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Cultura

'Dramaturgia y puesta en escena: la confrontación”

Conrado Roche Reyes

Conferencia de David Olguín, en la ESAY

El pasado día 7 de este mes de diciembre acudimos a una conferencia titulada “Dramaturgia y puesta en escena; la Confrontación”. Dicha conferencia fue dictada por el Director, dramaturgo, traductor, ensayista y editor David Olguín, premio “Juan Ruiz de Alarcón” 2010 y miembro de la Academia Mexicana de las Artes. La charla se llevó a efecto en el salón “Rogelio Luévano” de la ESAY- Teatro, situado en la calle 52 num.445 por 41 y 43, en donde funcionó hasta hace algún tiempo la escuela Alcalá Martín.

El conferencista se refirió, ante un auditorio completamente lleno, con, al parecer por su indumentaria, estudiantes de artes escénicas, a la confrontación existente desde que el teatro es teatro, entre el director de la obra a presentar y el director de escena, que por entonces, en los inicios del teatro griego, el del Renacimiento, el del siglo V hasta el siglo XIX, no existía la figura de el director de escena. Es decir, el director de la obra a presentar era quien se encargaba de casi absolutamente todo. Por tanto, había detalles que este último no conocía, así es que quien había estado, digamos, ”supliéndolo”, es el hoy director de escena. En ocasiones casi ni conocía el recinto en que se iba a actuar. Y puso un suceso muy ejemplificador cuando expresó que Robespierre, el Incorruptible, quien había mandado a miles de personas a la guillotina, no conoció nunca este artefacto de muerte hasta el día que le tocó a él que su cabeza rodó bajo el filo de la guillotina.

Siempre hasta hoy, se ha puesto en duda la esencia del director dramaturgo. Yo le proponía esto a e mis maestros, grandes directores, y me tildaban de loco diciéndome que quitara esas ideas de la cabeza. Fue cuando marché a Inglaterra, en donde finalmente fui aceptado en este plan. Dramaturgo y director en la misma persona. Siempre hubo pugna entre aquellos, ya que unos decían que el texto es un pretexto.

Es en la segunda mitad del siglo XX cuando se revaloriza. Con Artaúd a la cabeza, se toma como principal objeto del teatro al ser humano y el cuerpo. Sin esto, simplemente no habría teatro. Y no cualquiera. Es necesario haber sido o hacer prosa, periodismo y hasta poesía para ya entonces el sujeto será dramaturgo.

Se remontó a Moliere. Este fue un hombre orquesta: actor, dramaturgo, escenográfo etc. . Una figura no especializada, pero que reflejaba con gran maestría a lo más importante: la calle.

Se refirió después, dando un gran salto en el tiempo a los autores romanos Plauto y Terencio. Plauto era de expresiones netamente del pueblo, de la calle (Moliere) y Terencio, más escrupuloso, escribía para las elites cultas (Góngora).

En la época isabelina y el Renacimiento, la figura del autor se veía como la de un trabajador más, un artesano para obtener un ingreso. No existía la especialización, vestuaristas, escenografía, dirección de escena. Se pensaba que no es lo mismo ingenio que genio..

Por tanto –continuó, ahora se ha comenzado a aceptar y comprender que sin Director de Escena, no habría cabeza de la compañía. Este se encarga de que todo marche bien, de los efectos especiales. El asunto, finalmente no esta en el qué, sino en el cómo -expresó-, y habló de los enormes teatros de la antigüedad, de tres mil y hasta cinco mil personas, una monstruosidad. Poco a poco fueron haciéndose más pequeños los tetaros hasta llegar al teatro íntimo que pregonaba André Gide. Yo, por ejemplo, las ocasiones que he dado conferencias o talleres, no acuden más de doce personas, por lo que estoy gratamente sorprendido y confieso que no me lo esperaba, de la cantidad de teatreros que se han acercado a escucharme. Por lo que observo, saco la conclusión de que Mérida es una ciudad muy aficionada al teatro. Sinergia costera y tropical, calor físico y humano.

Finalmente se refirió a Susan Sontag, una de las más combativas feministas de la historia, quien decía que se necesita un intermediario entre lo individual y lo colectivo. Es aquí donde toma vital importancia el director de escena, ya que el arte de la mirada es una lectura crítica.

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