Un problema grave, pero que pasa desapercibido en Mérida y que ha comenzado a levantar la preocupación y a encender las alarmas de la ciudadanía, es la contaminación auditiva, cuyo pico va de las 8:00 a las 19:00 horas en la zona de los mercados; esto se pudo constatar en un recorrido que este medio informativo realizó.
Ante esta situación, Jaime Uc, cuya labor es supervisar rutas colectivas de transporte público, aseveró que “el ruiderio” inicia desde temprana hora, pero que los fines de semana es cuando más escándalo hacen los establecimientos, “parece que hay competencia a ver quién hace más ruido”, comentó.
En Mérida los niveles máximos de ruido permitidos varían según la zona y horario. En residenciales, el límite es de 55 decibelios (dB) durante el día (6:00 a 22:00 horas) y 50 dB por la noche (22:00 a 6:00), según el Diario Oficial de la Federación (DOF).
En zonas industriales y comerciales, los límites son de 68 dB durante el día y 65 dB por la noche, según el DOF. Para eventos especiales, como ceremonias y festivales, se permite un máximo de 100 dB, pero durante un máximo de cuatro horas.
Por su parte, Janeth Uc Santos, médico general, dijo que el exceso de ruido genera problemas serios en la salud de las personas, que pueden comenzar como padecimientos sencillos, como mareos ocasionales y dolores de cabeza que, si no se identifican y se atienden a tiempo, acarrean otras patologías más graves, que incluso pueden volverse crónicas.
“Es importante destacar que estos límites se establecen para proteger la salud y el bienestar de la población, y el incumplimiento puede resultar en sanciones”, subrayó la especialista.
Uc Santos agregó que la contaminación auditiva o sonora, puede tener graves consecuencias para la salud y el medio ambiente. Afecta tanto la salud física como mental, puede alterar el comportamiento de los animales y dañar los ecosistemas. El ruido puede interrumpir el sueño, dificultando la conciliación, provocando despertares frecuentes, lo que afecta la calidad del descanso y la salud general.
Estudios asocian la contaminación acústica con un mayor riesgo de hipertensión arterial, enfermedades cardíacas y cardiovasculares; puede generar estrés crónico, irritabilidad, ansiedad y afectar el estado de ánimo