Vivimos en un mundo de ilusión embotado en las más diversas fantasías, apoyados en el bastón de nuestras creencias. Buscamos alguna forma de seguridad que permita conciliar el sueño y seguir pensando que, a pesar de todo, somos felices. Por todos los medios evadimos mirar de frente nuestra realidad porque sabemos que eso acarrearía el inevitable compromiso con nosotros mismos. Preferimos la oscuridad de la ignorancia desconociendo nuestra propia persona, pues de esta manera alimentamos la fantasía de que “todo está bien”, a pesar de que día a día nuestra angustia se torna intolerable. No queremos que despierte nuestra conciencia.
En el intento por disimular tanta frustración acudimos al templo, a libros, escuelas, a universidades y a los “eruditos”, coleccionando títulos y grados académicos en pos de una seguridad ficticia. Estudiamos de todo y estamos dispuestos a invertir esfuerzo, tiempo y dinero para obtener un diploma que haga constar que conocemos determinadas destrezas o habilidades. Sin saberlo, entramos al juego del autoritarismo que determina quién es inteligente y quién no, quién es importante, feliz, infeliz, exitoso o fracasado. Vivimos extraviados en la más dolorosa ignorancia: el desconocimiento de nosotros mismos. Es urgente que despierte nuestra Conciencia.
ECO, escuela de Conciencia
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