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Campeche

Perdura tradición de Fieles Difuntos

CAMPECHE, Cam., 1 de noviembre.- Cada año, en las vísperas de los festejos de los Fieles Difuntos, durante los dos primeros días del mes de noviembre, los campechanos realizan diversas actividades para conmemorar a sus familiares que han partido del mundo terrenal, ofreciéndoles alimentos, dulces, bebidas, flores, rezos, altares y demás actividades conmemorativas a sus “muertitos”, pero igual, muchos coinciden en que cada año la participación de la gente disminuye de forma considerable y que las nuevas generaciones no muestran mucho interés por las tradiciones locales.

De acuerdo con las amas de casa, las celebraciones comienzan desde el 31 de octubre, cuando se espera la visita de las ánimas de los niños difuntos, por ello se prepara un altar con una foto del niño fallecido al centro sagrario, en el que igual, se colocan dulces, juguetes, comida y algo de ropa, además de que los familiares conviven con sus muertos (simbólicamente) y recuerdan anécdotas que compartieron con ellos durante su existencia.

Al siguiente día, durante el 2 de noviembre, se acondiciona el altar para recibir a las ánimas de los mayores, colocando velas, panes, dulces, frutas, objetos y fotos del difunto...

También colocan una cruz de madera en color verde, especies aromáticas, manteles blancos, adornos de flores, cadenas de papel china, flores de muertos (xpujuc y cempaxúchitl), panes, chocolate, agua y el pibipollo, no obstante, si al difunto le gustaba fumar o tomar, se coloca una botella de aguardiente y cigarros.

Así mismo, durante días antes de que finalice octubre, y sobre todo, los dos primeros días de noviembre, diversos ciudadanos acuden a los camposantos de la ciudad para limpiar las criptas, y si es muy necesario, pagar para que los trabajadores de los cementerios hagan algunos acondicionamientos a las tumbas.

De igual forma, muchos adornan las bóvedas con flores, veladores y plantas, inclusive, muchos realizan rosarios en familia para dejar en claro que los difuntos viven en sus recuerdos y por ello se les entregan las muestras significativas de amor.

La maestra Joaquina Gómez Pérez comentó que cada año asiste al cementerio del barrio de Santa Lucía para conmemorar a sus difuntos, pero que este año se sorprendió mucho al ver que el camposanto se encontraba prácticamente vacío, y que, llegó a pensar que había llegado demasiado temprano.

“De verdad que me sorprendí; le dije a mi hija que creía que habíamos llegado muy temprano, pero no, ya es casi mediodía. Antes, cuando llegábamos, ya veíamos las criptas adornadas con flores y a las familias limpiando los espacios donde fueron enterrados sus difuntos para acondicionar el lugar”, comentó.

También explicó que en su familia se dividen las labores conmemorativas, pues mientras ella y su hija se dedican a visitar el panteón, sus hijos instalan un altar en su hogar y ayudan a elaborar los platillos que se ponen en el mismo.

Por otra parte, uno de los ciudadanos que cada año se acerca al cementerio de Santa Lucía para ofrecer sus servicios de “limpia tumbas”, declaró que lamentablemente no llegó mucha gente durante el 1 de noviembre, por lo que aseguró, con tristeza, que las tradiciones poco a poco van desapareciendo, porque las nuevas generaciones prefieren celebrar el dichoso Halloween de los gringos.

El tradicional pibipollo

Desde la noche del 31 de octubre, hasta la madrugada del 1 de noviembre, cientos de campechanos, sino es que miles, se arremolinaron en las decenas de puestos del Mercado Principal para comprar los ingredientes necesarios para la elaboración del pibipollo.

El platillo tradicional, que es preparado con masa de maíz, carne de pollo o de puerco, y que originalmente se cocina “enterrado”, fue el tema del día pasadas las 12 horas, ya que en un recorrido del personal de esta casa editorial se pudo observar en los diferentes barrios y colonias de la ciudad cómo los ciudadanos transportaban el “pib” en cazuelas grandes para ser transportados a los lugares donde sería horneados.

En la casa del padre José Luis Ye Ehuán, cerca de un conocido estadio de béisbol de la ciudad capital, se prepararon más de 10 pibipollos enterrados, para que familiares, amigos y hasta trabajadores de los distintos medios de comunicación de Campeche disfrutaran del demandado platillo de temporada.

En el lugar, al fondo de su patio, se excavó un hueco de más de un metro de profundidad para que se enterraran los pibes, y posteriormente se les colocó una capa para que se pudieran enterrar y hornear durante un par de horas.

Cabe agregar que cada familia hornea el platillo de formas distintas; algunos colocan piedras en cada pib; otros le agregan maderas en el agujero, y otros cubren el platillo con dos láminas, una por debajo y otro arriba, “pa’que caliente más”, dicen los antiguos campechanos.

Así mismo, la terminación del platillo en cada hogar es distinta, ya que algunos lo prefieren blando y otros tostado o dorado, según cada familia campechana, pero, desde hoy, hasta la próxima semana, las quejas de muchos se harán notables cuando los refrigeradores en cada casa tengan pibipollos para comer todo el mes de noviembre.

(David Vázquez / Lucio Blanco)

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