Yucatán

Jet’s méek, ancestral ceremonia maya

Una tradición de nuestros antepasados que aún sigue preservándose de generación en generación entre las familias tizimileñas / Se prepara al pequeño para ser un buen hombre o una buena mujer de trabajo

TIZIMÍN, Yucatán, 14 de junio.- El jet’s méek es una de las tradiciones ancestrales de nuestros antepasados que aún sigue preservándose de generación en generación entre las familias tizimileñas.

Tal y como el que la familia Pech Martín le realizó a la pequeña Adaline Nicole, al considerar a este rito un bautizo maya, de integración social e iniciación a las responsabilidades de un nuevo ciclo de vida y de presentación ante la comunidad.

La función de la ceremonia es preparar al pequeño para ser un buen hombre o una buena mujer de trabajo.La palabra jet’s méek proviene de los vocablos mayas “jets´” (aliviar) y “méek´” (abrazar), se dice que se le debe realizar al bebé puntualmente al cumplir los 3 meses de vida, representa a las 3 piedras que sirven de soporte de comal y las tres patas del banco donde la mujer se sienta a hacer las tortillas ; éste consiste en colocar a la niña o niño en la cadera de su padrino y de su madrina con las piernas abiertas para que puedan caminar correctamente y para que sean ágiles para correr y no tropezar, según la cosmovisión maya.

A diferencia de las niñas, a los niños se les practica a los 4 meses de edad, ya que el número cuatro representa al hombre, pues cuatro son las esquinas de la milpa, los puntos cardinales y las estaciones del año.

Esta familia, conformada por los padres, Wilma Martín Tuz y Luis Manuel Pech Sánchez, colocaron en la mesa varios objetos, utensilios y herramientas que posteriormente los padrinos ponían en las manos del bebé, mientras realizaban cada uno 9 vueltas a la mesa con el bebé cargado como se describió anteriormente; uno de los padrinos giraba alrededor hacía la izquierda y al cerrar el otro lo hacía la derecha.

Algunos de estos objetos eran lápices, tijeras, cuadernos, diccionarios, para que sea según las creencias sea una buena estudiante; también se le colocaron agujas y bordados para que aprenda a costurar, le colocaron tres piedras en alusión a las que se usan para encender candela para que sepa cocinar, entre otras cosas vinculadas con lo que se quiere que el bebé aprenda y desempeñe con aptitud en su vida futura.

En cada vuelta alrededor de la mesa recorriendo los cuatro puntos cardinales, los padrinos le daban a probar a la niña pepita gruesa para que aprenda a hablar, así como un poco de huevo sancochado, pinole y hojas de chaya que simbolizan la inteligencia, razonamiento, sensibilidad y dulzura, los padrinos también probaban estos elementos propios de la cultura maya.

Creencias más antiguas relatan que al padrino se le considera un guerrero jaguar por el espíritu y a la madrina discípula de Ixchel, ambos vencedores de la muerte y que el jet’s méek significa el ciclo de vida, muerte y renacer. Que a lo largo de su existencia lo transformará en un guerrero jaguar del espíritu que luchará por el amor y la luz del alma y que este bautizo maya surgió desde la época prehispánica, ya que el Popol Vuh hace referencia de que la ceremonia trata sobre el despertar a la vida.

Es así como esta tradición se mantiene viva, con la firme creencia de que dotará de varios dones al bebé para transformarlo en un mejor ser humano capaz de trascender, desarrollarse y convertirse en una persona apta para enfrentarse a su vida futura.

(Luis Manuel Pech Sánchez)