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Yucatán

¡Cuando el miedo a morir, se convierte en una realidad cercana!

Dra. Sylvia Zenteno RuanoAlerta Ciudadana

Esto es lo que pasa con el COVID-19. No le importa lo rico que eres,Lo famoso que eres, lo gracioso que eres, lo inteligente que eres,Dónde vives, cuántos años tienes, ni qué historias increíbles puedas contar...Es el gran ecualizador…Madonna ¿Qué diría Mafalda de su afligido mundo en este momento? ¿Si desde hace 60 años ella veía que íbamos demasiado rápido? Posiblemente volvería a decir, “Paren el mundo… quiero bajarme”… y aunque en sus dibujos Quino, su autor, decía en voz de Mafalda que “cuesta mucho valor, tomar la decisión de bajarse del mundo”, hay quien, en el fondo, desea bajarse, temeroso de colisionar, por la rapidez a la que gira… Y resulta que, ahora mismo, al fin, después de tantos años de vida de esta inteligente niña… el mundo ha parado, y una parte de la humanidad se ha podido quedar voluntariamente en esta su casa… la Tierra, y adentro de su propio hogar…, y otra se la “rifa” -más despacito-, sosteniendo sobre sus hombros a los que pudieron sentarse a mirar la tele y reflexionar, y otros lamentablemente se bajaron y lo hicieron para siempre.

Mafalda, personaje principal de la tira cómica de los 60‘s, hoy sigue tan vigente como cuando fue concebida. El contexto en que se emitió la frase descrita sigue presente, y se asemeja a una gran ola que nos arrastra, el mundo nos sigue doliendo, exigiéndonos una adaptación rápida a los cambios vertiginosos que nos marea y nos da la sensación de urgencia de querernos bajar para sobrevivir, como de uno de esos juegos mecánicos que aterran.

Creo que, durante las últimas semanas todas y todos en el mundo hemos estado en un estado de “crisis” por el mentado “señor Coronavirus”, y si hubiera algún lugar a dónde ir, muchísimos hubiéramos hecho la parada… para bajarnos de este enfermizo mundo.

Con la misma, mucha gente se está preguntando: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué está permitiendo todo esto? ¿?... Mmmmm… Si fuera viable,… quizá Dios contestaría desde el cielo “¿y Yo por qué? ¿A Mi por qué me preguntan? ¿Acaso soy Yo el “brillante científico” que participó en las modificaciones genéticas de los RNA de diferentes virus para que muten y se vuelvan más virulentos?, discúlpenme… “Yo estaba preparándome para mi propio aniversario cuaresmal, ese, el de mi inmolación como Dios Hijo… ¡No! no mis queridos hijos… ¡Yo no fui!… Y sí, mis queridos 99 lectores, no es Dios el culpable,… no le podemos poner nombre y apellido a quien o quienes desarrollaron este mutante de virus, pero con certeza el culpable es el ser humano, aunque sea verdad que sucedió por comerse a los murciélagos o a los pobres pangolines… ¡para tener un “buen sexo! O sea verdad real la teoría “conspiracionista”… contra… ¡No jodan!

Estando en plena Cuaresma les pregunto, cuando crucificaron a Jesús, ¿saben una de las últimas cosas que vio? …pues la estupidez y el tremendo egoísmo humano… Ahí estaba El, colgado en la cruz, y abajo unos soldados romanos rifándose sus vestiduras, y riéndose a carcajadas, se los comento nomás como para que se den una idea, ¿qué habrá pensado del respeto al dolor humano? Y hoy cuando casi en Semana Santa, sale el Papa a dar la bendición Urbi et Orbi en plena Plaza de San Pedro totalmente vacía ante la terrible pandemia que ha destrozado a medio planeta, tenemos derecho a preguntarnos ¿dónde está Dios?

Está, como se publicó el lunes 23 de marzo en la sección de Opinión de nuestro mal festejado periódico Por Esto!, en nuestros médicos que caen rendidos, exhaustos, ayudando a los enfermos, …está en las y los enfermeros, los intendentes, los que recolectan los RPBI, está en los que coordinan el Triage de los hospitales donde codo a codo se está luchando contra el mentado COVID-19.

¿Qué Jesús se va a perder esta Cuaresma? ¡Claro que no! Jesús está caminando con los que abastecen los mercados para que los demás podamos comer, está con los camioneros que a riesgo de sus vidas transportan lo indispensable, para la supervivencia de todos, está con los linieros de la CFE que mantienen la energía eléctrica y nadie les aplaude y está con el cajero del supermercado que te cobra tus alimentos y no dice nada cuando ve que llevas 300 rollos de papel sanitario…

Y claro que Jesús sufrirá su calvario, junto a los 67 sacerdotes italianos que han fallecido, particularmente al lado del que murió al ceder su respirador automático, para que alguien más joven y con mayor futuro que él, pudiera sobrevivir.

Cierto, los humanos podemos tener dentro de nosotros ese germen de maldad, ese que, de acuerdo a sus propias historias personales, puede influir en la personalidad, ese maléfico “gen” del mal, que permite modificar las decisiones que toman, hasta convertirlas en brutales decisiones que inclinan la balanza hacia el lado obscuro y dañan sin piedad a todo ser vivo, siendo capaces de matar impunemente llegando a niveles de genocidio. Pero afortunadamente también existen todas aquéllas personas que optamos por poner en alto a nuestra humanidad, seres humanos también, que se esfuerzan cada día por salir adelante sin pisotear a nadie, personas que hacen el bien sin mirar a quién.

Parece, por los resultados actuales en los que estamos inmersos toooodas y toooodos, que los primeros han logrado su objetivo de diezmar a la población mundial con maléficos fines, dignos sólo de un repudio universal peor que el otorgado a Hitler, por ser capaces de provocar un holocausto mundial, sobran las acusaciones al decir de unos, o de otros. Según las teorías de la conspiración, hay seres insoportablemente malvados, a quienes les resulta “redituable” la aniquilación de una parte de la humanidad, porque sus “finanzas” y su “poder” serán superiores.

A esos seres del inframundo, si es real que existen y “fabricaron” este COVID 19, mi repudio total y permanente, sean quienes sean, y por la causa que sea, serán por siempre unos malditos y condenables genocidas. ¡Repudio y rechazo total!... Y si resultara que efectivamente el murciélago o el pangolín son los villanos de esta historia, yo podría abrir mis ojos tamaño plato, por no entender de qué forma “la Naturaleza” logró las mutaciones genéticas precisas, para aniquilar a la población de edad mayor, que a muchos les resultaban ya un “estorbo” caro e improductivo y me pondría desde ya, con los brazos al cielo a pedirle a la Naturaleza, que se fije mejor cuando hace sus mutaciones a los seres vivos, no sea que la riegue otra vez.

Muchos de nosotros, sobre todo los más viejos y enfermos, parece que estaremos en la lista de los “descartables” y cuando el miedo a morir se convierte en una realidad cercana, no hay mucho tiempo para preguntarnos, si es así que queremos terminar de vivir. Algunos de nosotros, principalmente quienes están “pagando” con enfermedades crónico degenerativas, los costos de haberse adherido a un estilo de vida poco saludable, ahora se llenan de temor por los factores de comorbilidad del mentado señor COVID19. Se están angustiando, y la angustia disminuye su capacidad de respuesta inmunológica cóctel más que peligroso para que su cuerpo sea atacado.

Sin embargo, en nuestro país y a nivel familiar, parece que los mexicanos tenemos algunos factores protectores que no tienen en Europa, y que quizá ayude a este grupo vulnerable a salvar la vida. Aquí en nuestra tierra mexicana, los ancianos aún somos seres amados por nuestras familias, aunque cada vez más estemos siendo empujados a asilos donde nadie realmente los cuida. Quizá ahora por obra del tipín Corona éste, retomemos el valor de cuidar y amar a nuestros viejos antes de que se nos vayan. Evitemos que el miedo se haga pánico. Necesitamos como nunca cabeza fría y corazón caliente.

El miedo, que es una reacción sana ante amenazas, nace en el sistema nervioso autónomo como respuesta refleja y vital; y es una respuesta adecuada para actuar y alejarse del peligro, sin embargo el pánico es un miedo excesivo y sin fundamento que propicia comportamiento irracional y libera substancias químicas en nuestro cuerpo como el cortisol que dañan radicalmente a nuestro organismo. Estamos ante una amenaza sin precedente, y sí, estamos ante una emergencia sanitaria, donde el coronavirus COVID 19, nos debe estar produciendo un miedo importante, pero debemos hacer reflexiones razonables ante esta amenaza manejable, y adoptar las medidas higiénicas y de comportamiento social que nos permita manejar nuestro miedo sin caer en el pánico que, con intención manipuladora nos están tratando de inyectar. Es quizá inevitable que se contagie la mayoría de la población, se calcula el 80%, sin embargo, la mayor parte de este grupo, no lo sabrán porque no tendrán síntomas; cuando más, cierta fatiga y tos. Sabemos todas y todos que un pequeño grupo, 15% de la población, padecerá algo parecido a una severa gripa, y sólo un grupo muy reducido 5% de la población, tendrá padecimientos mayores, que pueden requerir hospitalización y respiración asistida y de este grupo unos cuantos morirán.

Pertenezco al grupo de edad de más alto riesgo, sí, acabo de cumplir 71 y eso me pone rozando a quienes tenemos más de 70 años, por lo que creo que el miedo a morir se convierte en una realidad cercana, lo que me lleva a la reflexión de si ya estoy lista para bajarme permanentemente del mundo, y mi respuesta es ¡NO! ¡Definitivamente! ¡Yo no voy a bajar los brazos y ponérsela fácil al tipejo de la coronita! Obvio como dicen por ahí… “Si me toca, aunque me quite, y si no me toca, ni, aunque me ponga” … Pero definitivamente yo me avengo a “la cuarentena”, pues me parece el camino razonable para dar la batalla, doy gracias a las autoridades que mandaron a su casa a los “viejitos” como yo, y estoy haciendo mi mejor esfuerzo por tomarlo con la mejor actitud, he tenido días llenos de planes y energía para mantenerme ocupada, y he tenido días de baja vibración, donde me cuesta trabajo intentar siquiera levantarme de la cama. Pero consciente de que el mayor porcentaje de muertos, será probablemente en mi grupo de edad, me vuelvo a dar cuerda convencida de que la mejor actitud generará endorfinas protectoras, que, aunada a no sacar la nariz de la puerta de mi casa, me tendrán protegida para poder brincar este reto.

El esfuerzo social y gubernamental, por controlar la dispersión del virus deberá estar complementado INDISPENSABLEMENTE por la respuesta ciudadana de “QUEDARSE EN CASA”. Si no nos exponemos, no nos contagiaremos ni transmitiremos la infección a nadie. Yo no quiero que México sufra tragedias como las de China, Italia, o España. Ni siquiera quiero que estemos como nuestros vecinos pegados, los “gringos”, donde hay cientos de muertos. Es extremadamente simple… si puedes estar en casa ¡NO SALGAS! ¡Contra! Repudio total a los nenes y las nenas que están de “temporada” en sus casas de la playa, departiendo alegremente con sus cuates…y llevando a riesgo a las y los pobladores de las comisarías de la playa…. ¡Edúquense, co…! Llevamos 50 yucatecos contagiados, estamos en el 2º lugar nacional por tasa poblacional y ¡ni así les está entrando en la cabeza la urgencia! ¡No jodan! ¡Colaboren con su granito de arena! ¡Luego irán al hospital a exigir ser atendidos, empujando al de al lado para ser atendidos con prioridad! Y ahí los médicos les podrán decir su precio y lo que valen… ¡Quédense en casa! Los espero VIVOS en chivizenteno@hotmail.com o en el WhatsApp 9992 71 38 92.

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