Yucatán

El Señor está con nosotros en medio de esta pandemia

Ojalá que todos tuviéramos la misma seguridad y confianza de Jesús en que el Señor está con nosotros en medio de esta pandemia, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán Gustavo Rodríguez Vega.

En la homilía de la Misa de Miércoles Santo que presidió en la capilla del Seminario Mayor, el prelado recordó también lo que decía el Papa Francisco durante la bendición Urbi et Orbi: Que estamos todos en la misma barca, y a todos nos toca remar, en la confianza de que Jesús nos acompaña dentro de la barca.

Luego de decir la entrada en maya, don Gustavo destacó:

–Yo creo que esta pandemia y el tener que celebrar la Santa Misa a puertas cerradas está resultando un gran retiro espiritual para nosotros los sacerdotes.

Este es el texto completo de la homilía de la misa, en la que tuvo como concelebrantes al padre rector Luis Alfonso Rebolledo Alcocer, y al ecónomo del seminario, padre Jorge Cervera Domani.

“Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”

In láake’ex ka t’aane’ex ich Maaya, kin tsikike’ex yéetel ki’imak óolal.

Bejla’e te’ Ma’alob Péektsil/dsíibta’an tumen Kili’ich Mateo, Judas/ku ch’a’ak t’aan yéetel le aj Kiino’obo’ u ti’al u k’ubik Jesús ti’ leti’ob. Yeetel u ti’al u dso’ok(ol) janal u chinil kiine’/ Jesús tu ya’alaj ti’ u aj kanbalo’obe’ jun túul ti te’ex yáan u k’uken, leti’e’ ma’ tu yáaj óolta’ bax u beetmaji’/mix le kaj áalab tí chambeli’ tumen Jesús”.

Hermanos sacerdotes, hermanas oblatas de Jesús Sacerdote, seminaristas, hermanos y hermanas todos muy queridos en Cristo nuestro Señor.

Hoy, Miércoles Santo del 2020, debido a la pandemia del Covid-19 estamos rompiendo una tradición de muchos años de celebrar la Misa Crismal, en la que se consagra el santo crisma y son bendecidos los óleos de los catecúmenos y los óleos de los enfermos; y donde además los sacerdotes renovamos nuestras promesas sacerdotales. Esta celebración es propia del Jueves Santo, y en algunas catedrales se continúa celebrando el Jueves Santo por la mañana, aunque, teniendo en cuenta las distancias de las parroquias, está permitido celebrarla el Lunes, el Martes o el Miércoles Santo.

Con fecha del pasado 25 de marzo la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos envió un decreto para los episcopados del mundo entero, en el cual se giraron instrucciones sobre cómo debía celebrarse esta Semana Santa dentro de la situación de pandemia que estamos atravesando, y sobre la Misa Crismal, se nos dijo que podríamos fijar otra fecha para su celebración. Nosotros, en consenso con la Conferencia del Episcopado Mexicano, elegimos la fecha del próximo 4 de junio, en la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.

Gran retiro espiritual

Yo creo que esta pandemia y el tener que celebrar la Santa Misa a puertas cerradas está resultando un gran retiro espiritual para nosotros los sacerdotes, y que llegaremos con gozo a celebrar la renovación de nuestras promesas, si Dios, lo permite, en esa fecha mencionada.

Especialmente está resultando un retiro prolongado para nuestros jóvenes diáconos que tenían que haber sido ordenados ya sacerdotes el 25 de marzo ya han debido esperar. Este encierro nos acerca un poquito al menos, a los sentimientos de nostalgia de cuando el pueblo de Israel se encontraba en el destierro sin poder celebrar sus fiestas en el templo de Jerusalén.

La primera lectura de hoy, es la misma que escuchamos el Domingo de Ramos, tomada del libro del profeta Isaías, y que contiene el llamado tercer cántico del siervo de Yahvéh, el cual es una profecía exacta sobre la Pasión del Señor. Como decía yo el pasado domingo, eso debería bastar para impresionarnos al darnos cuenta que, siglos antes la Pasión del Señor, se anunció con tanta exactitud. El Señor de la historia iluminaba en aquel tiempo a los profetas, y hoy nos ayuda a comprender nuestra historia actual.

Pero el texto de hoy trae dos versículos más donde el siervo de Dios manifiesta su seguridad y confianza de saber que el Señor le acompaña en su tribulación. Por eso dice: “Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿Quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿Quién se atreverá a condenarme? Ojalá todos tuviéramos la misma seguridad y confianza, como cristianos que somos, en que el Señor está con nosotros en medio de esta pandemia. O como decía el Papa Francisco durante la bendición Urbi et Orbi, que estamos todos en la misma barca, y a todos nos toca remar, en la confianza de que Jesús nos acompaña dentro de la barca.

El Santo Evangelio

Hoy el Santo Evangelio, según San Mateo, nos trae el tema de la traición de Judas y la negación de Pedro. No hay término de comparación entre una y otra cosa, porque en el caso de Judas hubo premeditación y conciencia de lo que hacía, por amor al dinero. Mientras que Pedro fue sorprendido por su propia debilidad y nunca pensó que podría llegar a negar a Jesús. No es lo mismo dejarse llevar inesperadamente por el miedo como Pedro, que dejarse llevar por la avaricia y la astucia como Judas. Pedro tenía un amor sincero por Jesús, mientras que Judas había dejado de amarlo, si es que alguna vez lo amó en verdad. Judas al arrepentirse se quedó contemplando su pecado y su orgullo lo llevó a la desesperación y al suicidio; mientras que Pedro, al arrepentirse lloró amargamente, pero puso su mirada en la cruz de Jesús y luego en el resucitado, y su humildad lo llevó a encontrar la gran misericordia del Señor.

Judas fue anticipadamente a negociar con los sumos sacerdotes para ver cuánto le pagarían por entregar a Jesús. Fue a aliarse con los enemigos de Jesús que buscaban matarlo. El acuerdo fue darle 30 monedas que, según los expertos, el cálculo más elevado de esa cantidad podría ser cuando mucho un equivalente entre setenta y setenta y cinco mil pesos.

“Mi hora está cerca”

Cuando Jesús dice: “Mi hora está cerca”, debería ser suficiente mensaje para que Judas se arrepintiera. Y cuando Jesús ya estando sentado a la mesa con los doce, durante la cena les dijo lleno de tristeza: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”, eso era una nueva oportunidad para el arrepentimiento, lo mismo que darse cuenta de la tristeza de sus compañeros que, uno a uno, iban preguntándole a Jesús: “¿Acaso soy yo, Señor?”, pero tampoco eso lo movió.

Tuvo una tercera oportunidad de arrepentirse cuando Jesús habla de lo que le espera al traidor diciendo: “… ¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Y todavía Judas tuvo el cinismo de preguntarle a Jesús: “¿Acaso soy yo, Maestro?”, vino para él la cuarta oportunidad cuando Jesús le dijo: “Tú lo has dicho”. Y todavía habrá una quinta oportunidad cuando, después del saludo con el beso hipócrita, Jesús le dirá: “Amigo, ¿es esto a lo que has venido?”.

Además, si Judas alguna vez creyó realmente en Jesús, luego dejó de creer, pues mientras que todos le llaman a Jesús Señor, Judas le llama maestro, como tantos maestros que había en Israel. Hermanos y hermanas, en el caso de Judas podemos ver hasta dónde nos puede llevar la idolatría del dinero, que contrasta totalmente con el voto de pobreza de nuestras religiosas y religiosos, y con la actitud de tanta libertad frente al dinero de tantos buenos cristianos. Pidamos al señor esa libertad.

¡Sea alabado Jesucristo!

(Roberto López Méndez)