En Campeche, ciudad antes tranquila, ahora resuena el miedo por las llamadas de extorsión. Lizzeth ‘M’ recuerda la tarde del 17 de octubre, cuando su madre recibió una llamada de un número desconocido. Al otro lado, una voz que imitaba la suya pedía ayuda: “¡Mamá, me tienen detenida!”. Un hombre tomó la línea y exigió dinero, alegando que Lizzeth había presenciado un secuestro. Aunque ella identificó la extorsión a tiempo, el susto fue intenso.
Estos delitos se han vuelto una pesadilla cotidiana en la ciudad. Según el Sistema Nacional de Seguridad, la Fiscalía General del Estado (Fgecam) ha iniciado 19 investigaciones por este delito desde enero. Los extorsionadores se hacen pasar por familiares secuestrados, agentes judiciales o miembros de grupos criminales, usando cualquier historia para infundir miedo y exigir dinero. Lizzeth, como muchos campechanos, optó por colgar y bloquear el número, pero la desconfianza persiste: cada timbre telefónico revive el temor.
Su consejo es mantener la calma, no ceder al chantaje y verificar la seguridad de los familiares antes de cualquier pago. Campeche, ciudad antes segura, enfrenta ahora un delito silencioso pero constante: la extorsión telefónica, cuyo eco de impunidad sigue resonando en sus calles.