MUNA, YUCATÁN,-01 de junio.-El uso de tazas, platos y otros utensilios hechos de jícara y calabazo evitaría la contaminación del plástico, además de que ayudaría a la economía de campesinos y artesanos yucatecos, dijo ayer Pedro Ayuso Vela.
“En la cultura maya prehispánica la jícara fue un recipiente natural tanto de comida como de bebida; la jícara se parte a la mitad, se lava muy bien, se tira la pulpa, que es muy amarga y no es comestible, y ya tenemos dos recipientes muy bonitos para utilizarlos, sobre todo ahora que se habla mucho de la ecología y de cómo el plástico ha afectado a la humanidad”, dijo.
“Por su forma natural una jícara se puede convertir en cantimplora; le hacemos arriba un hueco pequeño, la vaciamos, la lavamos y puede ser utilizada como un termo y llevarla a donde queramos poniéndole un tapón de corcho o de elote, le ponemos sus cuerdas y ya tenemos una cantimplora; espero que jamás vaya a desaparecer su uso cotidiano para tomar atole, chocolate o leche caliente, pozole, porque los líquidos y alimentos saben mucho mejor que en útiles de plástico; conserva el sabor, no contamina, se puede reutilizar; podemos utilizar una jícara 20 o 30 años, a diferencia de un utensilio de plástico que hay que desecharcada 6 u 8 meses; al tirarlo va a la tierra y se necesita cien años para desintegrarse; si una jícara se cayera y se rompiera se integra a la tierra como un abono”, refirió este hombre que genera empleos en el Mirador de Muna, hasta donde llegan turistas a conocer sus trabajos artísticos.
La pandemia, un aviso
“Esta pandemia podría ser un aviso de la madre tierra; todos estamos recibiendo un mensaje muy claro: necesitamos un cambio radical en nuestras conciencias, nuestros hábitos de comer, de tomar, de comportarnos, de volver a aquellas épocas ancestrales en que todo el ser humano creía que la tierra era un ser vivo y como tal había que respetar, honrar, venerar, dar gracias todos los días por sus bondades para que tú vivas; pero si seguimos con el uso del plástico la vamos a seguir contaminando; empecemos, volvamos a lo natural usando las jícaras”, señala.
Comentó que la jícara y el calabazo son patrimonio de la humanidad que hay que seguir cultivando y respetando, porque son benéficos en todos los sentidos.
—Te dan de comer, son medicinales, te dan sombra, aire, de todo; yo creo que el mejor amigo del hombre es un árbol, ya que filtran el aire que respiramos, purifican el ambiente. A mí me apasiona decorar la jícara; yo he creado muchas cosas artesanales; puedo hacer un armadillo, una tortuga, un pez, móviles, insectos, floreros; también cinturones, bolsos, collares, aretes, brazaletes; es un material tan lindo que se deja trabajar de mil formas, y en este lugar que estamos en lo más alto de los cerros de Muna, aquí hacemos artesanía muy bella y también trabajamos el otro muy parecido a la jícara que es el calabazo, el lec, donde los antiguos mayas conservaban calientes las tortillas; me he dedicado al rescate de nuestras raíces, tradiciones, usos y costumbres; entonces esta fruta es maravillosa pues la madre tierra le regaló al hombre para que lo usáramos como un contenedor para los líquidos”, añadió.
Dijo que anteriormente había árboles de jícara en todos los pueblos, incluso en las ciudades, pero han ido desapareciendo debido al crecimiento poblacional.
—La jícara es un árbol decorativo que adorna tu jardín con sus frutos que parecen esferas gigantes; si los cortas, vuelve a dar una vez por año y hasta cien frutos; es un árbol sagrado, dijo.
Con este fruto, Pedro, apoyado por su esposa Lidia y otros trabajadores, elabora asimismo instrumentos musicales que se usan en la danza del venado; también hacen palos de lluvia, además de maracas y sonajas.
—Existen otros frutos parecidos que se dan en el suelo, son guías, se les conoce con el nombre de lec o calabazo; me he dedicado a elaborar cosas nuevas de manera ecológica para quienes quieran utilizar un plato natural que no sea nada de loza, cristal, plástico, cosas que contaminen el medio ambiente. En las jícaras hago grabados de fantasía de peces, insectos, animalitos silvestres; bien pueden servir para poner cositas que necesitan en las oficinas como clips, cualquier cosa incluso podemos hacer servilleteros, lapiceras, muchas cosas, personalizar nombres para hacer regalos; en lugar de que se vayan a las tiendas del centro y compren plásticos que luego van a tirar a la tierra, mejor que vengan aquí y ayuden a los artesanos, a los campesinos yucatecos y a la ecología; es el momento que retomemos nuestras raíces y el que guste puede visitarnos aquí en el Mirador de Muna, o bien me pueden llamar al número 997 128 86 42, concluyó nuestro entrevistado.
(Texto y fotos de José Luis Díaz Pérez)