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Yucatán

No podemos como mujeres seguir indefensas

Ana María Ancona Teigell “Estos son los únicos momentos en que

siento la soledad verdadera: cuando

uno se enfrenta a la violencia impune”.

Ryszard Kapuscinsky.

Necesitamos seguir creando redes de apoyo fuertes para todas las mujeres que necesitan nuestra ayuda y solidaridad. No podemos seguir permitiendo que el Centro de Justicia para las Mujeres, revictimice y polivictimice a las víctimas de violencia por parte de sus ex parejas, ex esposos, compañeros sentimentales. No es posible que no resuelvan los casos, que se tarden años, mientras nuestras mujeres siguen siendo amenazadas por sus agresores que andan sueltos por las calles, que no respetan las órdenes de restricción y que no se les gira orden de aprehensión.

Con todo el respeto que se merece su investidura, Lic. Patricia Gamboa Wong, directora de este Centro. Cuando una mujer denuncia malos tratos, agresiones físicas y psicológicas, amenazas de muerte, intimidación, violencia digital, no pueden citarla una y otra vez para que conteste las mismas preguntas hechas de diferente manera e intimidarlas con cuestionamientos como: ¿qué hizo usted o dijo para que la atacara? Haya hecho lo que haya hecho, nadie tiene derecho a golpear y maltratar a una mujer. ¿Ha pensado en suicidarse o matarse? La víctima ya dijo que está aterrada, que tiene miedo y depresión, esta pregunta la hacen varias veces, ¿cuál es su propósito? ¿Que se suicide? ¿Está segura de que su intención era matarla o sólo asustarla? Si la han amenazado con un cuchillo o pistola, la han golpeado dañando órganos vitales que la tuvieron hospitalizada, le están mandando por WhatsApp: “tú vas a ser la próxima Ema Gabriela Molina Canto”, ustedes funcionarias públicas que trabajan en ese Centro, ¿cuál creen que es la intención del victimario? No se necesita mucha inteligencia para deducirlo: matarla.

El esquema que maneja este Centro está muy mal diseñado, hace años que siguen exponiendo a las víctimas con interrogatorios no adecuados e indignos para poder protegerlas de sus agresores. Y, lo más triste de todo esto, es que no las protegen, las dejan indefensas, vulnerables y expuestas a que las vuelvan a atacar, sin resolver sus casos, quebrantando su economía, ya que los gastos de los pasajes de camión o la gasolina que consumen para ir una y otra vez al Centro de Justicia para hacerles infinidad de estudios, periciales, pruebas que se quedan archivadas y no se les da el seguimiento adecuado, las ahuyentan y ya no quieren regresar, con justa razón. Se quejan de malos tratos, prepotencia, hostigamiento y lo peor de todo esto, es que no les creen. Para estas funcionarias las víctimas magnifican los hechos, están confundidas, trastornadas y hay que tenerlas como peregrinas de un lado para otro, hasta que algunas acaban muertas por su negligencia, omisión e indiferencia. ¡Siempre hay que creerles a las víctimas!

A una víctima se atrevieron a decirle que vuelva por cuarta o quinta vez porque no padece los trastornos psicológicos que presentan las mujeres maltratadas o amenazadas de muerte. Ella hace dos años y medio que interpuso por primera vez su denuncia. La madre la rescató con sus hijos de su agresor, viven con ella y, junto con sus hermanos, la mantienen, ha tomado terapias psicológicas. Por supuesto que ya no presenta ese miedo y terror que tenía cuando denunció por primera vez, ya pasaron años y la siguen llamando para que le hagan más estudios y amplíe su declaración. Pero cuando su agresor pasa cerca de ella, aunque esté acompañada, comienza a temblar, sudar, alterarse, llama a la Policía por la orden de restricción que tiene, cuando lo que necesita son custodios las 24 horas del día, pero como no hay presupuesto, ni personal adecuado, sigue en total indefensión.

Aquí para ninguna mujer aplica la perspectiva de género, no la conocen, no saben qué es eso o la ignoran. Por eso los feminicidios, las violaciones, agresiones que sufren las mujeres ya se ha convertido en una pandemia a nivel nacional, imparable.

Por eso las mujeres tenemos que ir creando redes de apoyo, para levantar la voz, acompañar y fortalecer a las más desprotegidas. Solo así, lograremos ser escuchadas y evitaremos quizás que muchas de nuestras mujeres acaben muertas por la indiferencia e ineptitud de nuestras autoridades y acabar con el monstruo de la impunidad.

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