con sustrato e intención etnográfica, siempre con miembros de comunidades indígenas; citemos su trabajo en Tabasco (con los Chontales) y en Homún (con los mayas). Ha estado en la India, en Barbados, en Estados Unidos, Canadá, Perú. España, Italia, Jamaica, Trinidad y Tobago, Colombia, Egipto y Taiwán donde ha hecho investigaciones culturales a través de la práctica artística. En ningún momento su mirada etnográfica ha cesado, así como tampoco la creación de un arte vinculante con esta cuerda. De este modo, lo que podemos ver en la Fundación de Artistas es la continuidad (aunque en una escala menor) de un trabajo cultural realizado a partir de un largo periplo por varios puntos de este planeta y lo que algunas de sus manifestaciones culturales le han motivado.

Las piezas presentes en “Sacbé: Camino de Intercambio” son un conjunto de “mapas” (casi obras abstractas) realizadas en foami, un plástico flexible y de amplia gama cromática que usan los niños para realizar manualidades. Tijeras en mano, Leandro fabrica formas (recordemos que eso también lo hizo Matisse con papeles de colores) que van adquiriendo dinámicas estructuras que terminan superponiéndose hasta formar una compleja urdimbre. La gama utilizada no es gratuita al poseer primero un valor de orientación, luego uno de lectura abierta y al final, tal vez otro de valor simbólico si es que se entra en el juego. Estos melomapas pueden ser disfrutados estéticamente desde una lectura visual (cromática, organizativa sin linealidad…) o también acercarse a lo que el artista propone según resuenen en cualquiera de nuestras cuerdas posibles. Es decir, las lecturas que él hizo sobre el espacio escogido (el mercado) y de los innumerables desplazamientos humanos que allí, como capas tectónicas, se atesoran. Recordemos que muchos creen, entre ellos Leandro, que los espacios resuenan, vibran permanentemente. Cada melomapa es un sinfín de historias y de relaciones que nunca habrán de cesar. Son superposiciones tras superposiciones que conforman un espacio como grosor y no como profundidad. Los colores pueden llegar a convertirse en referencias, puntos de orientación, en estos planos que, a modo de palimpsestos se enciman hasta casi perder sus fronteras, pero que a su vez se van amalgamando. Los melomapas son, a fin de cuenta, guías, mapas, para apoyar los desplazamientos físicos y afectivos en un espacio con vida acumulada y en permanente dinamismo. La clave radica, en mucho, en escoger unos de esos colores y aferrarnos a él para poder movernos en “selva obscura”. Otro aspecto a destacar es el punto de visión que pueden llegar a alcanzar aquellos que observen estos melomapas si se sitúan en otra coordenada, en un tercer punto. Es una visión desde arriba, aérea. Lo idóneo hubiese sido colocar los melomapas en el piso y que desde lo alto, desde nuestros ojos, pudiesen ser disfrutados de otro modo, aunque mostrarlos en la pared no condiciona o impide este tipo de lectura (siempre los mapas se han disfrutado de este modo lo mismo que hojeando un atlas). Este tercer punto de mirar se consiguió en La Habana a partir de una instalación donde se completaba el ángulo de observación cuando a uno de los melomapas se le añadió unas pequeñas figuras de estilo maya.

En el espacio laberíntico del mercado “Lucas de Gálvez” hay que ubicarse constantemente o como dice Leandro: “…si no tenemos claro lo que buscamos no lo encontramos”. Podemos ir al mercado, a cualquier mercado del mundo, como un flâneur en el sentido que le asignó Baudelaire, y encontrar constantemente lo inesperado en el desplazamiento sin rumbo fijo, pero no en el caso que quiere explotar el artista: ir a buscar cosas específicas y moverse en una sintonía (claro en lo que buscamos). El mercado como sitio al que se va con un objetivo trazado.

Algo muy interesante en la propuesta es que Leandro apela a un material no convencional para representar sus melomapas. Aquí no estamos en presencia de cuadros pintados al óleo, ni dibujos, ni acuarelas, ni fotografías, ni…, porque es el infantil material llamado foami (ya lo habíamos mencionado anteriormente) el que sirve para estructurar la propuesta. El foami también nos puede conducir a otra coordenada de lectura: lo lúdico. El artista juega construyendo esos mapas como un niño construye sus paisajes, de hecho cada melomapa puede ser leído como un paisaje. El referente “real” de toda la propuesta, me refiero al mercado “Lucas de Gálvez”, es un gran paisaje. Por otro lado, desde el punto de vista del material y del soporte escogido (vulgares cartones para empacar productos) su estética se pone acorde a la época donde proliferan materiales plásticos, desechables…, en fin, efímeros.

Estos melomapas son presentados de “modo tradicional” con su marco y “marialuisa”, pero aquí también el material utilizado no es noble (laca, cristal, pátina, lienzo…), sino común cartón de varias capas evidenciando un juego entre lo ennoblecido, al que se le quiere otorgar cierta categoría, y lo teatral con sus falsedades y trampas escenográficas.

La muestra “Sacbé: Camino de Intercambio” en su versión meridana se completa con dos huipiles concebidos y elaborados por Kika Rodríguez a partir de telas diseñadas por Leandro y que en mucho siguen los trazos, las ondulaciones, presentes en los melomapas. Este vestuario se presentó a modo de un singular desfile de modas (performance en sí) la noche inaugural y como marco la hermosas arcadas coloniales del patio de la Fundación de Artistas.

Intentando un posible resumen, podríamos decir que el espacio mercado “Lucas de Gálvez” motivó a Leandro Soto para trazar un tejido de relaciones y atrapar creativamente una zona hasta cierto punto invisible donde se verifica un intercambio de energías y se construyen procesos creativos de naturaleza muy amplia. Escuchó las resonancias de un espacio y de una costumbre ancestral para producir otro tipo de visualidades. Esto es lo que el artista etnógrafo intenta apresar y representar en sus melomapas. Los tipos de lecturas quedan en manos de los espectadores dinámicos que encuentran algo porque siempre buscan algo.

La provocación posible de nuevos espacios que poseen los melomapas de Leandro Soto y que él quiso hallar en el mercado “Lucas de Gálvez” de esta ciudad de Mérida, pueden ser denominados como heterotópicos. Recordemos que heterotopía es un término concepto creado por Michel Foucault para hablar de esos espacios con movimientos internos, con dinámicas particulares y con insospechadas posibilidades de relecturas como acciones capaces de provocar en nosotros la construcción de otros espacios también con sus propias dinámicas, lógicas, y resonancias. Haciendo de usted, espectador interesado e inquieto, un coproductor o un creador en sí, de un hecho artístico sin finitud. En fin, acercarnos a los melomapas, a la exposición “Sacbé: Camino de Intercambio” de Leandro Soto y Pim Schalkwijk, como un emplazamiento donde es posible que se verifiquen acontecimientos para todo ser receptivo.

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