Alguna vez tuvo el caballero del hueso un deseo, encontrar un montón de huesos humanos y dónde más que en un cementerio, pero en la época prehispánica los cementerios no existían, el maya que se moría lo enterraban en un hoyo en medio de la sala de su casa con tal de que su espíritu estuviera cerca de todas las cosas que usó y amó, y transformado en un alma no se sintiera extraño y fuera de lugar. Los incas enterraban en una cesta de mimbre el cadáver y esperaban que se momificara para sacarlo de su féretro. Era un cántaro grande de barro o el cesto de mimbre, así que más que esqueletos tenían un montón de huesos o el paraíso para un caballero del hueso.
Maximito Koyoc