En el marco de la Feria Internacional del Libro 2025 de Celaya, Guanajuato, el arte se vistió de gala con la presentación de la cantante y poeta yucateca María San Felipe, quien ofreció un espectáculo simplemente inolvidable en el Teatro de la Ciudad.
Su concierto, titulado “Por si Volvieras”, no solo registró un lleno total, sino que se convirtió en uno de los momentos más emotivos y comentados del encuentro literario.
Desde su aparición en escena, María San Felipe fue recibida con una ovación que pareció estremecer las paredes del teatro. El público celayense la esperaba con entusiasmo, y ella respondió con una entrega absoluta: una artista que canta, recita y siente con cada nota y cada palabra.
Oriunda del Puerto de San Felipe, Yucatán, la intérprete abrió la noche con un espectacular vestido rojo que engalanó su voz aterciopelada y sus poemas salidos del alma, preludio perfecto de una velada dedicada al amor en todas sus formas.
El espectáculo “Por si Volvieras” —una propuesta escénica que fusiona música y poesía— reunió diez canciones del álbum homónimo con una serie de lecturas que dejaron sin aliento a los asistentes. María alternó su voz cálida y potente con versos de su propia autoría, entre los que se entretejían temas de despedida, reencuentro y renacer.
A su lado, un ensamble acústico de cuerdas, y ella con guitarra en manos, acompañó cada interpretación con delicadeza, construyendo una atmósfera íntima y envolvente.
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Los momentos más celebrados de la noche llegaron con “Pudiera ser”, “En tus brazos”, “Intermitente”, “Y yo te quería” y “Nos faltó el amor”, piezas coreadas con emoción por el público, que no perdió ni una sílaba. El teatro, lleno hasta el último rincón, guardaba silencio absoluto entre cada tema, solo roto por los aplausos y vítores que seguían a la artista después de cada interpretación.
La conexión fue total. María San Felipe no solo cantó: dialogó con su público desde el alma, compartiendo anécdotas, lecturas y emociones que transformaron el concierto en una experiencia profundamente humana. La comunión entre artista y audiencia fue tan genuina que, al finalizar el espectáculo, decenas de asistentes permanecieron de pie aplaudiendo mientras ella agradecía, visiblemente conmovida.
