La comunidad maya de Yaxhachén, en Oxkutzcab, despide con profundo pesar a Bacila Tzec Uc, reconocida como la última partera tradicional de la localidad, cuyo fallecimiento a los 97 años fue dado a conocer a través de redes sociales. Su partida marca el cierre de un capítulo invaluable en la historia viva de los saberes ancestrales de Yucatán.
Durante casi un siglo, Bacila no solo asistió partos: acompañó vidas, tejió historias y sostuvo, con sus manos firmes y su sabiduría heredada, la tradición de traer niños al mundo mediante prácticas naturales que por generaciones fortalecieron el tejido comunitario maya. En cada nacimiento que atendió, dejó una huella de serenidad, fortaleza y fe en el conocimiento ancestral.
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Su labor trascendió fronteras. Fue parte del documental Jats’ets Meyah (“mujer hermosa”), de la directora Amanda Stickland, donde su vida y su oficio fueron retratados como un testimonio vivo de la resistencia cultural y del lugar fundamental que ocupan las mujeres sabias dentro de las comunidades.
En Oxkutzcab, su imagen quedó inmortalizada en murales que hoy adquieren un significado aún más profundo: los muros que la celebran ya no solo rinden homenaje a la partera, sino que guardan la memoria de la última representante de una tradición que sostuvo a generaciones enteras.
Además de partera, Bacila fue yerbatera y guardiana de la medicina natural, un conocimiento que cuidó, compartió y practicó hasta sus últimos años. En Yaxhachén era vista como un pilar, una mujer a la que se acudía no solo en busca de alivio físico, sino también de consejo y acompañamiento.
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Vecinas y familiares recuerdan con orgullo que recibió a decenas de bebés, niños que hoy son adultos y que crecieron escuchando la historia de cómo “Doña Bacila” los trajo al mundo sanos y fuertes. Cada uno de ellos lleva consigo un pedazo de su legado.
Hoy, Yaxhachén no solo llora a una mujer; despide un símbolo, una memoria viva de la medicina tradicional maya y una figura cuya partida deja un vacío espiritual y cultural difícil de llenar. Sin embargo, su vida sigue latiendo en cada historia, en cada mural, y en cada familia que alguna vez puso su esperanza en sus manos.